LOS PERFILES DE PLAYBOY


Si existe una actriz que me turbe esa es Jennifer Connelly por esa sabia mezcla que hay en ella de inocencia y perdición, rostro y mirada de niña y cuerpo de pecado, una explosiva combinación. Si además añado que es una actriz excelente que elige muy bien sus peliculas, desde la primera, siendo niña, a las órdenes de Sergio Leone, ERASE UNA VEZ AMÉRICA, esto hace que sea una de mis actrices favoritas. Cuando José Luis Cordoba, director de Playboy, me pidió que escribiera sobre ella en la sección Perfil Playboy de la revista me hizo un regalo. El artículo fue publicado en PLAYBOY número 280, abril de 2002.


JENNIFER CONNELLY,
UN ÁNGEL DE CARNE

José Luis Muñoz


Su papel como Alicia Larry – la antítesis de Marion Silver, la drogadicta de “Réquiem por un sueño”- , la amantísima y dulce esposa que aguanta pacientemente las muchas neuras de su esposo esquizofrénico John Nash (Russell Crowe) – un matemático genial que obtuvo el premio nobel - en “Una mente maravillosa” puede catapultar por fin la carrera de esta hermosísima neoyorquina de poco más de treinta abriles que no ocupa el lugar que se merece en la fábrica de sueños que es el cine. La película de Ron Howard, autor de películas como “1,2,3 Splash”, “Llamaradas” o “EdTV”, parte como una de las favoritas en la carrera de los oscars con 8 nominaciones. Frente al festival de tics del gladiador Crowe, que se esfuerza en poner cara de loco en todos y cada uno de los fotogramas y en andar como un pato, la interpretación y el glamour que derrocha una estilizada Jennifer Connelly a lo largo de los 134 minutos de este biopic sobre superaciones, es un bálsamo. ¿Será recompensada con el oscar a la mejor actriz de reparto?


LA MIRADA QUE ENAMORA
Lo cierto es que Jennifer Connelly lleva unos cuantos años enamorando a las plateas de los cines con su belleza y talento. Empezó en el show bussines como modelo con solo 10 años de edad. Viajó al extranjero, donde realizó su debut artístico, apareciendo en un episodio de antología de horror británico, luego intervino en pequeños papeles como los que realizó en los videos musicales de Duran Duran o para los de Unión for Snake. Cuando era poco más
que una niña de 14 años y tenía cuerpo de espárrago, llamó la atención de un personaje de la farándula que la recomendó al prestigioso director italiano Sergio Leone, el padre de los spaguetti-westerns, que iba a hacer, sin saberlo, su película póstuma y su obras maestra. Ella dice que la escogieron porque su nariz se parecía a la de la protagonista femenina que debía encarnar cuando era joven. En “Erase una vez América”, una hermosa película sobre la amistad entre dos rapazuelos de Brooklyn que se enfrentan luego como adultos, compartió reparto, aunque no escenas, con Robert de Niro y James Woods. ¡Ahí es nada para su bautismo de fuego! Ella era la joven Deborah – su personaje adulto lo interpretaba Elizabeth McGovern que era violada brutalmente en un coche por un desquiciado Robert de Niro - y encandilaba a los dos muchachos protagonistas de la historia bailando sobre una mesa. De las manos de Sergio Leone pasaría luego a las de su compatriota Dario Argento, un obsesivo creador de películas de terror truculentas, que le daría un papel en “Phenomena” con 15 añitos y en otros olvidables film de horror, algunos de ellos estrenados directamente en video. La dulzura de sus rasgos y los hermosos mofletes que redondeaban su bello rostro la hacían sin duda proclive a papeles de víctima entre las manos de sádicos asesinos. Estuvo a punto de encasillarse en ese subgénero hasta que le dieron papeles más acordes con su edad y aspecto en “Laberinto” y en “Incide in the Laberinth”, fantasías infantiles en donde compartía planos con el camaleónico David Bowie que comparó su rasgos a los de una joven Elizabeth Taylor. Tenía sólo 16 años.

Un cuerpo para el pecado
A los 18 años la naturaleza produjo la extraordinaria transformación que se hacía previsible. El rostro de Jennifer Connelly apenas sufrió alteraciones. Seguía teniendo unos ojos verdes que hechizaban con su mirada, subrayados por el trazo ancho de dos hermosas cejas que le daban una fascinante personalidad, una nariz singular ligeramente pellizcada y una carnosa boca presta a seducir con resplandeciente sonrisa. Una muchacha sana, como indicaban sus mofletes que tentaban a hincar el diente. Pero había madurado como mujer. El cuerpo flacucho de esta actriz infantil sufrió una más que generosa transformación y sucumbió a los excitantes volúmenes de la feminidad que consiguieron que, de ahí en adelante, la vista no se centrara solo en sus ojos. Nació la exuberante Jennifer Connelly que conocemos hoy en día, una de las bellezas más turbadoras del celuloide. ¿A qué se debe su extraordinario atractivo? A la brutal contradicción entre su cara y su cuerpo. Una arquitectura carnal, que es un delirio de formas, un cuerpo absolutamente diseñado para el pecado y el deseo, que contrasta con la inocencia de los rasgos de su rostro de colegiala y la pureza de una mirada tan inocente como desarmante. Y lo que es más turbador aún, que la muchacha parece consciente de las pasiones que despierta su cuerpo.
Un avispado Dennis Hopper le echó la vista entonces y la apartó de una vez por todas de las películas infantiles, dispuesto a aprovechar su filón sexy. En “Labios ardientes”, un trhiller erótico, el guapo Don Jonson no sabia literalmente por quien decidirse, si por la explosiva rubia Virginia Madsen, que en esa película tórrida sacaba chispas, o por la contradictoria dulzura que irradiaba la bella Jennifer Connelly. Ataviada con una sucinto bikini negro, que contrastaba con la palidez de las carnes de esta neoyorquina que entonces contaba con poco más de 20 añitos, Connelly fundía los fotogramas cuando se desprendía de la pieza superior y mostraba los volúmenes que calladamente la naturaleza había labrado en su torso.

Su rostro no es un handicap
Dos años más tarde Antonio Banderas tenía la suerte de tenerla entre sus brazos en “Love and shadows”, sobre una novela de Isabel Allende. Su cabello color café, su aspecto latino y la sensualidad que irradiaba la hacían ideal para el papel y para los tórridas escenas de amor que interpretaba. Se consolidaba así el mito erótico de esta joven actriz que tendría otro hito histórico en su siguiente película. En “La brigada del sombrero”, un violento film negro ambientado en Los Angeles en los años cincuenta, del realizador maorí Lee Tamahori, Jennifer Connelly tenía un breve papel como Alison Pond, una mujer fatal que hacia perder la cabeza del duro policía encarnado por Nick Nolte y que olvidara entre sus brazos a Melanie Griffith. Comprensible. En un par de flash-backs en blanco y negro, con apasionadas escenas de amor, la Connelly mostraba en todo su esplendor sus generosos y turgentes senos. La muchacha moría, arrojada desde un avión, y al espectador se le encogía el corazón imaginando su sinuosa figura destrozada.
En “El secreto de los Abbot”, compitiendo en belleza nada menos que con Liv Tyler, salía airosa del desafío y rezumaba ternura por todos sus poros, aunque fuera un film blanco, sin nada de sexo y ella apareciera vestida recatadamente con faldas rojas de lunares acampanadas de la época. En “Dark City”, una oscura película futurista y romántica, la Connelly estaba espléndida en un papel dramático. En “Waking the dead” se mostraba de nuevo ardiente con su partnaire Billy Crudup en tórridas escenas de cama que dejaban a la vista todos sus innegables encantos.
¿Quién dijo que Jennifer Connelly no era versátil, capaz de hacer cualquier tipo de interpretación? ¿Alguien se podía imaginar a la dulce muchacha de mirada triste interpretando a una desventurada jonki que se prostituye por obtener droga? Darren Aronofsky, en la espléndida y rompedora “Réquiem por un sueño”, le da el que será, sin duda, su papel más duro: Marion Silver. En esta nihilista historia basaba en una novela Hubert Selby, la Connelly, metida de lleno en su papel de enganchada, aparece pálida y demacrada, sudorosa y agresiva, con las uñas pintadas de morado y maquillaje oscuro y, sin embargo, bella. Belleza y talento parecen ir unidas desde hace unos años en la carrera de esta neoyorquina.

CONFIDENCIAL
Nombre real: Jennifer Lynn Connelly. Lugar y fecha de nacimiento: 12/12/70, en Catskills Mountains, New York, EEUU. Medidas: 92-60-90 en 1 metro 72 centímetros de estatura. Infancia: Vivió con su familia en Woodstock, New York. Cuando regresa a Brooklyn Heights comienza su educación básica en la escuela de Saint Ann . Familia: Su padre es un empresario dedicado al negocio de la publicidad se une con un amigo de la familia para emprender nuevos negocios en esta misma area. Vicio confesable: Los caballos. Habilidades: habla fluidamente francés, italiano y japonés, y disfruta realizando actividades físicas como natación, alpinismo y ciclismo.

FILMOGRAFÍA Y WEBS SELECCIONADAS
Connelly en internet: La presencia de Jennifer en la Red es generosa. A través de
http://www.abce.es/ podemos acceder a casi todos sus sites. Hay una Jennifer Connelly Italian Home Page que está bastante bien. Pero sin duda, la más recomendable es www.microsaft.com/jc : prácticamente todas sus fotos, incluidas las más osadas y epidérmicas.
Filmografía:. Erase una vez en América (1984),
Phenomena (1985), The Valley (1985), Mondo dell'orrore di Dario Argento, (1985), Labyrinth (1986), Inside the Labyrinth (1986), Some Girls (1988), Étoile (1988), Labios ardientes (1990), Career Opportunities (1991), Rocketeer (1991), De amor y de sombras (1994), Semillas de rencor (1995), La brigada del sombrero (1996), Far Harbor (1996), El secreto de los Abbott (1997), Dark City (1998)
, Resucitar un amor (2000), Réquiem por un sueño (2000), Pollock (2000), Una mente maravillosa (2001) Un cruce en el destino (2007) Juegos secretos (2007) Diamante de sangre (2007)
Dark Water (2005), Pollock (2003) Una mente maravillos (2002)
Hulk (2002).

ESA BOQUITA DE PIÑÓN
"Desnudarme en el cine no me afecta más que llorar, reír o mirar intensamente a la cámara. Pero tampoco deseo encasillarme en papeles de chica voluptuosa".


"No estoy satisfecha de muchas de las películas que he hecho. Cuando las vuelvo a mirar me avergüenzo. Ahora siento una gran responsabilidad por todo lo que hago"

"El guión de Todo por un sueño me da miedo, porque mi personaje es realmente muy duro, una adicta a las drogas capaz de cualquier cosa y que lo pierde todo. Fue una experiencia agotadora."

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