EL COMIC

Tintín cumple 80 años

El célebre reportero creado por Hergé apareció por primera vez el 10 de enero de 1929 en la revista 'Le Petit Vingtième'

El 10 de enero de 1929 nacía Tintín, dentro de una furibunda historieta anticomunista titulada Tintín en el país de los Soviets, una carta de presentación ideológica de su creador el belga Georges Remi, que firmaría siempre como Hergé la veintena larga de títulos que publicaría a continuación, en la que el periodista rubio, asexuado ─ nunca se le conocieron devaneos con personas del sexo opuesto ni del propio ─ vestido siempre con bombachos y que se defendía con los puños ─ la España franquista, en las antípodas de EL CAPITÁN TRUENO, hizo un burdo remedo de él con Pedrín de las AVENTURAS DE ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRÍN que, mira por donde, rima con Tintín, un también periodista rubio, con bombachos y una porra por toda arma que ayudaba al policía Roberto Alcázar (¡Manda nombre!)─, recorrió todos los continentes, vendió 250 millones de ejemplares, fue traducido a más de 50 idiomas y fue adaptado a la pantalla con muy discreto éxito.
Con un trazo de dibujo limpio y cuidado, un gran sentido del humor y del ritmo, imaginación desbordante, perfecta capacidad narrativa, las aventuras de Tintin engancharon a millones de niños y jóvenes y me engancharon a mí, como no, con cuyos álbumes empecé a viajar por el Congo Belga, las selvas de Sudamérica, a remotas islas y hasta llegué a la Luna.
En honor al cumpleaños del reportero más famoso del mundo, el próximo martes día 14 de enero se inaugurará un mural para decorar una estación ferroviaria de Bruselas y el 22 de mayo -cumplaños de Hergé- se inaugurará el Museo Hergé en Louvain-La-Neuve (al sur de Bruselas).

Se cumplen ochenta años de Tintin. En unos tiempos en donde no existía el concepto de lo "políticamente correcto" - luego Hergé fue tachado de racista, fascista y algunas cosas más, posiblemente con razón- yo era un niño que disfrutaba como un enano leyendo todas sus aventuras en una biblioteca pública del barrio barcelonés de Gracia mientras me desternillaba de risa con cada viñeta. De mayor compré todos sus albumes con la excusa de regalarlos a mis hijos, a los que convertí en tintinófilos. La gracia de Hergé, aparte de en los guiones que, como narraciones de aventuras, estaban muy bien, radicaba, sobre todo, en sus secundarios, en la Castafiori, Hernández y Fernández, Tornasol, impagables. Y en Haddock, el maravilloso y borracho capitán de barco, marino que siempre solía tambalearse por tierra firme, que ahora sería considerado un pésimo ejemplo para los pobres niños.
Para este año se espera la versión cinematográfica de sus aventuras rodada por Peter Jackson bajo la protección de Steven Spielberg ante la que uno no puede sino aguardar con profundo escepticismo dados los penosos antecedentes. Tintín, maravilloso personaje de dibujo, no puede ser trasladado a imagen real sin que pierda todos sus encantos. Y mientras sus álbumes no dejan de venderse y de surgir nuevos tintinófilos entre los que quien esto escribe se cuenta.

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