CINE / MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS, DE JIA ZHANG-KE
MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS
Jia Zhang-ke
Después
de la notable Un toque de violencia, una
película de cine negro con trasfondo social, Jia Zhang-ke (Fenyang, 1970) vuelve a hablar, en tono crítico, de
lo que es su país, China, y lo hace a través de un retablo familiar dividido en
tres partes: un pasado más o menos inmediato, los años 90; el presente, 2014, y
el futuro, el 2025. En Más allá de las
montañas, que tras su paso por el festival de Cannes recibió en San
Sebastián el Premio a la Mejor Película Europea (algo muy discutible, porque es
una película china por los cuatro costados aunque en la producción figure Arte
France Cinema), el director de Naturaleza
muerta, Plataforma y Shijie se aboca de lleno a un melodrama
sentimental que tiene algún ribete folletinesco.
Tao
(Zhao Tao, la actriz de La pequeña Venecia), una mujer
exquisita, ama al honrado minero Lianzi (Liang
Jingdon), pero termina casándose con el dueño de la mina Zang (Zhang Yi), un emprendedor hombre de
negocios; pero el dinero no da la felicidad (la mujer se divorcia y el marido
obtiene la custodia de su único hijo Dólar; sí, como lo oyen, así se llama su
hijo fruto de estos tiempos de capitalismo chino voraz), y la falta de dinero,
tampoco (el minero enferma gravemente a consecuencia de su trabajo esclavo). El
hijo Dólar, ya en Australia, y en el 2025, está a punto de olvidar sus raíces,
tanto como el idioma (ya no sabe hablar chino y sólo se expresa en inglés), y
hasta de su madre Tao hasta que conoce a una profesora que le recuerda a ella y
le devuelve al pasado.
Esta
coproducción entre China, Francia y Japón (la productora de Takeshi Kitano), es un film emotivo
sobre las relaciones de familia y la descomposición de la sociedad china con el
advenimiento de las nuevas élites económicas que han vuelto a restablecer las
clases sociales, ese peculiar modelo del comunismo en maridaje con el
capitalismo que debe de remover al Gran Timonel en su tumba. Siempre he vivido en China y soy muy
consciente de las mutaciones fulgurantes que ha habido en el país, no solo en
el ámbito económico, sino también en las personas. Nuestra forma de vida ha
cambiado totalmente ahora que el dinero es el centro de todo. Jia
Zhang-ke se encarga de remarcar las diferencias entre uno y otro estatus
(vestimenta, coches, casas, gustos musicales), rueda en la presa de las Tres
Gargantas, que tanto ha contribuido a cambiar el paisaje social y natural de
China, y reivindica unas raíces populares que se pierden a todo ritmo; pero
también se extravía la película por una ambición desbocada, excesivo metraje y
caos en la escritura del guion, que, hacia el final, adquiere un tono de farsa
que chirría con el conjunto. Y, además, los actores, especialmente Zhang Yi, dejan mucho que desear en sus
interpretaciones.
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