SOCIEDAD / INFAMIA E INFAMES
Mientras se preparan los fastos (que ustedes y yo pagaremos) de la cumbre de la OTAN, esa ONG que persigue la paz a base de bombazos (algo menos de cuatrocientos mil muertes se le imputan al alter ego de EE.UU. en Irak, Afganistán y Siria), la reina Leticia acompaña a la señora Biden a visitar a los refugiados de primera clase (ucranianos de ojos azules) y las calles de la capital del reino se blindan para que pueda pasar La Bestia (el coche fortaleza del amo del mundo) y su séquito de cincuenta cochazos a prueba de bombas, en Nador, a muy pocos pasos de la frontera con España, se entierran en una fosa común, porque no merecen otra cosa esos negros desarrapados y sin nombre que soñaron con un mundo mejor, a las casi treinta víctimas de una masacre sin nombre. No sé si saben que esa brutal matanza, del que nos olvidaremos por la machacona OTAN (ayer los telediarios abrían con los problemas de los viajeros por la huelga de Ryanair, aún peor), es el resultado directo de las muy