CINE / AFTERSUN, DE CHARLOTTE WELLS
Prodigio de sutileza la de la directora escocesa Charlotte Wells (Edimburgo, 1987), cuyo debut cinematográfico con este largometraje, después de haber rodado unos cuantos cortos multipremiados, puede llevar a engaño. Aftersun , aclamada en el festival de Cannes y considerada por bastantes críticos cinematográficos como una de las mejores películas del año, es un luminoso descubrimiento que no defrauda a quien tiene la paciencia de dejarse llevar. Cine pausado y sin prisas en época de inmediatez en donde tres minutos de atención ya son demasiados. Asiste el espectador a una serie de fotogramas que parecen cine amateur, imágenes captadas por un teléfono móvil, junto a fotografías Polaroid, de las anécdotas de un verano que pasó la niña de once años Sophie Paterson (Frankie Corio) con su padre Calum (Paul Mescal) en uno de esos resorts en donde los clientes jamás salen del hotel y llevan una pulserita que les da acceso a todas las comodidades y bebidas sin pisar la calle. Durant