LITERATURA / INTERIOR ROJO, DE ISABEL NÚÑEZ LÓPEZ
Escribir relatos, aunque
no lo parezca, es tan difícil como escribir novelas. O más, si me apuran. El
relato, en muy pocas páginas, debe contar una historia, empezarla,
desarrollarla y cerrarla. La literatura ha dado enormes genios en el campo del
relato, verdaderos maestros en ese arte de la brevedad: Antón Chejov, Julio
Cortázar, Jorge Luis Borges, Clarice Lispector, Raymond Carver, Lucia Berlin,
Ignacio Aldecoa, tirando para el país, y muchísimos otros que los han combinado
con novelas.
Interior rojo
no es el primer libro de relatos de Isabel Núñez López (Madrid, 1978). Esta
abogada en ejercicio, licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de
Madrid con dos posgrados en práctica jurídica por la misma Universidad y en
Protección de Datos por la Universidad Oberta de Cataluña, se ha curtido
literariamente hablando en la Escuela de Escritores de Madrid, así como en el
taller literario El desván de la memoria de Ramón Alcaraz. Su primer libro fue Con
aire insolente publicado también por Bohodón Ediciones.
Encontramos en los
relatos de Isabel Núñez López muy buenas descripciones de espacios y escenarios
nada gratuitos, imbricados en lo que se cuenta en el titulado Interior rojo:
Todo era distinto, pero igual a la vez: en primer término, la gran verja de
hierro forjado que rodeaba por completo la propiedad, en la que aún crecía de
forma desordenada un macizo de jazmín que se enredaba con los últimos brotes de
un rosal ya caduco. Un escenario decadente, olvidado, abandonado en donde
la autora hace un homenaje pictórico a Henry Matisse y a uno de sus cuadros
emblemáticos que se reproduce en la fantástica portada del libro: Aquellas
reproducciones de cuadros famosos que su padre colgaba por toda la casa, como
aquel “Grand intérieur rouge” de Henry
Matisse encima de la chimenea sobresaliendo sobre los cuernos de los
ciervos y cuyo chirriante y fuera de lugar colorido atraía las miradas de todo
aquel que entraba en el salón.
Hay en el relato titulado
La sillería referencias a ese enfrentamiento cainita que sembró de
cadáveres las cunetas de nuestro país y lo congeló durante una dictadura de
cuarenta años: Les habían robado tres años. tres años en el mejor momento de
sus vidas cuando comenzaban a mirar al mundo, a abrir sus ojos y soñar. Tres
años de bombas, muerte, miedo, dolor y hambre. Sobre todo, hambre, la misma que
aun sentían y sentirían por mucho tiempo, la misma que hacía que les pesara el
alma con la misma liviandad del cuerpo, pese a las canciones de Germán y las
palmas del resto.
Madrid, la gran urbe,
vital y asfixiante al mismo tiempo— Ese monstruo de asfalto que es Madrid
nunca dormía del todo—, es retratada desde el punto de vista del trabajador
que tiene que coger el metro para ir al trabajo, en Moncloa, otro de sus
relatos que parece haberse escrito en un trayecto de transporte público: A
primera hora de la mañana de cualquier día laborable, el suburbano madrileño es
un lugar hostil que fagocita sin piedad a todos aquellos que no saben
desenvolverse debidamente. Y la gente que lo utiliza, ajenos a lo que
sucede a su alrededor, encerrados en su propia burbuja que los aísla de los
demás: Casi nadie da los buenos días, apenas un imperceptible hola, la gran
mayoría se limita a pagar sin decir nada, sin levantar la vista del móvil o el
suelo sin siquiera preguntar el precio que ya conocen de antemano. Incomunicados
entre multitudes, solitarios, aunque estén acompañados y se rocen unos con
otros: No queda rastro material o sustancial de que una vez en aquel rincón
del metro hubo un lugar lleno de vida, salvo la mirada perdida de Elena, que
una vez más se encuentra sola, rodeada de un mar de gente.
En Quemado hay
dolor y desesperanza, cuando las relaciones se terminan porque quizá ni
siquiera debieron haber empezado porque no hay ni ilusión ni futuro en ellas: El
día que su mujer le anunció que el abandonaba porque estar casada con él era lo
más parecido a ser viuda que a mantener un matrimonio real, frenó en seco. Fue
un punto de no retorno.
Y luego está la
naturaleza, en contraposición a la jungla del asfalto, ese bravo paisaje del
norte arrasado por vientos y tempestades en El Nordés: El Nordeste o
Nordés es un viento robusto, cortante y gélido; un aire maldito que, procedente
de Irlanda, golpea las costas gallegas sumiéndolas en una espiral de frío y
agua que las asola sin piedad.
Casi todos los relatos
están tocados por la nostalgia, pero en El mar el lector sospecha que la
autora está hablando de sí misma y de ese tiempo perdido que queda anclado en
la memoria y de cuando en cuando revive, en la escritura, por ejemplo: Mi padre tenía por aquel entonces un R-18
sin radio, ni, por supuesto, aire acondicionado, ni cinturones de seguridad en
los asientos de atrás, ni airbag, ni ABS, ni dirección asistida, ni nada de
nada.
Si Matisse, por el que la
autora siente una predilección especial, era un extraordinario pintor de
naturalezas muertas, que dejaban de serlo en cuanto sus pinceles recreaban
floreros y bodegones con un colorido extraordinario, Isabel Núñez López es una
extraordinaria paisajista que rinde tributo a esa Castilla hermosa e infinita: A
mí me encanta esta parte del camino, me fascina el amarillo inagotable de la
meseta, contemplar los campos de labranza a ambos lados de la carretera, las
tenues lomas en lontananza, las salpicaduras verdes y granates rompiendo los
ocres, dejando que la vista vuele sin ningún obstáculo. Me gusta Castilla y la
mirada infinita de su horizonte.
Escribir es mirar. La
mirada de Isabel Núñez López capta lo que el común de los mortales obvia. Los
relatos que contiene Interior rojo viran al pasado, hacia ese tiempo
perdido que en realidad lleva uno muy adentro, lo hacen desde la nostalgia,
están dotados de una enorme sensibilidad. Los días, iguales unos a otros,
transcurren sin piedad por el hilo continuo del devenir del tiempo. La rutina,
ese halo invisible al que nos ofusca los sentidos y nos hace deslizarnos por el
sendero de la vida de manera inconsciente, les priva de la más básica
percepción sensorial de todo aquello que está comenzando a ocurrir a su
alrededor. Breve y literariamente exquisito este Interior rojo de
una narradora excelente.
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