SOCIEDAD / EL HOLOCAUSTO PALESTINO

 


Hace unos días, en La Noche en 24 horas, el programa de debates sobre la actualidad que dirige Xabier Fortes, periodista que clama a diario contra el genocidio salvaje que está cometiendo el estado de Israel en Gaza (y en Cisjordania), salió Jesús Vera, exmilitar y analista político habitual en ese programa y en otros muchos, presidente de honor de la UNRWA, para aumentar las cifras de muertos en Gaza hasta un 70 por ciento más de las que oficialmente se conocen. A los asesinados (porque los palestinos civiles son asesinados por unas Fuerzas de Defensa de Israel que ya son como las Wafen SS del nazismo, despiadadas y cobardes) directamente por disparos y bombas hay que sumar los desaparecidos que no aflorarán jamás porque están sepultados en ese mar de ruinas en que se ha convertido la mayor fosa común a cielo abierto de la historia de la humanidad, los muchos heridos que fallecen en los hospitales, los enfermos que no pueden ser curados por falta de medicinas e infraestructura hospitalaria debido al bloqueo, los que mueren por enfermedades derivadas de esta espantosa situación y los que fallecen a consecuencia de la hambruna impuesta por los criminales israelíes. The Lacent, una publicación británica muy seria, dice que por cada víctima directa de la masacre hay cuatro indirectas. Estaríamos hablando entonces de más de doscientos mil asesinados por las gloriosas Fuerzas de Defensa de Israel. Xabier Fortes habló directamente de Holocausto palestino.


El Holocausto programado del pueblo palestino no es el único después del genuino perpetrado por el nazismo contra judíos, gitanos, homosexuales, eslavos, disminuidos físicos y psíquicos e izquierdistas (conviene hacer ese matiz, porque parece que solo se asesinó a judíos durante el III Reich y el resto de víctimas no cuenta). La matanza de tutsis por los hutus en Ruanda se desarrolló ante la pasividad de la comunidad internacional y el testigo de un contingente de tropas de Naciones Unidas que nada hizo por evitarlo. La perpetrada por el maoísta Pol Pot en Camboya diezmó a una parte importante de su propia población en medio de un régimen de terror en el que utilizar gafas era ser señalado por una diana en la nuca. Pero el actual, el que se produce en Gaza (y en Cisjordania más silenciosamente) tiene la característica que lo vemos en directo en las pantallas de los televisores gracias a los periodistas que todavía sobreviven en medio de esa espantosa matanza hasta que sean eliminados por las gloriosa y valientes Fuerzas de Defensa Israelíes, las nuevas Wafen SS, que se ensañan con ellos para que no informen de sus atrocidades.


La inacción de la Unión Europea, que todavía está estudiando si Israel está cometiendo crímenes de lesa humanidad y genocidio (parece que esos políticos de Bruselas no tienen tiempo para encender los televisores y ver lo que pasa, que no se han leído los informes del Tribunal Penal Internacional que ha dictado orden de busca y captura de Netanyahu) es vergonzosa y traerá consecuencias. En esa Unión Europea, que ya es una simple unión de intereses económicos y no de principios democráticos ni morales que no existen, Hungría, por razón de su mandatario Viktor Orban, un elemento de extrema derecha xenófoba y amigo de Vladimir Putin que ha recibido con todos los honores al carnicero de Tel Aviv, y Alemania, que parece arrastrar su responsabilidad con el primer Holocausto y la tendrá sobre este segundo, son los más reticentes a implementar algún tipo de sanción a Israel que hasta el momento ha violado todos los tratados internacionales y los derechos humanitarios y se ha ido de rositas desde hace mucho tiempo. Pero si hablamos de la vergonzosa actitud de la Unión Europea, y el cierre de filas de Estados Unidos, porque Netanyahu es su hijo de puta al que hay que mantener (Donald Trump lo está dopando con el armamento que debería ir destinado a Ucrania y Biden hizo más o menos lo mismo), no podemos dejar pasar por alto la escasa, o más bien nula, fuera de sus poblaciones que se manifiestan sin ningún resultado, solidaridad del mundo musulmán con sus hermanos masacrados. ¿Dónde está la Liga Árabe?, me pregunto. Irán, hasta el momento, y forzada por Israel que la ha atacado una y otra vez, y ahora porque no está dispuesta a que el régimen (detestable) de los ayatolás tenga la bomba atómica (solo la puede tener Israel y punto), es el único país que está respondiendo militarmente al matonismo de Netanyahu que, mientras duren las guerras (aspira a desencadenar la Tercera Guerra Mundial ese malnacido) no será procesado, y lo hace con una cierta efectividad por las imperfecciones del Escudo de Hierro, sus sistema de defensa que no es infalible al cien por cien. La respuesta de la Liga Árabe ante la matanza de palestinos es cero, y no solo cero sino que Egipto detiene a los manifestantes internacionales que iban a romper el bloqueo de la franja de Gaza, convirtiéndose el dictador Al Sisi es un gendarme de Israel, en su esbirro (y no abre el paso de Rafha para que los palestinos puedan escapar de la masacre), y Jordania, que tiene en su seno cientos de miles de palestinos huidos de los sucesivos progromos de Israel, se dedica a interceptar los misiles balísticos que dispara Irán contra el país vecino. Hay dos países musulmanes que ayudan a Israel, como si necesitara alguna ayuda el estado sionista, y el resto se encoge de hombros.


La entrada activa de Estados Unidos en la guerra que ha declarado unilateralmente Israel a Irán complica mucho más las cosas para los palestinos. Irán, por su propia supervivencia, debería tener la bomba atómica, por supuesto, porque si no la consigue (y me temo por ellos que están lejos de conseguirla ahora) caerá el país en manos de Israel y de Estados Unidos como le ocurrió a Irak por no tener, precisamente, esas armas de destrucción masiva (gastaron con los kurdos las que les vendió Estados Unidos), pero el bombardeo, de última hora, de las plantas nucleares del país de los ayatolas por parte de Donald Trump que se jacta de sus superbombas, saltándose, una vez más, la legalidad internacional, puede que haya truncado para siempre las posibilidades defensivas de Irán. Estados Unidos, con la complicidad de Europa, se dedicó a eliminar a los líderes molestos a los que había encumbrado cuando ya no le sirvieron: Sadam Hussein, Muamar El Gadafi y Bashar al-Ásad, tres sátrapas sanguinarios que molestaban en esa reorganización a la carta de Oriente Medio que se está llevando a cabo desde hace décadas para favorecer los intereses de Israel, y ahora todo se centra en Irán con el único fin de consolidar a Israel, y Estados Unidos, como única potencia hegemónica en la zona.  


Los palestinos están solos en el mundo. Irán se va a cuidar mucho a partir de los bombardeos de sus plantas nucleares de contraatacar porque está en juego la supervivencia del régimen y no se descarta que el plan del tándem Israel-Estados Unidos sea el de provocar una sangrienta guerra civil para forzar un cambio de régimen. Los corruptos países del Golfo han sellado acuerdos comerciales con Donald Trump y van a seguir asistiendo sin inmutarse a la desaparición del pueblo palestino. El nuevo líder de Siria, un miembro de Al Qaeda que ha cambiado el turbante por la americana y la corbata, ni siquiera chistó cuando Israel violó sus fronteras para bombardearlo. Rusia está centrada en Ucrania y China lleva décadas al margen de cualquier guerra porque lo suyo es la invasión comercial silenciosa. Los gazatíes, y luego los palestinos de Cisjordania, morirán hasta ser exterminados sencillamente por el hecho de serlo, por ser pobres, uno de sus mayores pecados, por no tener una fuerza militar disuasoria más allá de esa guerrilla de Hamás, manipulada por el Mossad, y por su infinita soledad en un mundo que ha borrado de su vocabulario las palabras solidaridad y empatía. Nos hemos vacunado contra el horror y solo reaccionaremos cuando este llame a nuestra puerta, y llamará, no nos equivoquemos, en las plazas de París, Londres, Berlín o Madrid dentro de unos años y nos preguntaremos, desmemoriados, por qué. Y el sueño de ese tándem de villanos formado por Donald Trumpo y Benjamín Netanyahu de edificar sobre los huesos calcinados de cientos de miles de víctimas ese maldito resort turístico que parece una broma macabra se cumplirá. En eso se ha convertido el mundo cuando gobiernan los peores y lo hacen por el designio de sus pueblos. Los alemanes votaron a Adolf Hitler, los norteamericanos a Donald Trump y los israelíes a Benjamín Netanyahu.  Malditos sus gobernantes y malditos sus pueblos. La humanidad ha perdido la conciencia.


¿Novela negra, de aventuras, de denuncia social, histórica? ¿Homenaje a Josef Conrad y a El corazón de las tinieblas? 

Una obra que sigue a un personaje que al no encontrar sentido a su vida, su frustración le lleva a ser testigo de una parte horrible de la historia mundial, en un lugar del mundo donde las grandes potencias juegan a su antojo, y donde la vida de sus habitantes no vale nada, sumergiéndose en la barbarie de las tradiciones salvajes de las que, a pesar del contacto con la civilización, aún no se han desprendido.
 J. JAVIER ARNAU  en Anika entre Libros
 
Todo es interesante —el socio sin escrúpulos, el argentino que Agustín conoce en alta mar— pero me gustaría destacar algo notable: la formidable, entregada y detallista narración de la vida en el mar, la gran descripción de una tempestad —quienes aprecian a Patrick O’Brian lo entenderán—, allí, en ese buque de nombre Nostromo, que no es que se dirija al corazón de las tinieblas: el barco mismo lo es. 
      LILIAN NEUMAN en Culturas / La Vanguardia       

 El lector puede decir que tiene entre las manos una novela de aventuras y, al mismo tiempo, de crítica social, una novela de género negro porque “Monrovia” (Bohodón Ediciones, 2025), el libro número 62 —que se dice pronto— del escritor José Luis Muñoz, ambientado en la capital de Liberia, pivota entre ambos géneros. 
 LLUNA VICENS en Entretanto Magazine 

Con mayúsculas, porque Monrovia no es ninguna novela de aventuras, sino que, inspirándose en aquellas, en realidad las subvierte: la aventura deviene desventura, un infierno, un horror al que el protagonista escapa milagrosamente, un horror del que hubiera sido más que probable no haber podido escapar. 
LAS NUEVE MUSAS 

Da gusto enfrascarte en una novela de aventuras en este tiempo y quedarte plenamente satisfecho del logro literario que ha conseguido su autor. Además, no es una mera novela de aventuras, es una reflexión sobre la mezquindad del ser humano, sobre la violencia, es una rabiosa denuncia de aquella África tan sometida al hombre blanco, tan estrujada por él. 
VÍCTOR CLAUDÍN en Aquí Madrid




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