SOCIEDAD / PEDRO SÁNCHEZ: TOCADO Y ¿HUNDIDO?
Confieso haberme quedado en
shock con las famosas y obscenas grabaciones de Koldo García del informe de la OCU que incriminan nada
menos que al ya ex número tres del PSOE Santos Cerdán por quien el presidente
del gobierno, todos sus ministros y Rodríguez Zapatero, entre muchos otros, ponían
la mano en el fuego y se la han achicharrado. No es admisible en una democracia
seria que un presidente del gobierno tenga dos secretarios de organización, es
decir, gente de su máxima confianza, imputados por graves delitos de corrupción
(José Luis Ábalos), o a un paso de ser imputado (Santos Cerdán). En el caso de
que sean tres los mosqueteros corruptos, que está por ver, el jefe de la trama
resulta que era Santos Cerdán que con las supuestas mordidas se compró una
empresa constructora con la que siguió mordiendo y el asunto arranca de mucho
antes, de cuando el ahora ex secretario de organización del PSOE campaba a sus
anchas por Navarra sin levantar ninguna sospecha. No es creíble, ni lógico, que
Pedro Sánchez, tras apartar a uno de sus hombres de máxima confianza que le
ayudó a recuperar la secretaria general del partido tras ser defenestrado por
los suyos, José Luis Ábalos, seguramente por asuntos de faldas (al valenciano
la OCU le sorprendió, en el último registro, con una señorita a la que mandó
llevar a pasear al perro y un disco duro que acabó en manos de los registradores
de su propiedad), al que era tan dado el exministro que podemos hablar de una
adicción, pusiera en su lugar a Santos Cerdán, que era el hombre de confianza
del ministro (en realidad era su jefe). Todo, absolutamente todo, huele muy mal
en este asunto y el temor de Sánchez y del PSOE, que han actuado con la
esperada contundencia de un partido de izquierdas (Ábalos ha sido expulsado;
Santos Cerdán se ha dado de baja en el partido y ha entregado su acta de
diputado), es que haya más implicados cuyos nombres vayan saliendo en las
próximas entregas de audios, corruptos y empresas corruptoras, que parece que
se nos olvidan. Y eso sería devastador.
Con lo que ha ocurrido,
en cualquier país democrático homologado de la Unión Europea (Francia y Alemania,
por ejemplo), un escándalo de estas dimensiones se habría llevado el gobierno
por delante, hubiera sido insoportable. En la antigua Roma republicana, tipos
como Koldo, un armario que era portero de discoteca y aizcolari, el sexoadicto
José Luis Ábalos y el presunto jefe de la trama Santos Cerdán hubieran sido
invitados a cortarse las venas o a tragar cicuta, y lo habrían hecho si
tuvieran ese mínimo de dignidad que no tienen. Ninguno de los tres se ha pegado
un tiro. El cinismo de los personajes llegó al extremo de que un José Luis Ábalos
en camiseta, a la puerta de su modesta casa, apelaba a terminar con esa
pesadilla que manchaba su buen nombre, o a que Santos Cerdán leyera en el
congreso de los Diputados las obscenas conversaciones que el traidor Koldo
había grabado, segundos después de que negara con vehemencia la existencia de esas
conversaciones y haber aceptado mordidas: cara dura a la altura de Mazón. Tienen
suerte esos tres individuos que España sea un estado garantista y no encontrarse
en China en donde estos asuntos se solventan con un disparo en la cabeza y el
reo pagando la bala que lo ha de matar. Pero si en Francia, o en Alemania, este
escándalo financiero, político y sexual (las conversaciones entre Koldo y
Ábalos son especialmente repugnantes) se habría llevado por delante al gobierno,
¿qué ocurre en España, la excepción ibérica?
Pedro Sánchez es un
resistente nato. Fíjense si lo es que hasta publicó un Manual de resistencia.
Ha tenido que hacer frente a crisis de una envergadura considerable como el
COVID, el volcán de la Palma, la guerra de Ucrania, el genocidio de Gaza, las
causas que atañen a su esposa y hermano, la imputación del Fiscal General, la
DANA de Valencia, insultos gruesos de todo tipo, hasta agresiones físicas, y
ahora la basura que le estalla en las manos y de la que es directo responsable
in vigilando porque él puso a dedo a esos dos personajes indeseables que
precisamente le ayudaron a ganar las primarias en su partido cuando fue
defenestrado. Si en los asuntos judiciales de Begoña Gómez, su hermano David y
el fiscal general se advierte una parcialidad escandalosa de los jueces
instructores que parecen estar a sueldo de partidos de la derecha y
organizaciones ultras, en el caso Koldo, que es el caso Ábalos, y ahora el caso
Santos Cerdán, las evidencias son claras y aquí no cabe hablar de justicia
partidista. Pero Pedro Sánchez, lejos de amilanarse, contraataca, tras un día
de pedir perdón unas cuantas veces con rostro grave y compungido, con una
verdad irrefutable: el PSOE reacciona, en cuanto le llegan los audios, con la
expulsión exprés de los presuntos corruptos mientras el PP los aguanta a capa y
espada, y los casos que invalidan al partido de la oposición para convertirse
en adalid de la limpieza son tan apabullantes que se podría rodar toda una
serie con ellos de diez capítulos por lo menos. El PP no puede dar lecciones de
nada cuando el secretario general que intentó
denunciar la conducta dudosamente moral de la señora Díaz Ayuso sufrió un
defenestramiento exprés.
¿Por qué no dimite Pedro
Sánchez y por qué, de momento, no le dejan caer sus socios de investidura?
Simplemente porque la alternativa es mucho peor, como así se ha demostrado, así
es que aquí se trata, por desgracia, de ponerse una pinza en la nariz y no ir
de Guatemala a Guatapeor. Y porque así como en Francia existe una derecha
democrática, y también en Alemania, que no pacta con la extrema derecha
fascista, precisamente para preservar la democracia en sus países, la de
España, el PP, no puede homologarse con esas dos derechas europeas porque sigue
sin desprenderse de su matriz franquista, la Alianza Popular de Manuel Fraga
Iribarne, su fundador, y se deja abrazar por VOX, un partido xenófobo,
antidemocrático, que quiere ilegalizar los partidos independentistas y de extrema
izquierda, si los hubiera, y que loa el franquismo como un periodo de
prosperidad y sosiego frente a la Segunda República justificando el golpe de
estado y la guerra civil subsiguiente. Y el PP, y eso se lo debe hacer mirar el
señor Núñez Feijóo, no tiene a nadie, absolutamente a nadie del arco
parlamentario, con quien pactar. Algo está haciendo mal el líder gallego si en
el momento más delicado del PSOE no es capaz de echar al gobierno.
La situación es sencillamente
endemoniada, más cuando el actual presidente del gobierno se presentó como
inmaculado mirlo blanco para combatir la corrupción del PP de M. Rajoy al que
defenestró en una moción de censura tras una sentencia condenatoria del partido
de la derecha española. El saldo de las muchísimas medidas sociales que ha
implementado el gobierno progresista del PSOE-Podemos y PSOE-Sumar (gestión del
COVID, subida del SMI, pensiones, gratuidad de transporte público, ERTES para
salvar los empleos durante la pandemia, crecimiento económico, liderar en
Europa la condena del genocidio de Israel, descenso espectacular del desempleo,
aumento de los empleos fijos, reducción del horario laboral…) se van por el
sumidero por el ruido de estas escandalosas revelaciones. Pero Pedro Sánchez
resistirá sencillamente porque la alternativa es peor y los partidos que lo
sustentan, y los ciudadanos que han votado PSOE y a esos partidos, se ponen una
pinza en la nariz y prefieren ese olor a podrido a una alternativa más podrida todavía
y de extrema derecha antidemocrática. ¿Triste? Por supuesto. ¿Podrá Sánchez
sobrevivir? Ha dado suficientes ejemplos en el pasado de que sí. Tiene por
delante una agenda internacional, en la que se desenvuelve con enorme soltura y
le favorece, y el verano a la vuelta de la esquina, que lo tapa todo. Ha de
aguantar hasta julio, si es que puede y no salen nuevas grabaciones, que ese es
el gran temor dentro del PSOE. ¿Debe ser el próximo candidato? Pues,
sinceramente, pienso que no porque está más que amortizado y tampoco es
aconsejable para su salud personal tanto estrés. Pedro Sánchez ha agotado su credibilidad,
no demuestra con pruebas fehacientes no haber estado al corriente de la
conducta de esos dos colaboradores indeseables y creo que debe dar paso a otro
candidato y a otro secretario general que lidere el partido, porque en el PSOE,
como hace unos días me señaló un buen amigo, hay gente muy preparada que no
tiene sobre sí la sombra de la sospecha, y la de Pedro Sánchez es muy grande.
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