CINE / GARRILLOS Y CHOCOLATE CALIENTE, DE SOPHIE REINE
CIGARRILLOS
Y CHOCOLATE CALIENTE
Sophie Reine
Película
con padre alternativo, como el de Toni
Erdmann, pero éste aceptado por sus dos niñas pequeñas que se lo pasan en
grande con él. Cigarrillos y chocolate
caliente, nominada al premio César a la mejor opera prima, es una fábula
sobre Denis Patars (Gustave Kervern)
un padre hippie, contracultural y viudo desde hace tres años, que, según las
normas establecidas, no cuida debidamente a sus hijas porque viene a recogerlas
tarde al colegio, no las estimula para que hagan los deberes, tiene un
zoológico en casa, ésta está siempre desordenada, etc. Para evitar perder la
custodia de sus niñas Mercredi de 13 años (Fanie
Zanini) y Janine de nueve años (Heloise
Degas), que padece un síndrome nervioso que le provoca constantes tics, ese
padre acude a un grupo de terapia dirigido por Sevérine (Camille Cottin) una rígida asistenta social que se irá encariñando
y cambiando de opinión con respecto de Denis a medida que lo conozca.
Comedia con
niños y padre meloso que sufre el síndrome de Peter Pan. Podría ser una
mordiente película sobre familia alternativa monoparental, pero se queda en una
cómoda y empalagosa superficie, una inanidad argumental en la que el cine
francés de consumo se siente muy a gusto. Sophie
Reine articula una película infantil y simpática para proyectar por fin de
curso en un centro escolar o el domingo, después de comer, en televisión como
alternativa a los documentales de animales.
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