CINE / LAS OCHO MONTAÑAS, DE FÉLIX VAN GROENINGEN Y CHARLOTTE VANDERMEERSCH

 




Película hablada en italiano aunque el dúo de realizadores sea belga, una cinematografía tan brillante como olvidada de la que se estrenan películas con cuentagotas. Film sobre una férrea amistad masculina que se forja en el seno de los Alpes italianos entre un chico de ciudad, Pietro (Luca Marinelli), que vive en Milán pero veranea en un diminuto y despoblado pueblo, y Bruno (Alessandro Borghi), un lugareño que ama su terruño hasta el punto de no haber salido nunca de él. A los dos, además de su afición montañera, los une su difícil relación con sus padres, compartir la misma novia Lara (Elisabetta Mazzulo), que pasa de los brazos del primero al segundo como urbanita fascinada por el mundo rural, y una casa, perdida en una cumbre, que el padre de Pietro compró cuando la relación con su hijo era más tensa, en cuya reconstrucción se implican ambos amigos y que les sirve de refugio. Mientras para Bruno el mundo se reduce a ese rincón de los Alpes, Pietro viaja por el mundo, llega al Nepal, conoce a Asmi (Susakshya Panta) y se convierte en afamado escritor, pero siempre regresará a ese paisaje iniciático y a su amigo de la infancia que le lleva a los mejores momentos de su vida.

 


Sin pretensiones cinematográficas, con pasmosa placidez y sencillez, sacando el mejor partido a unos paisajes espléndidos de aquí, los Alpes, y de allá, la cordillera del Himalaya, y del feeling que se da entre los protagonistas de esta historia que actúan en estado de gracia absoluta, Las ocho montañas, guion adaptado de la novela homónima de Paolo Cognetti, se convierte en una de las más sensibles epifanías erigidas en torno a la amistad masculina, sin que medie el sexo, y confronta dos formas de entender la vida, la del que se cierra en sí mismo, y es feliz en su reducto, y la del que necesita ampliar horizontes, y también lo es.

 

La película, a ratos muy lírica, impregnada de ese paisaje que la envuelve y se convierte en el tercer protagonista, con personajes incrustados en el hábitat natural como en Dersu Uzala de Akira Kurosawa o Las aventuras de Jeremiah Johnson de Sydney Pollack,  va más allá de esa relación de amistad tan bien tratada, con sus crisis y distanciamientos correspondientes, cuando Pietro, el chico de ciudad, comprende lo injusto que fue con su padre (Filippo Timi), lo poco que supo apreciarlo y lo mucho que podía haber compartido al descubrir esa casa en ruinas que compró casi en secreto, con la ayuda de su amigo Bruno, y que los dos amigos restauran en su recuerdo. 

 


Las ocho montañas recibió el Premio del Jurado del Festival de Cannes en 2022, el de mejor fotografía en la Seminci de Valladolid y 4 premios David di Donatello.  Sus directores Félix Van Groeningen (Gante, 1977) y la actriz Charlotte Vandermeersch (Oudenaarde, 1983), su pareja en la vida real, dirigen con extrema sensibilidad este film apologético de lo que podríamos denominar cine de montaña. Una película sencillamente bonita y tierna.


Una novela infestada por la literatura desde la primera a la última página que gira en torno a la impostura, las modas efímeras, los cenáculos, las editoriales, los críticos y la creación artística. Una matrioska literaria que contiene otra novela que, a su vez, contiene otra. Un homenaje a la literatura alemana de Thomas Mann, Thomas Bernhard y Günter Grass.



 

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