CINE

MIENTRAS DUERMES
Jaume Balagueró


Con una filmografía exitosa a sus espaldas desde su primer film, y el aval del público y también, aunque no tan entusiástico, el de la crítica especializada, el leridano Jaume Balagueró es, indiscutiblemente, el maestro del cine de terror español, género en el que nuestra cinematografía tiene muchos cultivadores y filmes notables, y para demostrarlo allí está esa larga filmografía (Los sin nombre, Darkness, Frágiles, Rec) con casi una película por año.
César (Luis Tosar) es el portero de un edificio de apartamentos del Ensanche barcelonés, con una relación complicada con su propietario argentino (Carlos Lasarte) que desconfía de él y busca despedirlo; su trabajo le permite conocer a fondo los secretos de todos los inquilinos con los que alimenta su pulsión voyeur. Con Clara (Marta Etura) la siempre sonriente nueva vecina del 5º B, tiene una fijación e idea una retorcido plan, y para ello cada noche se colará en su apartamento sin que ella lo advierta, llegando, en su obsesión por ella, a cotas cada vez más arriesgadas.
La última película de Balagueró es la historia de una obsesión enfermiza llevada a los últimos extremos; César, su protagonista, es un émulo del dualismo humano, del amable doctor Jekyll por la mañana y el siniestro Hyde por las noches. Mientras duermes, aunque tenga algunos momentos terroríficos y sangrientos, se aparta de todo lo que ha hecho hasta el momento el director de Los sin nombre (aquí no hay sustos, ni cámara subjetiva, ni efectos especiales, ni puertas que se cierran, ni pasillos oscuros) para adentrarse en los terrenos del trhiller psicológico, y lo hace con mediana fortuna. Si la ambientación y la atmósfera están plenamente conseguidos (Balagueró en eso es un maestro), la historia tiene incomprensibles lagunas y los personajes fallan. Hay garrafales errores de guión, que firma Luis Marini, y desbaratan la credibilidad de la película (sin ir más lejos, cuando la pareja formada por Clara y Marcos (Alberto San Juan) sorprende en su habitación al intruso portero; o la invasión provocada de cucarachas, poco creíble por excesiva), frente a secuencias impactantes como la de esa lucha a muerte entre dos personajes que acaba en la bañera con uno desangrándose por una brutal herida que recibe en el cuello, perfecta en su contundencia. Y es una lástima porque la idea original de la película, con ese portero amable y servicial que, por las noches, se mete en la casa de una de sus vecinas para adormecerla y violarla, tiene indudable gancho (aunque la explicación a esa conducta, tener un hijo, se me antoje un tanto disparatada) y remite directamente al cine de Román Polanski.
Estamos, pues, ante un film fallido de un maestro del cine de terror que ha intentado explorar, sin demasiado éxito, otro género, el trhiller psicológico. Y tampoco es que estén demasiado convincentes los actores, con excepción de Luis Tosar, una apuesta segura para cualquier película que lo tenga, pues ni Marta Etura, a pesar de que es su esposa en la vida real, ni Alberto San Juan, encasillado como actor de comedia, transmiten la necesaria verosimilitud a los personajes que interpretan.
JOSÉ LUIS MUÑOZ

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