DIARIO DE UN ESCRITOR
Arán, 2 de febrero de 2013
Después
de casi un mes de silencio, vuelvo al diario tan abandonado por múltiples
circunstancias que sería prolijo relatar, así es que cada uno rellene ese largo
paréntesis como quiera, que también los silencios son creativos y son fuente de
inventiva.
Predije
que el 2013, que acaba en ese número fatídico, no sería mejor que el malhadado
2012. No me equivoqué.
Un
virus agresivo, y policial, que me acusaba de un montón de desmanes sexuales
informáticos, descargas ilegales, formar parte de una cúpula yihadista, querer
reconstruir la FAI, ser proxeneta, coyote en el Río Grande, tener dinero en
Suiza y no sé cuántas cosas más (los
delitos eran tan variados que cualquiera podría verse reflejado en alguno de
ellos) me bloqueó durante días el ordenador. Después de arreglado, y limpiado
de impurezas, previo pago a un informático que creo me metió otras (encenderlo
y ya me salen doscientos anuncios), ese apéndice vital (ya no sé escribir a
mano, confieso avergonzado), el virus pasó de él a mi cuerpo y anduve dos días
en cama combatiendo un alien inoportuno con dieta de arroz blanco hasta casi
morir de aburrimiento, inacción e inanición. Así es que en lo personal, 2013 se
presentó torcido.
Pero no
todo es malo, para otros. Me alegra, por ejemplo, que Sergio Vila-Sanjuan haya
ganado el Nadal. También me alegra que Lorenzo Silva se haya hecho con el
Planeta. Yo en el 2012 no gané nada, más bien perdí. A la sequía de premios
(calculo que han desaparecido el 75%) se añade una sequía espantosa de ingresos
literarios (las editoriales no pagan, no contestan o quiebran), con lo que me
estoy planteando hacer de negro de alguien, sinceramente. Ni Patpong Road, ni Bellabestia, ni La invasión
de los fotofóbicos, me están dando
muchas alegrías. Puede que me lo merezca.
Estoy tan
apurado como el 80% del país. Así es que me olvidé de la cerveza y el diario
ritual (la nieve y el cielo nublado tampoco alientan el consumo) y opté por el
encierro monacal. Gracias a ese encierro monástico, sin contacto humano
exterior ni más ejercicio que el de cortar leña para calentarme durante las
noches, convertí una novela corta en una novela más larga y conseguí que
tuviera más enjundia. Volver sobre textos antiguos y olvidados y retomarlos es
un ejercicio estimulante. Damballah
se llama el resultado de una semana puliendo un texto y duplicando sus
páginas. Pero aún no estoy satisfecho y
seguro que volveré a él. Como curiosidad, porque cuadraba con la historia
fantástica y terrorífica que es el nucleo de la novela, aproveché esa vieja inscripción
de 1831 de una casa del pueblo, la maldición, que siempre me pareció sugestiva
y literaria. De la piedra a la cámara de fotos; de la cámara de fotos al
ordenador; de éste, quizás, al papel.
A
principios de año ya hubo noticias inquietantes de cómo iba a ser enero, que
siempre es un mes nefasto tras las alegrías obligadas de diciembre. Cerraba la
librería Catalonia, uno de los referentes de Barcelona, con más de cien años de
historia, situada en el corazón mismo de la ciudad, junto a la plaza Catalunya,
y prevé instalarse allí un restaurante de comida basura. El signo de los tiempos. La cultura que se va
literalmente a la mierda, gastronómicamente hablando.
En
Catalunya, mientras, al hilo de Catalonia y la emblemática plaza sobre la que
ya no sobrevuelan palomas, a las que alimentaba en mi niñez, Mas y Jonqueras
siguen con su órdago independentista que nadie sabe adónde nos va a llevar,
espero que a las manos no. Mi voto lo tengo muy claro para ese referéndum. Como tengo muy claro que el referéndum, como
dice Mas, se ha de celebrar sí o sí. Malas lenguas dicen, y quizá no anden
erradas, que lo que Mas pretende con ese desafío soberanista, que para mí no lo
es en absoluto, desafío (uno se puede divorciar cuando quiera, pero lo que aquí
es divorcio en España se lee como amputación de una extremidad) es ocultar una
gestión tan pésima como la de su compañero ideológico Rajoy, sus vergüenzas corruptas
(no hay que olvidar que la sede central de CDC está embargada por el caso
Palau), los chanchullos de su socio de coalición, obligado a devolver un dinero
del que se apropió, y la conducta ejemplar de la familia Pujol que vemos que se
ha comportado más o menos como la Familia Real, pero es que Pujol se creía poco
menos que el rey de Catalunya y su descendencia príncipes con derecho a pernada
económica, a llevarse el dinero a Andorra, a traficar con influencias y lo que
irá saliendo. Yo, de Pujol padre, me sentiría muy orgulloso de sus delfines, de
cómo los he educado dentro de la ética y el patriotismo (bueno, en Andorra el
idioma oficial es el catalán, por eso se deben haber ido allí los dineros, digo
yo).
Y
hablando de la Familia Real, o irreal después de ese Rey cazando elefantes que
se va rompiendo por todas partes y los médicos no saben cómo coserlo, van
saliendo nuevos documentos que espero sirvan para meter a un duque, o exduque,
que después de haber salido de la página web oficial de la Casa Real, perdido
una calle en Mallorca por haberse empalmado en sentido metafórico con sus
negocios y quedar, quizá, como pobre de solemnidad cuando todos sus bienes le
sean embargados, en la cárcel, residencia que le desea el 90% de la ciudadanía,
y que su princesa de cuento de hadas,
que nadie se explica cómo todavía no ha sido imputada, como sí lo ha sido la
señora Pantoja, por poner un ejemplo paralelo, visite a su encarcelado exduque,
quizá ya exesposo si sigue la presión para que se divorcie de él por esa
conducta no ejemplar (¡cuánto eufemismo y qué mal suena!) y tenga sus
preceptivos vis a vis que les permite el sistema carcelario español para
engendrar nuevos principitos, porque si por dimes y diretes, callejones
procesales, defectos de procedimiento, prescripciones, recursos ad nauseam, (los
que le están librando a Jaume Matas, expresidente balear, exministro del PP,
exmilitante del partido, a esquivar la prisión), no pisa la cárcel puede estallar en este país,
de una vez por todas, un estallido social de los gordos que deje en agua de
borrajas la Revolución Francesa con guillotina incluida. Veremos.
Por suerte,
en mi exilio bucólico, en el Valle de Valles, nieva, todo está de un blanco
impoluto y virginal, aunque por sus laderas nevadas, o por sus figones, más
bien, porque las laderas, para ese personaje, pueden entrañar un cierto
peligro, corre un sujeto que se ha convertido en una celebridad nacional e
internacional, Bárcenas, alguien tan famoso ya como Shakira o Pelé, y mira que
años atrás nadie sabía de ese oscuro tesorero, fontanero en la sombra, que
ordeñaba las finanzas del PP y repartía entre los suyos. Bárcenas va y viene al
Valle de Arán, lo que creo es un serio desprestigio para el Valle, pero aún los
araneses, y yo me cuento entre ellos, aunque siempre me siento extranjero del
territorio que habito, no han lanzado su órdago soberanista ni han puesto
fronteras a la entrada del túnel de Vielha para que especímenes como él no se
puedan mover por su territorio a sus anchas.
Lo de
Bárcenas, como escritor de novela policial que soy y apasionado de un género que
no tiene fronteras ni épocas, que es interclasista y tanto se mueve en los
ambientes más bajos y ruines como en los más altos y mucho más ruines, es como
una gran novela negra. A mí, salvando las distancias, porque todavía no hay
muertos sobre la mesa, me recuerda un poco a Roberto Calvi, aquel señor que por
ser el banquero de Dios, como se le conocía, el que llevaba las sucias cuentas
del Vaticano, otro poder que da miedo, se fue a reunir con El Altísimo para dar cuenta
de su contabilidad y apareció balanceándose de la soga en un puente de Londres,
muy a lo Sherlock Holmes. Quizá, para evitar la suerte de Calvi, Bárcenas, el
empresario más emprendedor de este país que hizo una fortuna de la nada, para
evitar que un esquiador lo arrolle en Baqueira y lo lance a un precipicio, en
plan Recuerda de Hitchcoock, un
helicóptero provoque una accidental avalancha sobre su cabeza a lo película de
James Bond, o simplemente aparezca suicidado balanceándose sobre el río
Manzanares como en el último Padrino
de Coppola, ha tenido la buena idea de guardar durante todos estos años unos
papeles manuscritos (el genial El Roto, exOps, en su viñeta de ayer en El País
subrayaba la vigencia de lo manuscrito frente a lo virtual que con un simple
click desaparece y no deja rastro, señora Fátima Baños, ministra que se
extrañaba por esa contabilidad tan chapucera y arcaica) que sabía serían su
salvoconducto, con los nombres bien claros de esas presuntas mordidas de todos
los dirigentes del partido en el poder que ahora nos reclaman estrecheces,
hambre, morirnos pronto, como ese simpático ministro japonés, cerrando
urgencias hospitalarias. Todo es presunto hasta que un juez, si es que a eso se
llega (por lo menos el fiscal general del estado, el cinéfilo Torres Dulce, fordiano de pro, parece que va a tomar cartas en el asunto y
hasta va a llamar a declarar, si se tercia, al propio Mariano Rajoy), pero por
lo que El País aporta, y antes El Mundo insinuaba (nunca, antes, estos dos
periódicos antagónicos habían ido al alimón, y que alguien me explique este
extrañísimo contubernio) las partidas se
jugaban en una timba entre amigos, los que engordaban esas cuentas de Bárcenas
con cartas que él recibía y luego barajaba y repartía, después de quedarse sus
presuntas comisiones de obras públicas, imagino que sobrevaloradas o inútiles,
como el ochenta por ciento de las que se hicieron en la comunidad Valenciana, por
ejemplo, eventos fantasma, aeropuertos que son pistas de coches sobre los que
vuela algún alimoche, AVES que paran en sospechosas estaciones a las afueras de
la ciudad (Guadalajara, por ejemplo) y chanchullos miles, miles, miles, que han
ido desangrando las arcas de nuestro dinero y han cambiado de bolsillo para hacernos infinitamente pobres. Recuerdo,
como anécdota personal, que me sorprendía y ya me hacía sospechar, cuando
recorría antaño la Península en mi coche (ahora la crisis, los Bárcenas, los
sobres, los Urdangarín, los mangantes de todas las ideologías, y ahí entra esa
Mary Martin jocosa que cobraba a tres mil euros el artículo, a precio de Premio
Nobel, me impiden traspasar los límites del Valle y mis viajes son a pie y con
cayado por esos montes nevados) me asombraba la cantidad de obra pública que
veía, con Zapatero y con Rajoy, que tanto monta monta tanto, aunque éste último
esté resultando que monta mucho, autovías que tenían un firme fantástico,
ninguna grieta, bien balizadas, y que, de un día a otro, eran destrozadas por
excavadoras para ser pavimentadas de nuevo, una y otra vez, en esa lógica
capitalista que tiene en la guerra su máxima expresión: destruir para construir.
Mis sospechas, entonces, por ese despilfarro que se veía a diario, se han ido
confirmando. La burbuja inmobiliaria, que terminó ahogando el país con su
estallido y lo llevó al sumidero, dio pingües beneficios a los Bárcenas que, supuestamente, aunque yo pondría la mano en el fuego por
ello, cobraban comisiones de esos espléndidos donantes (el 3% que un preclaro
Maragall echó en cara a CIU; no sabemos lo que presuntamente cobraba el PP) que
luego los poderes municipales, autonómico o estatales, cuando gobernaran, les
devolvían con creces con adjudicaciones de obra pública, licencias comerciales
y demás prebendas. Y luego todos, presuntos corruptos y corrompidos, aquí todos
son presuntos implicados, un mantra como el No me consta de Cospedal, como buenos hermanos, se repartían,
presuntamente, los sobres. Y hubo ministras que se encontraban un Jaguar en el
garaje (coche, no fiera, aunque bien hubiera estado que fuera fiera),
presidentes de comunidades que se cortaban trajes a medida (los valencianos
iban como pinceles todos), los bolsos Vuiton eran como los caramelos que la
comitiva de los Reyes Magos repartía entre los niños, etcétera, en ese sainete
de sinvergonzonería en el que se ha convertido Españistán y del que Berlanga,
si viviera, habría hecho una obra maestra.
El
Rajoy que ha comparecido hoy ante los suyos y sin preguntas (¡Qué enorme
torpeza! Se las harán todas con Merkel delante y se le caerá, entonces, la cara
de vergüenza), ha sido un presidente doliente proclamando su inocencia y la
falsedad de esos papeles. Viéndole veía un personaje de cuadro de El Greco, hasta distorsionado. El que diga a los españoles que va a presentar su
declaración de renta y patrimonio al escrutinio público produce simplemente
risa. ¿Va a poner en su declaración sobresueldos B? Tenía dos opciones. Dar por
buenos los papeles, como han hecho otros miembros del partido, y demostrar que
tributó por esos ingresos y no los ocultó a Hacienda, lo que le salvaría a medias, o enrocarse en la
falsedad de los mismos y eso es estar a expensas de Bárcenas y el extesorero lo
sabe. Basta con que Bárcenas diga que esas son anotaciones contables suyas, en el
debe y en el haber, o que expertos judiciales certifiquen la letra de los
documentos, y la suerte de Mariano Rajoy está echada.
En los
papeles de Bárcenas, en esas anotaciones chapuza como dice Fátima Baños, están
casi todos los que conocemos y desde atriles nos piden austeridad, apretarnos
el cinturón, pagar por las medicinas, trabajar hasta la muerte, ser despedidos
cuando les plazca al patrón, vivir con horarios y sueldos de chinos. Casi todos
menos dos. Una es Esperanza Aguirre, de la que malas lenguas dicen que está
detrás de ese golpe de estado interno en el PP y ella lo niega, cuando le
preguntan, con unas risas. Y el otro es Aznar. Bueno, hay quien cree que las
anotaciones de Bárcenas con cantidades astronómicas en las que aparece JM se
refieren al expresidente de las Azores, pero eso sólo lo sabe Bárcenas, y Aznar,
claro, y quizá es la última carta en poder del tesorero (¿por qué nos extrañamos que un
tesorero, como su mismo nombre indica, atesore?) se guarde después de haber
soltado todo ese lastre que es su salvoconducto de vida y una bomba en la línea
de flotación del Titanic PP. Que se hunda. Yo no voy a echar un solo
salvavidas.
Comentarios
Cristine Pizan de Facebook
Cuídate, muchacho, que amenazo visitarte en cualquier momento.
Cariños.