CRÓNICAS DESDE EL
FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN
PABLO ESCOBAR, UNA VIDA SALVAJE FRANCESA, UNA VIDA INSUFRIBLE CHILENA
Y CINE DE ANIMACIÓN NIPÓN
A punto de bajar el telón de este
festival una nueva película eleva el nivel medio del certamen y lo sitúa de nuevo
alto: Escobar: paraíso perdido, una
coproducción entre Francia, España y Bélgica dirigida por Andrea Di Stefano (Roma, 1972). Cuando dos canadienses aficionados
al surf descubren una playa virgen de Colombia creen descubrir su paraíso
particular; cuando uno de ellos, Nick (Josh
Hutcherson), se enamora de la sobrina (Claudia
Traisac) de Pablo Escobar, empieza el infierno. No es Escobar el
protagonista de la película, eso hay que dejarlo muy claro y es algo que no han
comprendido muchos de los espectadores que asistieron al pase y la silbaron al
finalizar, sino ese canadiense Nick que
se mete en la guarida del lobo y entra en un lugar del que no se puede salir. Andrea Di Stefano no profundiza en la
personalidad de uno de los criminales más mitificados del mundo, y de los más
desalmados y crueles, al que Benicio del
Toro presta su impresionante presencia, y muestra, una vez más, el dualismo
de esos grandes criminales mafiosos que actúan como verdaderos señores
feudales: encantador con los suyos, benefactor de los pobres a los que dicen
proteger; despiadado con cualquiera que le suponga el más mínimo problema. Quizá
le falte a la película hablar del trasfondo político del personaje, el
entramado de corruptelas y sobornos que lo convirtieron en uno de los hombres
más influyentes de su país, pero eso sería otra película, un biopic sobre Pablo Escobar que esta
película no es.
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