SOCIEDAD
MORIR Y MATAR POR ALÁ
El
brutal asesinato de diez trabajadores del semanario satírico Charlie Hebdo, entre ellos su director Charb y tres de sus más prestigiosos
dibujantes, Cabu, Wolinski y Tignous, y de dos policías que custodiaban la redacción de la
revista, ha consternado a la sociedad occidental. Charlie Hebdo ejercía desde años su humor iconoclasta, disparaba
con sus lápices contra todas las religiones, pero sólo incomodaba a los
islamistas radicales. A través del humor, los dibujantes hacían reflexionar con
sus viñetas sobre fenómenos tan escasamente humorísticos como el yihadismo. Los
dardos de Charlie Hebdo no sólo eran
contra Alá y su profeta Mahoma sino, sobre todo, contra los intolerantes que
últimamente pretenden extender su fe a sangre y fuego por el planeta y son los
que han silenciado finalmente la revista.
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