CINE / THE LOBSTER
THE LOBSTER
Yorgo Lanthimos
El director de Canino viene con reparto internacional,
en inglés, pero sin traicionar su particular y árida forma de hacer cine. The lobster, la langosta, porque su
protagonista, un barrigudo Colin Farrell
disfrazado de señor con gafas y bigote quiere ser ese apasionante animal, se
llama su nueva creación, cine del absurdo enmascarado con una distopía que con
otro tratamiento, el de Terry Gilliam,
por ejemplo, habría sido más soportable.
A quien esto escribe Canino le aburrió sobremanera, y ésta
más todavía, y eso que salen dos actrices que me gustan por encima de la media,
Rachel Weisz y la francesa Lea Seydoux, y está desperdiciado el
talento de John C. Reilly. En una
sociedad futura no tener pareja será un delito (ahora ya casi lo es y los
single están estigmatizados como bichos raros), así es que a los que no se han
aparejado los reúnen en un hotel para que lo hagan bajo la amenaza de que si no
consiguen encontrar a su media naranja en un plazo breve serán relegados a la
condición de animales. A los que salen
de la soltería se les obsequia con una habitación superior y hasta con hijos
prestados. Las afinidades necesarias para optar al aparejamiento son diversas:
sangrar por la nariz al unísono; acuchillar a alguien a placer; sacarse los
ojos si tu pareja es ciega, y podemos seguir con la lista.
Yorgo Lanthimos juega al surrealismo,
pero con una frigidez absoluta y una aridez de imágenes que es marca de la
casa, y remata con una banda sonora deliberadamente molesta al tímpano. Hay
algún guiño al maestro Luis Buñuel
de El perro andaluz (Colin Farrel yendo al servicio del
restaurante para sacarse los globos oculares con un cuchillo de mesa) e
intentos de chiste que se quedan en eso. Cuenta, eso sí, el estrambótico
director griego con un presupuesto holgado para esta absurda y olvidable
película, lo que le ha permitido tener bajo sus órdenes un plantel de actores
internacionales que deambulan por las habitaciones de ese hotel y hacen monadas
en un bosque. ¿Tiene mensaje la película? ¿Es una alegoría? Por supuesto, pero,
francamente, me importa un bledo.
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