SOCIEDAD / PESCADO
PESCADO
Anda estos días reivindicándose el
oficio de pescadera, y todo por el rifirrafe entre Félix de Azúa, miembro de la Real Academia Española (unos tipos que
van cambiando las normas ortográficas a su libre albedrío) y la alcaldesa de
Barcelona Ada Colau. El miembro de
la RAE, antaño exquisito intelectual y novelista ocasional (creo que no llegué
a leer ninguno de sus libros aunque si debo de tener alguno por ahí pendiente
de leer o de que sea pasto de mi chimenea), tuvo en el pasado alguna ocurrencia
curiosa como la de comparar la cultura catalana con el Titanic hundiéndose, y ese
naufragio alegórico que data de 1982 y La
historia de un idiota contada por él mismo es todo lo que recuerdo de él.
Por su condición de frívolo, vacuo y clasista, al escritor nacido en Barcelona
no le gusta que alguien como Ada Colau,
sin estudios, gobierne la ciudad de Barcelona y la saca de la plaza de Sant
Jaume para enviarla directamente al mercado de la Boquería a despachar pescado.
Félix
de Azúa, que antaño era guapo (los años son especialmente crueles con los
guapos), no ha elegido peor forma para que se hable de él. Que se hable de uno,
aunque sea mal. Lo consiguió con el Titanic y lo consigue ahora con el asunto
del pescado. Esa parece ser la estrategia del escritor barcelonés que sigue
emperrado en que Ada Colau sea
pescadera y la alcaldesa le hace cierto caso y se pasa el día haciéndose fotos
con tan abnegadas trabajadoras que no dejan de trabajar hasta que todo el
pescado esté vendido.
El arte de vender pescado tiene su intríngulis
y acostumbra a ser patrimonio de las mujeres. Cuando iba a la Boquería, en el
siglo pasado, había una sirena rubia con cierto atractivo que solía atrapar en
sus redes de seducción a los caballeros que acudían a su puesto con epítetos
tales como guapo y rey, y estos se llevaban el peor pescado
de la plaza y el más caro, claro. Las reinas no le hacían mucho caso, no eran
tontas. No sé si Ada Colau sería
buena vendiendo pescado a Félix de Azúa,
pero seguro que le daba el más podrido de la parada y el refinando académico no
se daría cuenta de ello.
A Félix
de Azúa se le supone buen escritor, y Ada
Colau, mal que le pese, lo está haciendo bien. El que la alcaldesa de
Barcelona no tenga estudios (no he consultado su expediente académico, ni lo
voy a hacer) es irrelevante para gestionar una ciudad. Gobernar una ciudad es
amarla y querer lo mejor para ella y rodearse
del mejor equipo para lograr sus objetivos. El objetivo de muchos alcaldes y
alcaldesas a los que los ciudadanos han enviado a sus casas era otro y los
juzgados lo están dirimiendo. Así es que creo que Ada Colau es la persona idónea para regir la ciudad de Barcelona. Y
a Félix de Azua le animo a que ese
tiempo que emplea en polemizar lo utilice en escribir y mida un poco más sus
palabras, máxime teniendo en cuenta que el más grande escritor vivo que tiene
este país ni tiene estudios ni es académico ni falta que le hace: Juan Marsé.
¿Adónde mandaría Félix de Azua a Juan Marsé
si pudiera? Yo sí sé adónde mandaría el autor de Últimas tardes con Teresa al de La
historia de un idiota contada por él mismo.
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