SOCIEDAD / PERIODISMO PUTREFACTO
Periodismo putrefacto
No hace mucho escuchaba una diatriba cargada de razón de Cristina Fallarás sobre la degradación
imparable de la profesión periodística de unos años a esta parte. La falta
absoluta de ética de algunos medios y de profesionalidad de sus periodistas
hacen que una parte considerable de la prensa de este país empiece a esparcir
un olor nauseabundo a su alrededor.
La caverna mediática ha existido desde que el inquilino del
Pardo pasó a ser el del Valle de los Caídos y yo pienso que cada vez están más
enquistados en sus rocosas posiciones. Manejan esos gacetilleros una
información fraudulenta, fake se
llama ahora, para desprestigiar a los que no piensan como ellos; recurren,
cuando no tienen suficiente con la
mentira, a la descalificación personal o al insulto más soez. Jiménez Losantos, Eduardo Inda, Hermann
Tertsch, Salvador Sostres o Francisco Marhuenda son iconos de ese
periodismo putrefacto. Unos insultan sin consecuencias, otros llevan años
negando con cinismo la evidencia.
No acaba de digerir ese periodismo ultramontano el fin de
una etapa que ha corrompido la vida social y política en España hasta límites
insoportables y desde sus tribunas cargan contra los tibios cambios que el
gobierno de Pedro Sánchez intenta
implementar en, por ejemplo, la televisión española sin ir más lejos. Debían de
estar muy a gusto con los habituales tertulianos de la televisión pública
española, aquella que, según confesó José
María Aznar con una de esa sonrisas que hielan, no tuvo tiempo de
privatizar, cuyo arco ideológico iba de la derecha a la extrema derecha. Temen
que los directores de esos programas tan ecuánimes
y sus tertulianos librependadores no
vuelvan a pisar los platós de las televisiones públicas y por ello ya han
empezado su particular cruzada demonizadora poniendo en la diana de sus dardos
a la nueva consejera Cristina Fallarás.
“La desolación de Cristina Fallaras al saber que RTVE no le
pondrá un sueldazo”, “Cristina Fallarás sufre un sofoco al enterarse de que
RTVE no le pagara el sueldazo que esperaba” o “Vaya cara de haba, Fallarás. La
consejera podemita de RTVE lloriquear en Twitter”, son los titulares de algunos
de esos panfletos, cuando la periodista y escritora se ha limitado a aclarar
que cobrará 500 euros por su gestión, y punto. O “Cristina Fallarás se jacta de
haber robado en un supermercado” equiparándola a Cristina Cifuentes. Conozco a Cristina
Fallarás desde hace muchos años y sé que todo ese tema le resbala.
La caverna carga sus plumas con la
mierda que rezuma de sus cabezas. La caverna odia al contrario de una forma
irracional, se expresa con las tripas y lo hace con completa impunidad. La
grandeza de los que defendemos la libertad de expresión hasta las últimas
consecuencias es oponer a los ladridos rabiosos la razón. “Prohibido prohibir”
fue uno de los lemas que se me quedó grabado a fuego en mayo del 68, cuando Cristina Fallarás abría los ojos al
mundo . Por no prohibir yo no prohibiría ni el “Mein Kampf”.
Dejemos que esa caverna putrefacta se vaya
cociendo en la salsa de su propio odio y tengamos una televisión pública digna
y al servicio de la ciudadanía, como aquella televisión inteligente, imaginativa y transgresora de hace muchos
años, la de Pilar Miró, Felipe Mellizo y Javier Gurruchaga. Ladran, luego cabalgamos.
¡DÉJATE MORDER!
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