CINE / MARGUERITE DURAS, PARÍS 1944, DE EMMANUEL FINKIEL
Marguerite Duras,
París 1944
Emmanuel Finkiel
Si hay
novelistas cuya peripecia vital está a la altura de su propia ficción, el podio
bien podría encabezarlo Marguerite Duras, quizá porque casi todo
lo que escribió tiene un anclaje profundo en su propia vida. La, en apariencia,
frágil escritora francesa nacida en Saigón, Vietnam, dejó un testimonio
extraordinario de su paso por Indochina siendo adolescente en El amante y El amante de la China del Norte, y por la resistencia francesa en El dolor, una confesión en forma de diario. Muchas de
sus novelas han sido llevadas al cine (Hirohima,
mon amour, El amante) y ella misma
dirigió numerosos largometrajes y documentales que podrían inscribirse
formalmente en los presupuestos de la nouvelle
vague. Marguerite Duras fue de las que se bebió su propia vida a grandes
sorbos: Vivir con el alcohol es vivir con
la muerte al alcance de la mano.
Flaco
favor se hace traduciendo el título original de la película de Emmanuel Finkiel La Douleur por Marguerite
Duras, París 1944, entre otras cosas porque el film es una adaptación de su
novela homónima y porque ese dolor a que hace referencia explícita el título es
lo nuclear de la obra literaria y de la ficción cinematográfica, es el
personaje principal.
El dolor se centra en el intento de Marguerite Duras por
salvar la vida de su entonces esposo Robert Antelme, escritor y resistente capturado
y torturado por la Gestapo, padre de un hijo que murió al nacer. Pierre Rabier
(Benoit Magimel), un policía rocoso y
colaboracionista de los nazis que admira los libros de la escritora y parece un
sosias de Lino Ventura, y la propia Marguerite
Duras (Mélanie Thierry, en las antípodas
físicas de la autora francesa pero realmente espléndida en su papel), y su
juego del gato y el ratón —¿Atrae la resistente Duras al
traidor y colaboracionista Rabier para sacarle información de su marido y
salvarlo o existe una atracción física hacia él? ¿Puede hacer algo Pierre
Rabier para salvar la vida de Robert Antelme (Emmanuel Bordieu) o lo único que le interesa es seducir a
Marguerite Duras desde su posición de fuerza? —centran un film que recrea minuciosamente los estertores de la
invasión nazi de Francia y la angustiosa situación de los colaboracionistas —la escena del restaurante y esa falsa euforia
de los oficiales nazis y sus amigos franceses brindando y bailando— ante el inminente cambio de régimen.
La
película del actor y escritor Emmanuel Finkiel (Boulogne-Billancourt,
1961) desprende toda ella un halo poético subrayado por la belleza de las
imágenes y la omnipresente voz en off de la escritora narradora, textos extraídos
de la novela, pero la película decae en cuanto desaparece de escena ese
poderoso personaje que es Pierre Rabier para crecer en su último tramo, cuando
ese dolor por la incertidumbre sobre la suerte que ha corrido el ser amado —la protagonista va una y otra vez a la estación
de tren de París con la esperanza de ver regresar del infierno de Buchenwald a su marido y se retuerce al ver a
esos espectros que regresan con la mirada hundida de los campos de la muerte—, llena la vida de Marguerite Duras, se convierte en enfermizo y obsesivo, en
literario como bien dice, en un momento del film, otro de sus personajes
claves, Dyonis Mascolo (Benjamin Biolay),
el jefe de la célula de la resistencia que siempre permanece a su lado, que no
la deja en ningún momento, el que más adelante será padre de uno de los hijos
de la autora de El amante, pero eso
es otra historia.
El
dolor y el sufrimiento como génesis de una obra literaria que lo exorciza, convertido
en una buena película sobre esa etapa
oscura de la escritora en la que confesó haber torturado a prisioneros colaboracionistas
y chivatos, y la satisfacción que ello le producía (algo que elude la película
de Emmanuel Finkiel). Desde una
perspectiva muy humana Marguerite Duras se plantea si será capaz de aceptar a
ese espectro que venga del infierno, si es que finalmente viene, si el amor
prevalecerá sobre la repulsión que le cause su aspecto físico. La douleur es un film sobre una de las guerras más atroces de la historia de la
humanidad, película en la que no se
dispara un solo tiro pero visualiza el sufrimiento causado por la barbarie. Y
tiene momentos estremecedores como ese llanto reprimido por la protagonista,
que estalla después de tantos meses de contención.
Una novela negra sobre el apartheid que muerde y desgarra
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