SOCIEDAD / ASESINOS CON PLACA
Asesinos con placa
Aunque
cada vez menos noticiable, porque ya casi forma parte de la cotidianidad, y con
un sesgo claramente racista (si eres negro, o latino, en EE.UU tus
posibilidades de ser encarcelado, ejecutado o asesinado son muy superiores a si
eres blanco, y las estadísticas lo confirman), los métodos brutales de los
policías norteamericanos encienden, en el sentido literal del término, la ira
popular.
Las
imágenes de esa filmación snuff de un ciudadano a un policía que, a sangre fría,
estaba asesinando a un tipo que, presuntamente, había pasado un billete de 20
dólares falso en un supermercado, han dado la vuelta al mundo y han provocado
protestas multitudinarias contra una práctica desgraciadamente no tan inhabitual
entre policías que deberían dar ejemplo y no lo dan y se comportan como el peor
de los delincuentes.
El
psicópata asesino, y sus tres compinches que asistieron impasibles a su crimen,
Derek Chauvin, que así se llama ese malnacido (las putas son muy honorables;
las perras, muy nobles) uniformado, presionó el cuello del inmovilizado George
Floyd, que le suplicaba que le dejara respirar, hasta que lo asesinó a plena
luz del día y ante testigos. Los agentes fueron despedidos por esas pruebas
gráficas sin que se presentaran cargos contra ellos. Ha tenido que arder Troya,
literalmente (unos cuantos edificios, comisarías y coches policiales a lo largo
y ancho del país) para que ese malnacido haya sido detenido a la espera de un juicio
que apuesto será indulgente.
Los
casos de violencia policial en ese país extraño gobernando por un lunático
empresario de pésimo gusto, vienen de muy lejos y se producen periódicamente
como los tiroteos en las escuelas. A los autores policiales de esas fechorías
(hubo otro ahogamiento meses atrás en parecidas circunstancias; las víctimas
pueden ser adolescentes; sacar el móvil del bolsillo puede suponerte que te
frían a tiros; una simple infracción de tráfico puede llevarte a la morgue)
raramente se les aplica un castigo ejemplar más allá de abrirles un
expediente y expulsarles del cuerpo policial si el escándalo es muy grande.
Estados
Unidos es un país familiarizado con la violencia en donde ésta prima en muchos
de sus ámbitos. En su cine, que es una muestra de su sociedad, la violencia aparece
hasta en las comedias en donde los puñetazos son tan recurrentes como los
botellines de Coca-Cola. La heroicidad del americano medio que aparece en las
películas de acción (eufemismo de barbarie) se mide por el número de malos que envía al otro barrio por
minuto. La violencia se convierte en algo banal cuando hay supermercados de
armas, los ciudadanos exhiben orgullosos sus arsenales y se enseña su manejo a
niños. La esquizofrenia norteamericana no se entiende desde parámetros europeos,
y mira que he visitado veces ese país fascinante y literario que tiene
infinidad de sombras. Solo una sociedad inmadura y escasamente autocrítica
elige presidentes iletrados y peligrosos como George W. Bush, que dejó como
legado un Oriente Medio destruido y un mundo más inseguro, o Donald Trump que
recomienda beber lejía durante la crisis sanitaria del Covid 19 y hay
ciudadanos que siguen su consejo.
La
calma volverá cuando se apague la rabia de los incendios y otro Dereck Chauvin
asesinará a otro George Floyd porque eso es América.
Un viaje por el mundo y la vida. "El viaje infinito" (Bohodón Ediciones, 2020). mi libro 50 ya disponible en ebook y papel.
Comentarios