SOCIEDAD / ACATAR
Confieso mi decepción absoluta ante la actitud del poder ejecutivo y el legislativo que se han plegado al poder judicial aún reconociendo y denunciando su absoluta parcialidad y que este está actuando al margen de la ley y contra la misma cacareada Constitución. Por muy solemnes y serias que fueran las comparecencias de los presidentes del Congreso y del Senado, Meritxell Batet y Ander Gil, y posteriormente del presidente del gobierno Pedro Sánchez, por mucho que declararan que la decisión del Tribunal Constitucional de amordazar a las cámaras era algo inédito en la historia de nuestra democracia y que detrás de eso estuviera la derecha de este país que ni digiere ni asume su derrota en las urnas porque considera que España es su cortijo y nadie, salvo ellos, está legitimado para gobernarla, todos los discursos, incluidos los de las editoriales de los diarios más o menos progresistas, más bien menos, terminaron con ese vergonzoso verbo: acatar. Acatar es agachar la cabeza ante algo que se considera injusto.
Y el ciudadano de a pie, el votante de
izquierdas, se pregunta cómo es posible que un gobierno que se dice de
progreso, se limita a eso, a acatar una decisión que en sí misma es ilegal, no
está contemplada en la Constitución y se toma de forma absolutamente parcial
con el voto de dos magistrados con el mandato caducado y directamente
concernidos por la reforma judicial que se iba a llevar a cabo. Como ya dije en
un anterior artículo, la derecha está ensayando en España la guerra judicial
que tan buenos resultados le dio en Latinoamérica y la izquierda se limita a
acatar sin más una decisión arbitraria que amordaza al parlamento de la nación
en donde reside la soberanía del pueblo, no en un Tribunal Constitucional que
en estos momentos es ilegal. La derecha se frota las manos, porque con eso se
instaura un peligrosísimo precedente de que quien gobierne sea un poder
judicial al margen de la ley, por encima de ella, que vaya bloqueando una a una
las leyes que dimanen del Parlamento. Si extrapolamos la situación podría darse
el caso, incluso, que desde los órganos judiciales se llegara a tumbar un
gobierno, y VOX, envalentonada por el sesgo de los acontecimientos, ya está en
ello, presentando una querella contra Pedro Sánchez que, visto cómo están las
cosas, puede tener viabilidad y prosperar.
Desde que se constituyó el gobierno de
progreso en España, el que más medidas sociales ha implementado a favor de la
población en toda la historia de la democracia, el que más abiertamente se ha
enfrentado al franquismo enquistado en la sociedad española, la derecha, con
los poderosos búnkers mediáticos y judiciales a su favor, no ha dejado de
conspirar para ponerle palos en las ruedas a todas las leyes surgidas del
Parlamento que están recurridas. Utilizando el término acatar, que es bajar la
cabeza, mirar hacia el otro lado, no combatir por todos los medios una
resolución injusta y arbitraria, la izquierda reconoce su impotencia, recula de
forma vergonzosa ante una derecha que se ha echado al monte y socava todos los
principios de la democracia.
Deberían escuchar los miembros del gobierno
al magistrado emérito del Tribunal Supremo Martín Pallín que afirma
rotundamente en un artículo publicado en el diario Público que el Tribunal
Constitucional ha prevaricado y ha cometido una tropelía injustificable, o al
jurista Javier Pérez Royo que define la decisión tomada por el Tribunal
Constitucional de clara prevaricación, al considerar que su presidente Pedro
González-Trevijano ha cometido delito saltándose los artículos 12 y 13 de la
Ley orgánica del propio tribunal, y si
hay indicios de prevaricación, como los hay por ese voto de magistrados con el
mandato caducado que votan una ley que les concierne de forma directa, es
decir, son al mismo tiempo juez y parte, iniciar todos los trámites pertinentes
para juzgarlos por ese delito y apartarlos definitivamente. No lo va a hacer el
gobierno sino que acata un acto de piratería y bandolerismo, como lo ha
definido el prestigioso jurista y catedrático que, de estar en el gobierno, no
acataría.
Los medios de comunicación, muchos miembros del propio gobierno, se echaron las manos a la cabeza, se rasgaron las vestiduras, cuando el entonces vicepresidente del gobierno Pablo Iglesias declaró que España era una democracia imperfecta. A la vista está que lo es. Yo diría más: es una mierda de democracia atada y bien atada. Pero el problema no está en esa derecha levantisca, golpista, heredera del franquismo más recalcitrante que no se homologa con las derechas civilizadas europeas, o la vasca y la catalana sin ir más lejos, sino en esa izquierda acobardada, servil, que no se atreve a levantar la cabeza y responder golpe por golpe y acata. La derecha, envalentonada con su triunfo, exultante, barruntando una victoria total, ya convoca manifestaciones en la calle. ¿Qué está haciendo la izquierda? ¿Qué está haciendo la sociedad civil metiendo la cabeza en un agujero como avestruz? Acatar.
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