LITERATURA / UN PAÍS BAÑADO EN SANGRE, DE PAUL AUSTER
Un texto de Paul Auster siempre es bienvenido para todos los amantes de la literatura aunque este, como el anterior La llama inmortal de Stephen Crane, para reivindicar el peso que tuvo ese autor en la literatura norteamericana, se presente en forma de ensayo y no de novela, y más que nos llegue después de esa tragedia personal que el matrimonio más literario de Estados Unidos (con su esposa, la muy brillante escritora Siri Hustvedt) ha sufrido con la pérdida en muy trágicas circunstancias de su nieta y su hijo.
PAUL AUSTER
Paul Auster confiesa, en sus
prolegómenos, que se le ocurrió escribir esta reflexión sobre la violencia
endémica que sacude a su país tras enterarse de que su abuela asesinó a su
abuelo de un disparo. La violencia parece estar presente en el genoma de la
sociedad norteamericana y Paul Auster desmonta algún lugar común, como que la
violencia desorbitada que padece su país, con tiroteos masivos casi a diario,
proviene de la conquista del Oeste. El viejo Oeste era un lugar mucho más
civilizado, pacífico y seguro que la sociedad norteamericana de hoy en día, afirma y da estadísticas para incrédulos.
LOS ASESINOS DE COLUMBINE
Los norteamericanos tienen
veinticinco veces más posibilidades de recibir un balazo que los ciudadanos de
otros países ricos, supuestamente avanzados, y, con menos de la mitad de
población de esas dos decenas de países juntos, el 82% de las muertes por arma
de fuego ocurren aquí. La diferencia es tan grande, tan chocante, tan
desproporcionada con lo que sucede en otras partes, que hay que preguntarse por
qué es tan diferente Estados Unidos, y qué nos convierte en el país más
violento del mundo occidental.
ASALTO AL CAPITOLIO
Estados Unidos es un país
joven históricamente hablando que no ha cerrado todavía sus heridas abiertas en
su guerra civil, ese enfrentamiento entre Norte y Sur que lo desangró y que
divide aún, después de tantos años, a la sociedad norteamericana como se pudo
ver muy claramente durante el mandato de Donald Trump que exacerbó los ánimos y
las divisiones entre sus ciudadanos para asegurarse el voto más conservador.
Las banderas confederadas abundan en el país de las barras y estrellas y el
orgullo de ese sur vencido en la contienda no ha desaparecido y lo reivindican
los grupos más ultras como QAnon o los Proud Boys.
MASACRE EN LAS VEGAS
Cada año, unos cuarenta mil
norteamericanos mueren por heridas de arma de fuego, lo que equivale al número
de muertes causadas por accidentes de tráfico en las carreteras y autovías de
Estados Unidos, expone Paul Auster en su ensayo que está
extraordinariamente bien documentando con estadísticas que hielan la sangre.
MASACRE DE COLUMBINE
La relación de Estados
Unidos con las armas de fuego, sin embargo, es cualquier cosa menos racional.
Esta reflexión que se hace Paul Auster, y que hacen suya casi todos los
europeos que conocemos bastante a fondo la sociedad norteamericana por haber
visitado el país en numerosas ocasiones, la puede hacer un norteamericano que
pertenece a una comunidad instruida y creció y vive en una de las ciudades más
abiertas de Estados Unidos como es Nueva York, porque la ciudad que nunca
duerme no es Estados Unidos, no es representativa de ese inmenso país. El
pensamiento de la América profunda, esa porción inmensa del territorio
interior, alejado de las grandes urbes y que vive en comunidades pequeñas y aisladas
poco permeables al progreso, apegadas a confesiones evangelistas y que
desconfían del sistema y de los políticos de Washington que, según ellos,
intentan cercenar sus sagrados derechos, y para ellos llevar un arma de fuego
es algo que no admite discusión, es totalmente diferente al de Auster, otro
mundo dentro de ese gran país de contrastes que es Estados Unidos, y en donde
la derecha conservadora y puritana obtiene sus mejores resultados electorales a
pesar de su extrema pobreza, o precisamente por eso, porque la pobreza suele ir
aparejada a falta de instrucción.
MASACRE DE COLUMBINE
Recoge en su libro algunas
frases de esos asesinos de masas, personas desequilibradas, que un buen día
deciden vengarse contra la sociedad, a la que le achacan todos sus males, perpetrando grandes matanzas sin sentido en
supermercados, escuelas, salas de cine, estadios o conciertos musicales. Me he visto obligado a
aliarme con las fuerzas demoníacas. O esta otra: Y aquí estoy, con veintiséis años, sin amigos, sin
trabajo, sin novia, virgen. Y esta más: Mi consejo para otros como yo es que compren un arma y empiecen a matar
gente.
SPENCER OSTRANDE, FOTÓGRAFO
No
todos los perpetradores de masacres son perturbados de manual, como sucede con
el autor de la masacre de Las Vegas, que se saldó con 59 muertos y 851 heridos, un tipo frío y calculador que era un bebedor
empedernido e hijo de un atracador de bancos: En los días precedentes a la
matanza depositó un total de veintidós maletas en la suite de su hotel, que
contenían un total de catorce fusiles AR-15 equipados con acelerador de
disparos y cargadores de 100 balas, ocho fusiles tipo AR-10, un fusil de
cerrojo y un revólver, que fue el arma que utilizó para suicidarse.
ESCENARIOS DE MASACRES
Finalmente carga Paul Auster
contra los causantes de tanta muerte y desgracia, contra los que obtienen obscenos
beneficios de la tenencia de armas y constituyen un lobby importantísimo que
muchas veces decide la elección del presidente de la nación, la ANR y los
fabricantes de toda clase de artilugios letales que no consentirán que ninguna
ley restringa su comercio: Si el problema consiste en que hay demasiados malhechores con
armas, ¿no sería más sensato
despojarlos de ellas en vez de dárselas a los denominados hombres de bien, que
en muchos casos, sino en la mayoría, no lo son tanto, y así eliminar el problema
de raíz? Porque si los malhechores no tienen armas, ¿para qué las necesitarían
los hombres de bien?
NIÑOS CON ARMAS DE FUEGO
Los textos de Paul Auster,
impecables desde el punto de vista literario, amenos y lúcidos, van acompañados
por las imágenes de Spencer Ostrander que fotografía los escenarios desoladores
de las últimas matanzas habidas en Estados Unidos, en blanco y negro sin
personas, frías, con pies de foto en donde se informa de la fecha de la
tragedia y las víctimas que se produjeron en cada una de ellas.
CHARLTON HESTON Y LA ANR
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