CINE / CUANDO TODO SE HUNDE, DE LAURYNAS BAREISA
Curioso melodrama
familiar lituano visto en el festival Atlántida de Palma de Mallorca
patrocinado por Filmin, original en su realización. Cuando las dos parejas
formadas por Lukas (Paulius Makkevicius), un luchador de taekuondo, y Ernesta
(Gelmine Glemzaite), que está harta de que su marido practique ese deporte
violento y de riesgo —desea que alguien le dé una buena paliza para que lo
deje, le dice después de finalizar el combate que abre la película—, y su
hermana Justé (Agné Kaktaité) y su marido Tomás (Griedrius Kiela) se instalan
en una bonita casa junto al lago, de la que son propietarias por haberlas
heredado de sus padres, con sus respectivos hijos, todo apunta a la felicidad en
esa fiesta de cumpleaños que celebran hasta que una concatenación de sucesos
hace estallar el drama.
El lituano Laurynas
Bareisa (Kaunas, 1988) compone un film sumamente estilizado que recuerda en
algún momento al perturbador cine de Michael Haneke, sobre todo por esas dos
elipses vitales y concatenadas sobre las que luego vuelve en un rebobinado de
las mismas secuencias, curioso recurso narrativo que acaba subrayándolas.
Rehúye el director de Cuando todo se hunde, título muy esclarecedor, en
este su segundo largometraje los primeros planos de sus actores y se decanta
por los planos generales, por una cámara muchas veces estática sobre un mismo
escenario, por las conversaciones anodinas del cuarteto protagonista y por el
fuera de campo. A pesar de la sencillez de los elementos utilizados, la
película resulta y es bastante demoledora. El destino aleatorio juega una muy
mala pasada a esos amigos, nada será igual después de ese fin de semana y la
casa, como una maldición, será puesta a la venta.
Hay en la película tres
escenas soberbias. Una, cuando Tomás desafía a su cuñado a una lucha y éste le
desarbola con una simple patada en la oreja. Dos, las dos hermanas, Ernesta y
Justé, bailan al unísono al ritmo de la música de su móvil. Tres, esa mesa con
la tarta podrida, los vasos sucios, el festejo convertido en naturaleza muerta,
lo que hubieron de dejar precipitadamente cuando se desencadenó ese drama que
lo cambió todo para siempre.
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