EL ARTÍCULO
Sábado, 23 de junio de 2007
EL CORREO - Opinión
NO TODO VALE
No todo vale para conseguir unos fines políticos y, aunque parezca mentira, hay quien se alegra del fracaso del proceso de paz porque lo ha estado socavando desde el principio. El principal partido de la oposición lleva largo tiempo cruzando las líneas rojas de la democracia y utilizando como arma arrojadiza, de forma sistemática y sin mesura, sus críticas a la política antiterrorista del gobierno y los pasos que dio éste para la total pacificación de Euskal Herria. Vistos los resultados del 27 M, la estrategia le ha salido rentable y el PP tiene votos incondicionales capaces de perdonarles todas las mentiras vertidas con respecto al 11 M y que han quedado meridianamente manifiestas en el macrojuicio de Madrid que también ha juzgado su comportamiento durante los días posteriores a la mayor masacre terrorista de nuestra historia. La ciudadanía todavía espera un mea culpa que nunca llegará y menos en la nueva situación tras la ruptura de la tregua por parte de ETA.
Lo realmente lamentable de todo este asunto es que la crispación baja a la calle y que ésta es voluble, peligrosa e incontrolada cuando los partidos dejan a un lado la política para convertirse en agitadores sociales. La calculada estrategia con la que el partido de la oposición golpea al gobierno, un juego marrullero en donde se conjuga la mentira sostenida, la agitación social en forma de manifestaciones - – una forma de expresión que hasta hace muy poco rechazaba –, las apelaciones al guerracivilismo, el último despropósito vertido por el jefe del anterior ejecutivo a pocos días de las elecciones municipales, y una manipulación sistemática de las víctimas del terrorismo, le está dando sus frutos ante un ejecutivo enfermo de optimismo y que siempre estuvo a la defensiva. Como un fantasma del pasado se ha visualizado, una vez más, la existencia de esas dos Españas que siguen enfrentadas porque alguien así lo desea. La única guerra que hay en estos momentos es la de las descalificaciones entre los dos partidos mayoritarios cuyo tono sube día a día y que no terminará hasta que se convoquen nuevos comicios. Y la guerra más brutal la que desencadene ETA contra la democracia.
La derecha más cavernícola se está haciendo con el control de un partido que se declara de centro pero cuyos ademanes, lenguaje y actos lo sitúan en el extremo del arco parlamentario. De aquí a las elecciones generales, vistos los réditos obtenidos con la crispación por el partido de la oposición, vamos a asistir a una desaforada estrategia de la tensión auspiciada por una derecha en donde tienen refugio los nostálgicos de un franquismo que el PP nunca condenó. ¿Tan imposible es que en el estado español exista un equivalente político como el que disfrutan Catalunya y Euskal Herria con CIU y PNV respectivamente?
En momentos así uno se acuerda de esa derecha dialogante, valiente, civilizada y comprometida con la democracia que fue la UCD de Adolfo Suárez. ¿No dejó herederos?
JOSÉ LUIS MUÑOZ
EL CORREO - Opinión
NO TODO VALE
No todo vale para conseguir unos fines políticos y, aunque parezca mentira, hay quien se alegra del fracaso del proceso de paz porque lo ha estado socavando desde el principio. El principal partido de la oposición lleva largo tiempo cruzando las líneas rojas de la democracia y utilizando como arma arrojadiza, de forma sistemática y sin mesura, sus críticas a la política antiterrorista del gobierno y los pasos que dio éste para la total pacificación de Euskal Herria. Vistos los resultados del 27 M, la estrategia le ha salido rentable y el PP tiene votos incondicionales capaces de perdonarles todas las mentiras vertidas con respecto al 11 M y que han quedado meridianamente manifiestas en el macrojuicio de Madrid que también ha juzgado su comportamiento durante los días posteriores a la mayor masacre terrorista de nuestra historia. La ciudadanía todavía espera un mea culpa que nunca llegará y menos en la nueva situación tras la ruptura de la tregua por parte de ETA.
Lo realmente lamentable de todo este asunto es que la crispación baja a la calle y que ésta es voluble, peligrosa e incontrolada cuando los partidos dejan a un lado la política para convertirse en agitadores sociales. La calculada estrategia con la que el partido de la oposición golpea al gobierno, un juego marrullero en donde se conjuga la mentira sostenida, la agitación social en forma de manifestaciones - – una forma de expresión que hasta hace muy poco rechazaba –, las apelaciones al guerracivilismo, el último despropósito vertido por el jefe del anterior ejecutivo a pocos días de las elecciones municipales, y una manipulación sistemática de las víctimas del terrorismo, le está dando sus frutos ante un ejecutivo enfermo de optimismo y que siempre estuvo a la defensiva. Como un fantasma del pasado se ha visualizado, una vez más, la existencia de esas dos Españas que siguen enfrentadas porque alguien así lo desea. La única guerra que hay en estos momentos es la de las descalificaciones entre los dos partidos mayoritarios cuyo tono sube día a día y que no terminará hasta que se convoquen nuevos comicios. Y la guerra más brutal la que desencadene ETA contra la democracia.
La derecha más cavernícola se está haciendo con el control de un partido que se declara de centro pero cuyos ademanes, lenguaje y actos lo sitúan en el extremo del arco parlamentario. De aquí a las elecciones generales, vistos los réditos obtenidos con la crispación por el partido de la oposición, vamos a asistir a una desaforada estrategia de la tensión auspiciada por una derecha en donde tienen refugio los nostálgicos de un franquismo que el PP nunca condenó. ¿Tan imposible es que en el estado español exista un equivalente político como el que disfrutan Catalunya y Euskal Herria con CIU y PNV respectivamente?
En momentos así uno se acuerda de esa derecha dialogante, valiente, civilizada y comprometida con la democracia que fue la UCD de Adolfo Suárez. ¿No dejó herederos?
JOSÉ LUIS MUÑOZ
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