EL RELATO
Desentraño el secreto mejor guardado
NEGRA Y CRIMINAL
La idea fue, como no, de Andreu Martín, muy dado a ese tipo de juegos literarios. Unos cuantos escritores negrocriminales queríamos hacer nuestro pequeño homenaje a la librería Negra y Criminal de la Barceloneta, conocida por sus libros extraños y sus tapas de mejillones los sábados por la mañana. La idea era jugar con el nombre del local de Paco Camarasa. Una novela a 24 manos en la que saliera una negra que fuera criminal. En unas cuantas cenas los doce hombres – y mujeres –sin piedad nos repartimos los crímenes con la condición de que nuestros capítulos quedaran en el anonimato. Sólo un avezado lector – y no tan avezado en el caso de Argemí: lo siento, pibe – podría descubrir quién estaba detrás de ese texto anónimo. En la exquisita banda, que se hizo muy famosa – ocupamos una plana de El País- había gente tan variopinta como Francisco González Ledesma, el padrino que bendecía el evento; el hiperactivo y locuaz Mariano Sánchez Soler; Miguel Agustí con su cara de villano de cine negro; el torpedo Enrique Sánchez Abulí; el despistado Manuel Quinto – que no llegó a la foto de familia, se equivocó de día y Paco Camarasa lo suplió de espaldas -, dos damas, Alicia Giménez-Bartlett, dejando por un día a Petra Delicado, y Mercedes Abad, que podía haber seguido por la senda del crimen; un par de extranjeros indocumentados, David C. Hall, del que siempre sospeché que era agente de la C.I.A., y Raúl Argemí, un argentino de los de mate a cuestas y labia prodigiosa que luego convierte en materia literaria excelsa; y en la cocina, cuadrando el círculo, el tandem Andreu Martín y Jaume Ribera. Nos lo pasamos de muerte. Ahí va mi capítulo, que se lee como un relato aparte. ¿Lo adivinaron en su momento?
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