EL APUNTE


ASUNCIÓN DE RESPONSABILIDADES
Entre las muchas cosas que hay que reprochar a los políticos hay una que me llama especialmente la atención: nunca reconocen los errores. No recuerdo a ninguno que lo haya hecho, no recuerdo a ningún presidente o jefe de gobierno que haya entonado su mea culpa y dicho a la ciudadanía "Me equivoqué", "Perdón por lo que hice", "Fue un error y pido disculpas". Bueno sí, uno, pero por una chorrada: Bill Clinton con su affaire Mónica Lewinsky que elevó la felación a debate político y abrió una discusión sobre si el sexo oral es o no sexo. Pero en serio nadie se ha dado golpes en el pecho para expresar humildemente: "Señores, la he cagado con todo el equipo". Sí así lo hicieran seguro que nos caerían más simpáticos, nos parecerían más humanos y cercanos los políticos, incluso les perdonaríamos sus errores.
Sin ser zapatista, o zapaterista, mejor dicho, hay que reconocer que José Luis Rodríguez Zapatero tuvo buena cintura política, mucho más que la del líder de la oposición, cuando, al hacer balance del año 2007, reconoció haber cometido errores garrafales, aunque creo que empleó un adjetivo menos contundente. Se refirió a su pecado de inocencia y optimismo cuando anunció que las conversaciones con ETA iban por buen camino, que la banda entraba en razón, y un poco más y le caen encima los cascotes de la T4. El diálogo con ETA, torpedeado desde su principio por el PP, figura sin duda en la cuenta del debe del gobierno socialista que auguró demasiado pronto el final de la banda terrorista.
El otro flagrante error - creo que ése fue el adjetivo empleado por el presidente del gobierno - fue prometer el AVE para Barcelona antes de acabar el año. Le convendría al señor Zapatero ser un poco más prudente a la hora de aventurar fechas, ser un poco más duro a la hora de depurar responsabilidades en su entorno político por una obra que se eterniza, y mirar más por el bien de los cientos de miles de barceloneses, afectados por el desaguisado de los efectos colaterales del famoso AVE que colapsaron durante días el servicio de cercanías y proyectaron la imagen de Catalunya como república bananera y tercermundista, que por la imagen de modernidad del tren de alta velocidad.
La asunción de los errores por parte de los políticos no los exime en modo alguno de ellos, pero si atempera la reacción del ciudadano hacia el responsable del desaguisado. Reconocer el pecado es muy fácil, sobre todo si ni siquiera se impone penitencia - ¿o sí la habrá en marzo 2008? -, pero lo importante es hacer acto de contrición y no volver a pecar.
De todos modos el mea culpa entonado por Zapatero es un gesto de humildad que le honra. Todavía hay quién espera que José María Aznar, o Rajoy, pida excusas a la ciudadanía por el desaguisado del Prestige - "Se me cruzaron los cables cuando envié al Prestige a mar abierto en vez de vaciar sus tanques junto a la costa" - , la mezquindad del Yak 42 - "Los militares españoles no se merecen volar en esa mierda de aviones pilotados por dipsómanos rusos insomnes por muy barato que sea" - , el colosal error de apoyar a EEUU en la guerra de Irak - "Miren, mi cátedra o como se llamen esas insufribles clases que doy en Georgetown, con mi fluido inglés, el poner las patas en la mesa de Bush, la foto de las Azores y mi puesto en Murdoch no justifican mi apoyo a una masacre sustentada sobre una sarta de mentiras que colocó a mi país en la diana de Al Qaeda e hizo al mundo un lugar mucho más inseguro de lo que ya era" , o las absurdas teorías de la conspiración en torno al 11M - "Pues perdí las elecciones sencillamente porque mentí. Y pido excusas por marear tanto la perdiz durante todos estos meses con ese contubernio de desiertos lejanos y etarras cercanos digno de un delirante best-seller de Tom Clancy". Eso no lo veremos. Cuestión de talante.

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