EL LIBRO

VACACIONES DE INVIERNO
José Manuel Benítez Ariza

Paréntesis Editorial. 13 €
214 pgs.

Decía Hitchcook, el genial mago del suspense, que hacer una película con niños era muy peligroso, porque la tentación de caer en la ñoñería ─ ¡qué difícil me resulta recordar algún niño cinematográfico que me cayera bien! ─ era insalvable. Lo mismo puede rezar para la literatura. Escribir una novela con niño es muy difícil. Benítez Ariza, con Vacaciones de invierno, sale airoso del desafío.
He aquí un libro que parece testimonial ─ ¿viaje a la infancia de su autor? ─ y seguramente lo sea. El escritor gaditano José Manuel Benítez Ariza, autor de las novelas La raya de tiza , Las islas pensativas y Los bosques sumergidos, además de certero articulista de prensa, recrea en esta narración la convalecencia de un niño de 11 años, que se acaba de romper la mandíbula al caer de su bicicleta, en un centro hospitalario, y esa forzada inmovilidad y reclusión le servirá para reflexionar sobre su entorno y esa época vital de la que queremos salir velozmente, para convertirnos en el adolescente ansiado y más autosuficiente.
Tiene el gaditano Benítez Ariza la habilidad, y la maestría, de ponerse en el lugar del muchacho, de hablar, pensar y ver por sus ojos desde el recuerdo narrativo. El libro es tanto un el relato de ese período extraordinario de estancia en el hospital ─ un microcosmos poblado por algunos personajes curiosos, como esa anciana que se escapa una y otra vez, o ese niño que defeca en sus pantalones para llamar la atención─, en donde recibe cuidados que tanto se aprecian en esa época de la vida ─ las vacaciones de invierno del título, mientras sus compañeros siguen condenados al cole ─ , como un dibujo preciso de la mente del niño ─ el amor a la madre, la visión del padre desapegado y extraño, los primeros atisbos de erotismo inocente, su admiración a ciertos héroes del momento ─ su lesión es similar a la sufrida por Cassius Clay─ , sin perder de vista el entorno, porque la novela es también un repaso sociológico e histórico a un año determinado de nuestra historia reciente, el del avión que se estrelló en los Andes, pero en el que también suceden muchas cosas ─ que Franco recibiera a José Legrá; que Esperanza Roy estuviera en su plenitud carnal como vedette y apareciera en un enorme cartel en el cine Andalucía ─, aparentemente anodinas, pero que se marcan a fuego en la mente de ese niño recluido en la prisión de oro que es el hospital. En la perfecta imbricación de los materiales con los que está construida la novela, los emocionales y los histórico/sociológicos del tardofranquismo, unidos con naturalidad, creo que se encuentra la principal virtud de este libro/viaje a la infancia que se lee con verdadero deleite y está servido con prosa directa y sencilla.


Perfectamente estructurado en capítulos, en cuyo inicio ya va el contenido de los mismos, sin baches narrativos y rica en anécdotas, manteniendo en todo momento el mismo tono narrativo y, sobre todo, sin traicionar el punto de vista de ese niño, presunto alter ego, que Benítez Ariza no pierde nunca de vista y al que no es difícil ver entre las páginas, Vacaciones de invierno es una novela viva y llena de vida, suavemente nostálgica, bella y entrañable, que se deja leer y querer porque quien se adentre en sus páginas, que se va a sentir plenamente identificado con su niño protagonista.
Y sí, se pueden hacer buenas novelas con niños, algo que Dickens demostró suficientemente.



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