CINE / THE GIRL ALL THE GIFTS, DE COLM MCCARTHY
THE GIRL ALL THE GIFTS
Colm McCarthy
Volvemos a los zombis y esta vez con look
británico. The Girl All the Gifts la
ha dirigido Colm McCarthy (Edimburgo,
1973), director de series de evasión que fluctúan entre lo negro y el terror.
Los zombis en este caso reciben el nombre de hambrientos y responden a unas coordenadas aceptadas por todos los
que cultivan este subgénero de terror: son ciegos, se guían por el oído y por
el olfato para detectar a sus presas y quedan fuera de combate si se les
revienta la cabeza.
El arranque del film es, cuanto menos,
sorprendente: en celdas de alta seguridad están recluidos una serie de niños,
bajo una fuerte vigilancia armada del ejército, que salen de sus celdas para
ser instruidos por la doctora Helen Justineau (Gemma Arterton, actriz británica de rasgos franceses que tiene un
físico peculiar que siempre me llamó la atención: su cabeza es demasiado
pequeña con respecto al cuerpo); de entre esos niños destaca Melanie (Sennia Nanua) por su extraordinaria
inteligencia; los niños, pronto lo sabremos, no son normales y si permanecen
atados a sillas de ruedas además de ser custodiados es por su altas
peligrosidad.
The Girl With All
the Gifts sigue
las convenciones del género (seis personas conseguirán escapar de la base
militar asediada por miles de zombis e intentarán llegar a un Londres arrasado)
pero apunta cierta originalidad que no lo es tanto. Hay rastros en ella de El señor de las moscas en esa tribu de
niños caníbales en los que la joven Melanie se afianza en un momento dado como
líder a costa de matar a su rival; y también de La invasión de los ultracuerpos (los zombis sufren un proceso
mediante el cual se convierten en plantas que forman un árbol gigantesco del
que cuelgan extraños frutos que, cuando se abren, desparraman esporas zombis
que acaban con la humanidad). Lo gore está medido en esta distopía (los zombis
muerden en el cuello, pero no se comen los higadillos de sus víctimas) y hay
una mala de la función de lujo, Glen
Close, que interpreta a la enloquecida Dra. Caldwell, científica que por
conseguir una vacuna zombi está dispuesta a descuartizar a la niña Melanie. Eso
sí, el final es tremendamente malo.
Lo que da de sí el señor George A. Romero a casi cincuenta años de La noche de los muertos vivientes. Quizá estas películas sean
premonitorias del tipo de sociedad que se avecina De momento la realidad es
casi más terrorífica que la ficción.
Mientras Hitler daba el pistoletazo de salida
a una de las mayores tragedias de la humanidad
tipos como el Dr. Aribert Ferdinand Heim
ejecutaban con rigor sus órdenes
EL RASTRO DEL LOBO
(Ediciones Traspiés, 2017)
Aribert Ferdinand Heim, conocido como el Carnicero
de Mauthausen o Doctor Muerte, fue uno de los mayores criminales de guerra
nazis, que, como su colega el doctor Mengele, burló la acción de la justicia.
Joachim Schoöck, un policía de Stuttgart, dedica casi toda su vida a seguir el
rastro de ese lobo solitario, implacable y de una crueldad extrema (la obsesión
de Heim era establecer los límites del dolor físico) que dejó falsas pistas por
medio mundo, murió muchas veces, y renació otras tantas, y tuvo una infinidad
de identidades ayudado por los miembros de Odessa.
próximamente en la Semana Negra de Gijón
Booktrailer de EL RASTRO DEL LOBO
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