CINE / LAS CONSECUENCIAS, DE CLAUDIA PINTO
Pequeña joya
cinematográfica sobre secretos inconfesables de una familia que deviene en
thriller inquietante y cuyo argumento responde muy bien a su título. Fabiola
(la actriz colombiana Juana Acosta), que arrastra un trauma por haber perdido a
su marido en una de las inmersiones que hace en alta mar, viaja a la isla
volcánica en donde viven sus padres separados. César (el actor chileno Alfredo
Castro, encasillado en papeles oscuros), el padre, la invita a ella y a su hija
adolescente Gabi (María Romanillos) a pasar unos días en la isla desierte en
donde la familia tenía una pequeña casa de pescadores que debe rehabilitar. En
ese lugar alejado y salvaje, la hija empieza a atar cabos sobre el extraño
comportamiento de su padre con su nieta Gabi y el por qué se separó de su madre
Teresa (Carmen Elías), y es porque teme repetir la conducta infame de su propio
padre César (Héctor Alterio).
La directora venezolana
Claudia Pinto (Caracas, 1977), autora del documental Mientras seas tú
sobre la demencia senil que sufre precisamente la actriz Carmen Elías, merecedor de un Goya en la pasada
edición, hace una inmersión en las
interioridades de esa familia y construye un film desasosegante y claustrofóbico en donde el
paisaje marino y salvaje de las islas Canarias (concretamente Gomera y La
Palma) ofrecen el escenario adecuado para que se vaya destilando ante nuestros
ojos el drama que viene de antaño y estalla en ese paraje de belleza
inquietante.
La fotografía, muy
estudiada y bella, de Gabriel Guerra confiere al paisaje marino canario un
aspecto poro halagüeño desde esa primera secuencia submarina, tomas cenitales
de la barca que va hacia la isla o el oleaje furioso que golpea la accidentada
costa. Con su ayuda, Claudia Pinto consigue que el espectador sienta el oleaje
como algo amenazante, así como las playas de arenas negras o ese poblado de
pescadores fantástico empotrado en las rocas, porque el paisaje y la hostilidad
del entorno se convierten en un personaje más de este drama familiar.
La película de la
venezolana radicada en España recuerda por ubicación (familia que destapa sus
demonios en una isla desierta) y temática (la pederastia dentro del ámbito
familiar) a la chilena Algunas bestias de Jorge Riquelme Serrano, en
donde Alfredo Castro interpretaba un papel muy similar, aunque esta última
fuera mucho más sórdida y la que nos ocupa utilice la sutileza para tratar un
tema tan doloroso como escabroso. Claudia Pinto construye un film intimista y
elegante que mantiene en ascuas al espectador, coquetea con el thriller en su
tramo final y le hace partícipe de las sospechas de su protagonista Fabiola en
esa indagación sobre quién es realmente su padre. Una película que se cierra
con un amanecer en la playa y tres mujeres de tres generaciones (abuela, hija y
nieta) contemplando el espectáculo mágico.
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