CINE / EL VOLCÁN, DE DAMIAN KOCUR
La invasión de Ucrania fuera de plano. Una película
sobre una guerra, pero sin la guerra. Esa es la original, rompedora y emotiva
propuesta del director polaco Damian Kocur (Katowice, 1983), precandidata al
Oscar al mejor film en lengua no inglesa, que ofrece al espectador un drama
familiar contado con enorme sutileza, en donde lo que no se cuenta tiene
importancia, es un subtexto fundamental. Una película que me recuerda por su
ambiente playero, el cambio de registro y la relación padre / hija a la
extraordinaria Aftersun de Charlotte Wells.
Una familia ucraniana queda atrapada cuando está de
vacaciones en Tenerife (de ahí la referencia al volcán del título) cuando Rusia
invade su país. La suspensión de vuelos a Kiev por la guerra prolonga sus
vacaciones en la isla canaria de Roman (Roman Lutskyi), su pareja actual
Nastasia (Anastasiya Karpenko) y la hija adolescente Sofia (Sofia Berezovska) y
el pequeño Fedor (Fedir Pugachov) que tuvo de una relación anterior. Esa
prolongación forzada de las vacaciones y la situación dramática que vive el
país, que los convierten de la noche a la mañana de turistas a refugiados,
empieza a deteriorar la relación de pareja y afloran las discusiones por
cualquier cosa: cuando se pierden por un sendero por el parque nacional del
Teide; en las comidas en el restaurante del hotel, cuyo dueño (Nelson Morales
Alonso) se solidariza con ellos y no les cobra la prolongación de la estancia;
cuando pasean por unos hangares abandonados, que parecen un escenario de
guerra, en donde Sofia se queda embelesada con las acrobacias sexys en la barra
que hace una chica (Clara Ileana Rivera Barreto). Por otra parte, la
adolescente Sofía huye del ambiente familiar que cada vez se va haciendo más
irrespirable. Y la guerra, en los telediarios, en las conversaciones
telefónicas que tienen con los amigos que están en Ucrania, tensan la situación
a la espera de un vuelo charter que los lleve a Polonia y de ahí Roman marchará
a Kiev para enrolarse en la Defensa Territorial.
Damian Kocur, en este su segundo largometraje tras Bread
and Salt, cuece ese drama familiar y político, que van a la par, a fuego
lento, in crescendo. El paisaje telúrico de la isla, las imágenes hipnóticas
del mar azotando con fuerza la costa, la fuerza salvaje de la naturaleza isleña,
es el contrapunto a los baños en la piscina, las sesiones nocturnas de los
animadores de hotel, la frivolidad turística que a los que ya son refugiados
les resbala. En el hotel en donde se alojan abundan los rusos, y en un momento
determinado, al escucharlos hablar distendidamente y reír, Nastasia se enfrenta
a ellos a gritos. En otro momento es Roman el que tiene problemas con unos
automovilistas del país invasor que le cierran el paso al aparcamiento y le
insultan.
El personaje de Sofia, la adolescente que vaga por la
isla en soledad, no se divierte, vive el drama de su país a distancia, es
fundamental en la historia. Sin apenas gestualización, la joven actriz Sofia
Berezovska expresa el desarraigo de la situación forzada que vive, su mala
relación con la pareja de su padre y la dificultad de comunicarse con jóvenes
de su edad que la abordan y ella rechaza. La migración de subsaharianos a la
isla se mezcla con el drama de la Ucrania invadida cuando toma contacto con uno
de ellos, Mike (Isaac Awuah), internado en un campamento, que le cuenta la
trágica travesía en patera que le llevó a Tenerife y en la que perdió a su
mejor amigo.
El volcán
(la traducción del título original sería Bajo el volcán), que empieza
como una película frívola de veraneantes que van a Canarias a disfrutar de sus
vacaciones, se convierte en un relato sombrío sobre las consecuencias de la
guerra y de los que migran de la miseria buscando un futuro mejor, dos
realidades lacerantes y muy de actualidad que Damian Kocur une en el último
tercio de su película. En una de sus mejores secuencias, padre, cerveza en
mano, hace confidencias a su hija sobre los muchos ligues que tuvo cuando
triunfó en un concurso de canto, le habla de una chica guapa que le duró dos
semanas, y Sofía, al final, le pregunta si piensa en su madre. En otro momento,
la hija sorprende a su padre llorando desolado en un lavabo público y simula no
verlo. Hacia el final, los fuegos artificiales del carnaval de Tenerife los
percibe la adolescente como los lanzamientos de cohetes rusos sobre su país y
huye aterrorizada por las explosiones, se tapona los oídos.
Damian Kocur sella su sensible largometraje con la
canción que Mike, el migrante subsahariano, canta y envía por teléfono a su
madre en África. Vidas desarraigadas bajo la mirada del volcán Teide. Enorme
sensibilidad al rodar ese drama humano la del director polaco graduado en la
Escuela de Krzysztof Kieslowski, y personajes perfectamente perfilados cuyas
interpretaciones no se notan por su naturalidad. Para amantes de la sutileza
cinematográfica.
El viaje de los viajes que cambió la historia de la humanidad y la desconocida historia de los 39 hombres que hubo de dejar Cristóbal Colón en la isla de la Hispaniola en una novela histórica, de aventuras, terror y emociones que ha inspirado la serie de RTVE.
COMPRAR LOS 39. GUANAHANÍ LIBRERÍA RENO
Comentarios