EL DVD

INTIMIDAD
Patrice Chereau


Cada miércoles Claire (Kerry Fox), una mujer de mediana edad, acude al sórdido apartamento de Jay (Mark Rylance), el jefe de barra de un bar de copas londinense que sobrelleva bastante mal el trance de su separación matrimonial. La única comunicación que establecen ambos en esos encuentros pactados es la sexual. La prolija y explícita escena de cama en tiempo real que abre “Intimidad” sirve para subrayar el paradójico distanciamiento de esos dos seres, unidos en lo físico, pero absolutamente extraños hasta el punto de no saber nada el uno del otro. No hay palabras ni miradas durante el abrazo de esos cuerpos que se separan en cuanto han obtenido su goce, ni siquiera se da el hábito del cigarrillo post coito o la copa que suavice la brutalidad de su encuentro, ni hay comentarios a las habilidades amatorias, ni el más mínimo asomo de ternura . En una ocasión – uno de los momentos más hermosos de la película – Claire, tras hacer el amor, se relaja involuntariamente y se queda dormida sobre el sucio suelo del desordenado apartamento y Jay se separa, toma asiento en un desastrado butacón y por primera vez la contempla. A partir de ese punto de inflexión - el hombre quiere saber algo más de la mujer que se le entrega periódicamente y empiezan a entrar en juego los sentimientos - la relación puramente física se vuelve compleja y peligrosa. Estimulado por la pasión por conocerla, Jay persigue a Claire, sin que ésta lo advierta, por el Londres deprimente del post-tatcherismo, atisba sus compras en un mercado, se sube al mismo autobús, etc. y descubre intimidades de su misteriosa mujer de los miércoles celosamente guardadas: su matrimonio frustrante con el taxista Andy (Timothy Spall), un tipo vulgar, un hijo al que adora, una afición al teatro aficionado y a las clases de arte dramático en las que busca una cierta redención a sus frustraciones.
Basándose en una serie de relatos del escritor inglés de origen asiático Hanif Kureishi – del que Stephen Frears adaptó su espléndido film “Mi hermosa lavandería” – el francés Patrice Chéreau, un artista multidisciplinar que dirige teatro, cine y ópera, pone en escena con su habitual estilo compulsivo y vibrante – la cámara siempre es subjetiva y se mueve a veces de forma frenética, subrayando estados anímicos de los protagonistas – este sórdido drama que pivota sobre dos ejemplares del desarraigo urbano de nuestros tiempos y tiene un arranque y desarrollo que hacen inevitable su comparación con “El último tango en París”. Hay una coincidencia espacial con la película de Bernardo Bertolucci - el desastrado apartamento sobre cuya moqueta tienen lugar los coitos de “Intimidad” remite al piso vacío en donde Brando se encontraba con la adolescente Maria Schneider -, la desesperanza en que se mueven sus protagonistas es similar –Brando arrostra el suicidio de su esposa; Jay, el protagonista de “Intimidad”, un divorcio – y el arma de conocimiento, o de emboscamiento, en ambas es el sexo sin subterfugios ni disfraces, mostrado por Patrice Cheréau en “Intimidad” con un sorprendente naturalismo y una explicitud que, sin embargo, nada tiene de gratuita ni complaciente.
Patrice Chéreau, realizador cuya madurez y buen hacer traslada a todas y cada una de sus películas, tanto si se trata de una adaptación de cine negro - “La carne de la orquídea”, sobre una novela de James Hadley Chase, su primera película - o un operístico drama histórico - “La reina Margot”, con la que obtuvo justo reconocimiento internacional -, abre con escalpelo los cuerpos de estos dos amantes tan apasionados en darse carnalmente como reacios a dejar aflorar sentimientos. Es ésta una película de soledades – solos están los dos protagonistas, pero también el patético marido Andy (Timothy Spall), acostumbrado a las infidelidades de su esposa, Ian (Philippe Calvario), el barman gay, Víctor (Alastair Galbraith),el mejor amigo de Jay, enganchado al alcohol y a las drogas, o la íntima amiga de Claire, la madura Betty (Marianne Faithfull, musa undreground que presta al film su físico devastado) – que no llegan nunca a curarse, de desnudeces aparentes, de caminos que se bifurcan en cuanto se enciende la luz de un compromiso y vidas que lentamente se apagan sin alicientes y en medio de la mediocridad más absoluta. Una radiografía ácida del presente del Reino Unido que tan bien retratan autores como Stephen Frears, Mike Leight y Ken Loach, haciendo un cine social, el Peter Caettano de “Full Monthy”, poniendo una nota humorística y tierna al desastre, o el lisérgico Danny Boile de “Trainspoiting”, portavoces de una vanguardia cinematográfica bastante más desencantada que su antecesora del free cinema.

Gracias a la globalización cultural – el film es una coproducción de Francia, Reino Unido, Alemania y España - un magnífico realizador francés puede dirigir una película británica por los cuatro costados como no hace mucho el austriaco Michael Haneke hiciera una película francesa. El Oso de oro a la mejor película en el último festival de cine de Berlín y el premio a Kerry Fox como mejor actriz, avalan este brillante ejemplo de cine sin fronteras.

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