CINE

SIEMPRE NOS QUEDARÁ MARIENBAD




Con la muerte de Alain Resnais sólo nos queda Godard. El bretón, nacido en Vannes y muerto en París, parecía estar pletórico de vida y encadenaba una película con otra aunque, desde mi punto de vista, las últimas eran prescindibles por superficiales. El Alain Resnais que pergeñaba comedias insólitas como Las malas hierbas, o musicales como Amar, beber y cantar, su última película, y On connais le chançon, poco tenía que ver con el Resnais esteta, filosófico y profundo de sus primeras películas deslumbrantes, el epígono, junto a Truffaut y Godard, de esa escuela cinematográfica francesa que llamamos la nouvelle vague, emparentada con los movimientos sociales de la épocael mayo francés, como bien retrataba Bertolucci en su precioso homenaje Soñadoresy punta de lanza de una forma de hacer cine revolucionaria en sus formas y en sus fondos que cuajó en otras latitudes (la Escuela de Barcelona, por ejemplo, podía ser considera una sombra de la nouvelle vague y, desde luego, fue consecuencia de ella). siga leyendo en EL DESTILADOR CULTURAL

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