CINE
DE CABALLOS Y HOMBRES
Benedikt Erlingsson
Animales y niños, perdón por la
incorrección por meterlos en el mismo saco, no suelen funcionar en la ficción
cinematográfica. De Alfred Hitchcock
es esta cáustica frase: Nunca se te ocurra hacer una película con animales, ni con niños, ni con Charles Laughton. Los perros quedaban muy
bien en las novelas de Jack London que,
sin embargo, nunca tuvieron su adecuada traslación al cine. Pero un
impresionante rotweiller se comía literalmente la pantalla en Amores perros de Alejandro González Iñárritu. De caballos uno recuerda, y bien porque
era una película muy bella, El hombre que
susurraba los caballos de Robert
Redford, y War Horse, la plomiza
película de Steven Spielberg. Y el
caballo es el imprescindible comparsa en todo western que se precie. Así es
que, en principio, De caballos y hombres,
del islandés Benedikt Erlingsson, no
concitaba excesivo entusiasmo.
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