SOCIEDAD

LA DEBACLE DE IRAK

La guerra civil que desmiembra Irak desde que Estados Unidos y el Reino Unido, apoyados por el entonces presidente de España José María Aznar, invadió el país, derrocó y eliminó a Sadam Hussein en un juicio sumarísimo, destrozó a lo ancho y a lo largo lo que había sido cuna de civilizaciones, Mesopotamia, y hoy es pura barbarie, llega a su cénit diabólico en estos últimos días en los que una escisión más radical de Al Qaeda, el autollamado EIIL, Estado Islámico de Irak y el Levante, está batiendo al ejército regular de Irak, entrenado y pertrechado por las potencias invasoras, para instaurar un califato sobre un régimen de terror absoluto muy próximo al Afganistán de los Talibanes. Irak, como país, ya no existe, y buena parte de lo que ocurre es culpa de la torpeza del actual dirigente de facto de lo que queda de él—el Kurdistán iraquí ya hace tiempo que se disgregó—el chiita Al Maliki que ha postergado a los sunitas iraquíes. Las ejecuciones masivas, tras años de bombazos letales que asolan día sí y día también todo el territorio y, sobre todo, la capital, de miles de voluntarios que iban a alistarse en el ejército por parte de los fanáticos milicianos islamistas, hacen prever un nuevo baño de sangre que se añade a las desventuras por las que pasa ese país en trance de desaparecer. 

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