SOCIEDAD
LÁGRIMAS DE SANGRE EN GAZA
La operación Filo Protector suena bastante mejor que Plomo Fundido. Suena. Pero todo lo que venga de Israel y caiga
sobre Palestina es más plomo fundido que otra cosa. El asesinato de tres
israelíes, seguido de la quema en vivo de un muchacho palestino y el
lanzamiento de cohetes Qassam por parte de Hamas ha precedido a la enésima invasión
del Tzáhal en la Franja de Gaza. Mientras los rudimentarios cohetes Qassam
lanzados por los milicianos de Hamás son interceptados por el escudo
antimisiles de Israel, nada detiene el bombardeo inmisericorde por tierra, mar
y aire del ejército más poderoso de la zona y uno de los más modernos del
mundo. Israel, con la tecnología punta que le suministra Estados Unidos,
masacra poblaciones de la Franja de Gaza y a sus pobladores. No estamos
hablando de ninguna guerra, puesto que no se están enfrentando dos ejércitos,
sino de una masacre en toda regla. Israel, un estado que tiene patente de
corso, se salta todas las convenciones internacionales y castiga sin tregua a
la ya diezmada población palestina de ese esmirriado territorio, encajonado
entre un muro ciclópeo y el mar, que no tiene escapatoria posible y agoniza
entre sus ruinas. El dolor nos golpea a diario. De entre la ruina y destrucción
constante se extraen cuerpos calcinados. Los objetivos son hospitales,
escuelas, ambulancias, viviendas. El espectáculo después de la limpieza es
dantesco. Parece que Gaza haya sido sacudida por un terremoto y el gobierno de
Netanyahu afirma que seguirá con su ofensiva hasta destruir todos los túneles a
través de los cuales los milicianos de Hamás atacan a los puestos militares israelíes.
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