SOCIEDAD / LA ENCRUCIJADA NACIONAL
LA ENCRUCIJADA NACIONAL
A nadie le sorprende—y menos que a nadie al propio PP, aunque algún dirigente haga
aspavientos—, el alumbramiento de esa nueva trama de corrupción del PP valenciano
que acaba de saltar a los medios de comunicación y que se salda, de momento,
con cincuenta investigados, eufemismo de imputados. Valencia, seguida a corta
distancia de Madrid, es uno de los epicentros de ese reino de Taifas que el
partido que llora en estos momentos su soledad absoluta, porque no tiene a
nadie que lo quiera, ha ido construyendo en los territorios que tuvo el poder
absoluto para corromperlo absolutamente todo. Los cuatreros de lo público eran
los que abogaban por las bondades de lo privado. Lógico. Lo que sí sigue sorprendiéndome, y eso lo he
decir, es que, a pesar de todos los pesares, de la ciénaga de absoluta
inmundicia en la que se mueve el partido que ha gobernado en los últimos años España,
tenga éste una base de votantes tan fieles que no se arredran a la hora de
depositar su voto a una formación que les ha efectuado los mayores recortes
sociales, económicos y culturales de las últimas tres décadas, y que ha robado
sistemáticamente el dinero que el ciudadano les confía. Ese votante, ciego,
mudo y sin olfato, también es
responsable de lo que le suceda a la hora de depositar su voto y no se da
cuenta de que está confiando en el que le está vaciando el bolsillo, y no
hablamos de calderilla sino de miles de millones de euros, esos millones que no
se destinan al rescate ciudadano (para la banca siempre hay dinero) sino para
engrasar a los corruptos y a la maquinaria del partido que se sirve de ellos
para recaudar fondos de forma ilícita. No creo que haya ningún partido político
en Europa, ni en la vituperada Latinoamérica de las repúblicas bananeras, a las
que se parece cada vez más este reino bananero que nos toca sufrir, con miembros
destacados de la corte real sentados en el banquillo (pero no el elefante
blanco), que enfrente tantísimos procedimientos judiciales como el que lidera Mariano Rajoy, un récord triste y
vergonzoso. Cuando la corrupción ha sido tan generalizada, y no se ha
investigado dentro del propio partido a pesar de la denuncia de militantes
honestos o de arrepentidos (una figura común a toda organización mafiosa), es
que ésta ha sido sistémica, es asumida dentro de su engranaje, y no pueden
hacer oídos sordos, ni esconder la cabeza como los avestruces, las sucesivas
cúpulas dirigentes del partido conservador que tiene el triste récord de tener
a sus cuatro tesoreros, todos, imputados, investigados según el argot que se
inventaron con la reforma cosmética del código penal para suavizar lo que se
les está viniendo encima.
Si incomprensible me puede resultar ese voto fiel al PP, a pesar de su
política antisocial nefasta y su cota de corrupción insoportable, pero cada uno
es libre de dispararse a los pies o a la cabeza, no lo es menos las voces,
dentro de la vieja guardia, y rancia añadiría, del PSOE, que parece estar
abogando por dejar que el PP siga gobernando o lo haga en coalición con ellos o
con Ciudadanos. Los Corcuera de la
patada en la puerta, los Vázquez vaticanos
aduladores del papa Wotjyla y los González
amigos de Slim, representantes del
ala más derechista del partido (Bono
guarda un discreto silencio quizá por su amistad personal con Pablo Iglesias), a un paso de engrosar,
por sus ideas, en el partido de la gaviota, prefieren que el PP siga machacando
y laminando a la sociedad española a una alternativa progresista y de
izquierdas que contaría con un considerable apoyo social de millones de
votantes.
Pablo Iglesias se equivocó en las formas (alguien debería decirle que se meta la
soberbia dónde le quepa, y que sea más modesto) cuando lanzó esa OPA hostil al
PSOE proponiéndole un gobierno de coalición y progreso que incluyera también a
Izquierda Unida, pero no en el fondo. Si el PP es incapaz de gobernar el país,
porque no tiene socios ni a derecha ni a izquierda por la nefasta gestión de la
corrupción, es la suya una presencia que mancha, indecente,
como subrayó Pedro Sánchez en su
cara a cara con un Mariano Rajoy
descolocado, las fuerzas progresistas y de izquierdas de este país deben de
ponerse de acuerdo, dejar a un lado los personalismos y hablar de programas de
confluencia para enderezar el rumbo y devolver a la ciudadanía los derechos perdidos
y paliar su desastrosa situación económica con programas de emergencia social
que se reclaman, lo que se viene llamando rescate ciudadano en contraposición
al rescate bancario. Quizá la levadura izquierdista de Podemos e IU sirva para
que el suflé del PSOE se hinche y no se desinfle tras la cocción al horno. Pero
la operación de entendimiento va a encontrar muchas dificultades para poder
llegar a buen fin por la oposición frontal de todos los poderes fácticos que
abogan para que el PSOE se vaya diluyendo en el PP. Europa, la de los mercados,
el IBEX 35 y las fronteras a los emigrantes, no ve bien esa alianza entre un
partido de centro izquierda y dos formaciones de izquierda que modulan su
discurso político acercándolo a la socialdemocracia que representaba el PSOE en
los inicios de la Transición. Y el Cuarto Poder, la prensa, carga con toda su
batería mediática contra esa posible coalición vaticinando toda clase de males,
el Armagedón de Grecia más Venezuela. Con todos los medios de comunicación
escorados a la derecha, incluido el antiguamente progresista El País, que, con
sus editoriales, está haciendo de izquierdas al ABC (tildar de próximo a la CUP
al PSOE porque Pedro Sánchez quiere
consultar a sus bases los posibles acuerdos con Podemos e IU es lo más
estrambótico que he oído y es una de sus últimas lindezas, y respeto más a la
CUP, por supuesto, que a CDC o al PP a los que considero profundamente
antisistema porque pretenden ahogarlo en su propio beneficio esquilmándolo con
el latrocinio sistémico), y ningún medio favorable excepto, con matices, la
Sexta y periódicos digitales como Público o El Diario.es, la campaña de
descrédito ya ha comenzado (Podemos
quiere romper la unidad de España, es el mantra repetido hasta la náusea, cuando
precisamente es todo lo contrario: Podemos puede garantizar, mediante la
convocatoria del referéndum que todos los catalanes exigimos, el encaje de
Cataluña en España que ahora cuelga de un hilo gracias a la nefasta política
del PP que ha fabricado independentistas a un ritmo exponencial), y ese pacto
de progreso, si es que nace, va a tener miles de palos en las ruedas.
Malo es el panorama político de las dos formaciones hegemónicas,
desgastadas, aunque no suficientemente, por los partidos emergentes. Al PP le
urge una refundación, un pase a la reserva de su clase dirigente (expulsarlos
sería lo más saludable), una investigación interna a fondo para delimitar las
responsabilidades políticas, aparte de las judiciales, que han llevado al
partido a este callejón sin salida, y dar paso a gente honesta, que la hay, como Cristina
Cifuentes o la propia Soraya Sáez de
Santamaría, personajes inmaculados y de una inteligencia sobrada. El PSOE
no lo tiene menos fácil con esas voces claramente discordantes en su seno (a la
vieja guardia se le une la voz crítica de Susana
Diez, tan popular en Andalucía como impopular en el resto de España, que
clama por gobernar con mano de hierro el partido fundado por Pablo Iglesias) y
un cisma entre el ala derechista e inmovilista y una izquierda proclive a
converger con Podemos e Izquierda Unida. El escenario de unas elecciones
generales favorecería al PP, que restaría votos a Ciudadanos, y a Podemos, que
sacaría rédito de la crisis interna del PSOE y conseguiría el ansiado sorpasso que nunca consiguió Izquierda
Unida.
Y, mientras, aunque hayan pasado los años, seguimos con esas dos
Españas machadianas, incapaces de entenderse, a garrotazos en el ruedo ibérico.
Publicado en El Cotidiano
Booktrailer de MARERO
Comentarios