LITERATURA / MONSTRUOS AMAESTRADOS, DE CARLOS MANZANO
Es, sin lugar a dudas Carlos
Manzano uno de los narradores más interesantes de este país. alguien que no decepciona
jamás en ninguna de sus obras impregnadas de buena literatura y reflexión. Es
de esos escritores que se toma el oficio de escribir con seriedad monástica.
Sus libros, exquisitamente escritos, tienen la virtud de zarandearnos con sus
dudas morales o metafísicas. El zaragozano nacido en 1965 ha publicado las
novelas Vivir para nada, Sombras de lo cotidiano, Lo que fue de nosotros, Paisajes en la memoria, La azarosa y enigmática vida de Idaira Badiero y El silencio resquebrajado, así
como los libros de relatos Estrategias
de supervivencia, Lánguidos
sueños y Hubo un
tiempo en que lo fui todo.
En Monstruos amaestrados, finalista del premio de
Alféizar de novela que publica con enorme acierto la madrileña Bohodón
Ediciones, aborda el autor el tema del doble y lo hace a partir de una serie de
reflexiones morales que se hace su protagonista, Gabriel Bisimbre, al que la
vida le da un fuerte revés (pierde el trabajo y a su mujer al mismo tiempo)
cuando, casualmente, encuentra su doble físico que pone en cuestión todos los
principios que han sustentado su vida anodina y gris.
En esta versión de Dr. Jekyll y
Mr. Hyde, el mal se presenta como algo seductoramente apetecible y Carlos
Manzano introduce agudas reflexiones sobre la animalidad del ser humano — Cuando domésticas a la fiera, en realidad le estás
robando su idiosincrasia, su forma de ser; creas un animalillo simpático, dócil
y amable, pero desnaturalizado. —y su relación con la
naturaleza que no tiene nada de idílica— En fin, podría encontrar cientos de ejemplos parecidos, pero lo que
quiero que veas es que la naturaleza está muy lejos, a años luz incluso, de esa
visión idílica, casi diría que ridícula, con lo que algunos ingenuos pretenden
que la identifiquemos, vendiéndonos como un paraíso de armonía lo que no es más
que lucha feroz por la propia supervivencia.
No creo equivocarme si digo que Monstruos amaestrados es un ensayo novelado en el que Carlos
Manzano expone todas sus dudas e inquietudes en esas conversaciones que el
desdichado y mediocre Gabriel Bisimbre tiene con su doble. Piensa dónde estás ahora y dónde estarías de haber seguido tus
instintos.
El doble, como el narrador de Lunas de hiel, la excelente novela de Pascal Bruckner que luego se convirtió en una de las mejores películas de Roman Polanski, seduce con con la narración de sus vivencias amorales al protagonista: Fue una época que recuerdo con inmenso placer, un tiempo que exprimí hasta sus últimas consecuencias y que me permitió vivir al límite de casi todo. Ese otro yo es un canalla que triunfa en la vida por su falta de escrúpulos, explotando a mujeres para prostituirlas: Necesitaba ganar kilos con rapidez, la extrema delgadez de sus miembros y la protuberancia de sus huesos desmotivaría a los futuros clientes y, lo que es peor, le impediría exigir un precio razonable por sus servicios. Y sin olvidar la corrupción política: Y si de lo que se trata es de acceder a determinadas licitaciones públicas, lo mejor son las donaciones a los partidos.
Como sucediera en El sirviente de Joseph Losey, ese
extraño doble termina fagocitando la existencia de su protagonista hasta el
punto de hacerse con su casa y convertirse en un okupa muy especial: Sé que esto que voy a decir quizás suene
despreciable y sucio, pero el único consuelo que obtenía de aquellas visitas
eran sus gemidos y las risas entrecortadas que, traspasando las estrechas
paredes de la habitación, tenían la virtud de convertir el anodino ambiente de
mi casa en puro entusiasmo, o lo que es lo mismo, en ganas de vivir. Bisimbre
sacia sus deseos por persona interpuesta. Y Carlos Manzano no desvela si ese
doble es real o sencillamente es lo que habría querido ser el
protagonista, de no existir esas ataduras morales, y actuar como un
nietzschiano, por encima del bien y del mal:
Durante todo el tiempo
que duró aquel encuentro, ni por un segundo dejé de tener la sensación de que
quien estaba frente a mí era yo mismo, de que aquel rostro idéntico el mío que
me hablaba con total falta de escrúpulos y sin un ápice de sentimientos no era
mi copia ni una falsa reproducción mía, un burdo duplicado barato y sin firma,
sino mi propio yo multiplicado.
También tiene un espacio
privilegiado en la novela las disquisiciones sobre la llamada erótica del
poder: ¿Sabes cuál es el
instante de placer más intenso que he llegado a sentir en toda mi vida? No, no
es lo que tú piensas. El sexo es placentero, sin duda, y lo es más cuando más
lo llevas a sus límites. Pero no va por ahí la cosa. Es algo mucho más simple
que todo eso: el mayor placer te lo provoca el ejercicio sin límites del poder,
el poder absoluto, quiero decir, como, por ejemplo, tener la vida de otra
persona por completo en tus manos. Convertirte en el único dueño de su vida.
Monstruos
amaestrados es quizás la novela más reflexiva de Carlos Manzano, libro
breve que conviene leer atentamente para apreciar todo lo que en él se dice, un
tratado sobre ese mal que permea la sociedad, que es sistémico desde el
nacimiento del ser humano, y está
detrás de todo triunfo social, como agudamente describió Honoré de Balzac con
su frase lapidaria Detrás de toda gran fortuna siempre hay un delito. Los poderosos dictan
leyes, para controlar el rebaño, que son los primeros en incumplir como vemos a
diario. He disfrutado y he gozado en mis
propias carnes de placeres reservados solo a los más valientes, a los más
osados, a los auténticamente privilegiados. Y te diré una cosa de la que, a día
de hoy, no tengo la más mínima duda: solo lo intenso es verdadero, de igual
manera que solo lo efímero es real. La eternidad no existe.
Venimos del reino animal, y animales somos pese a nuestros ropajes y esas reglas sociales que nos hemos impuesto para convivir. El miedo al castigo nos hace caminar rectos, pero la fiera sigue dentro nuestro y se suelta en los fascismos: Somos animales frustrados y derrotados, eso es en lo que nos hemos convertido: en monstruos amaestrados.
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