LITERATURA / DURANTE LA PLAGA, DE DANIEL SERRANO
No son una plaga, pero ya van apareciendo libros de ficción cuyo tema central es la pasada pandemia del Covid 19 que tiene el lector muy fresca en su memoria. ¿Acaso desde la ficción se puede superar el horror de la realidad? Se intenta, pero no se consigue. La distopía que vivimos millones de personas puede que cause el rechazo de lectores ante libros que quieran reeditarla. O no. Durante la plaga, una de las novelas finalistas del premio Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón, demuestra que se puede escribir un magnífico relato sobre un hecho muy reciente del que todavía no podemos tener perspectiva.
No es el primer libro de Daniel
Serrano (Madrid, 1971). El periodista y escritor que ha trabajado en CNN + y
Noticias Cuatro, escribió con Rodolfo Serrano, su padre, el libro reportaje Toda España era una cárcel. Memoria de los presos
del franquismo, es coautor junto a su hermano Ismael Serrano de la
canción Papá, cuéntame otra vez y de
la novela Cal viva. Como
verán, todo queda en casa y en familia.
Un veterano detective argentino
llamado Ulises Lombardi, con un pasado como guerrillero en su país del que se
exilió, debe encontrar a un anciano que ha desaparecido en un Madrid de
pesadilla golpeado por la Covid. Con la descripción cruda de las consecuencias
de la enfermedad, nos mete el autor en el mapa de horror: Después, en las diferentes estancias, cadáveres de
ancianos y ancianas sobre colchones manchados de orín, cadáveres en el suelo o
en un sofá, mirando el televisor encendido. A medida que avanza la
historia por esa ciudad infectada en donde las muertes se producen a miles,
resucita su pasado, no menos terrible, como víctima de una dictadura que lo
torturó y vejó: Se
escuchaba el lamento, olía sangre, excrementos y puro pánico. En los recién
llegados, fueran víctimas o verdugos, siempre provocaba un incremento de la
adrenalina en sangre bajar a ese círculo del infierno que era que El Sótano.
Era como una embriaguez electrificada a golpe de picana.
Entre estos dos terrores, el
presente y el del pasado que tiene el protagonista incrustado en su memoria,
Daniel Serrano dibuja bien a sus personajes, haciendo detalladas descripciones
físicas —Era un
señorito atildado, de ojos profundamente azules, muy delgado, pelo negro
peinado con brillantina hacia atrás, y bigote de galán cinematográfico de otra
época. —y no rehúye lo escabroso: Era una masa informe lo que agonizaba allá en el
suelo, una deformidad indefinible a la que habían extirpado parte de sus
atributos humanos. Ulises tomó de la mano a aquel pobre tipo y comprobó que la
amputación de cada uno de sus dedos había formado parte de un tormento
desaforado y largo.
Durante la plaga es una novela ágil, que no decae en ningún
momento y arrastra al lector hasta su final, aunque quizá el autor se sienta
más cómodo en el presente, con las vividas descripciones del horror del virus,
que en el pasado: Y es la
señal de que el planeta sigue girando, incluso en medio de este Apocalipsis
inexplicable, con gente en el suelo de las salas de espera, tosiendo y
asfixiándose en los pasillos de los hospitales, desbordada toda previsión
racional, en una fiebre que se extiende sin tregua. Del
pasado, que viene al presente mediante potentes flash backs, destaca el
personaje del sicario Bauer, el torturador del que no acaba de librarse
Lombardi: Volveremos a vernos, Ulises, tenés que creerme, zurdo
de mierda, nadie se escapa de Bauer, te joderé la existencia de un modo u otro
y, luego, pase el tiempo que tenga que pasar, volveremos a vernos y lo voy a
disfrutar, cara a cara. Bauer es el policía tan cínico como eficaz que
tiene asegurado un puesto en una sociedad con barniz democrático porque
pertenece a las cloacas y sus servicios siguen siendo muy útiles: El futuro seguimos siendo nosotros porque la
patria siempre va a necesitar de los que somos bravos y no tememos el
derramamiento de sangre.
Y en medio de estos dos tiempos
de la historia, pasado y presente, entre estos dos personajes centrales, como
un fantasma, el personaje de Lorena, del que ambos, Lombardi y Bauer, están
enamorados, a la que este último afirma con cinismo haber torturado
delicadamente: ¿Por
qué Lorena? ¿Por qué todo lo que concernía a Lorena le quemaba tanto? ¿Por qué, incluso, cuando la torturó lo hizo
de otra manera? Con mayor ternura, valga la imposible definición. ¿Se puede
torturar con ternura? Bauer sabía que sí, era demencial, pero todo era de locos
en aquel sótano. Le cortaron el pelo, la violaron tantas veces, la pegaron
duro.
Daniel Serrano maneja con
soltura los artificios del género negro, la acción, el misterio y el horror, se
sirve de un fraseado preciso, introduce una historia de amor romántica y
trágica, la de Lorena, sitúa a su personaje central, el viejo detective, en el
ámbito de los perdedores, y no renuncia a hacer una denuncia social de esa otra
lacra que pasó al otro lado del charco y chupó miles de vidas humanas, como
miles de vidas humanas se llevó esa monstruosa enfermedad desconocida que
convirtió nuestra realidad en pura distopía: El sol de primavera congela las calles de Madrid en una inusitada
soledad, no hay nadie o casi nadie, se ha prohibido salir, la Semana Santa será
de reclusión y penitencia verdadera, el virus mata sin control, los hospitales están repletos, esas imágenes no se muestran, pero resulta inquietante mirar
por la ventana y ser consciente del momento único, claustrofóbico, como una distopía o un mal sueño.
La epidemia empieza a generar
buena literatura. La magnífica novela de Daniel Serrano es prueba de ello.
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