LITERATURA / FURTIVOS CONTRA SEÑORES, DE CARLOS FERNÁNDEZ-VILLAVERDE
Primera novela la de Carlos Fernández Villaverde
(Salamanca, 1983) que nos regala a todos los aficionados al género negro la
editorial Vencejo Ediciones en su colección Garras Negras. Se nota que maneja
bien la información el autor, licenciado en Periodismo y en Humanidades que
colaboró en el diario El Mundo y ahora escribe sobre cine, música y literatura,
porque Furtivos contra señores,
novela tan extensa como ambiciosa, es en realidad tres novelas que abarcan un
período de treinta años, tres historias conectadas (Operación Asturcón, Caso
Lolitas y Operación Faras) que
bien podrían haber sido publicadas por separado, y hablan de ETA, la Camorra,
las cloacas del estado y los poderes fácticos.
El mundo de la clandestinidad y de la delincuencia
tiene vasos comunicantes y en esa red de intereses se forjan extrañas alianzas,
algunas impensables y contra natura, y de ahí parte la novela: La información que manejamos es que parece
ser que ETA está haciendo de enlace entre el cartel de Cali y la Camorra de
Nápoles para meter la cocaína en Europa, precisamente por Asturias. Terrorismo
etarra y Camorra napolitana juntos cuando ETA asesinaba a pequeños narcos en el
País Vasco a los que acusaba de desviar a la juventud de su lucha por la
independencia: Quería utilizar a ETA como
canalizadora entre el cartel de Cali y la Camorra napolitana. La idea era que
esta administrase la droga que entraba en Europa proveniente de América,
enviada por el cartel, y se la facilitará a la Camorra napolitana para que
ellos la distribuyesen.
Carlos Fernández Villaverde crea personajes creíbles
—Villanueva se levantó con resaca y
desazón. Había bebido desde las once y media de la mañana hasta haber perdido
el conocimiento. No recordaba gran cosa de lo que había hecho, solo que se
había metido unas cuantas rayas y había acabado con la botella y media que le
quedaba de DYC en el armario. —, los describe con solvencia literaria en
sus características físicas —La piel
tersa y tirante de la parte superior de su crisma ganaba en carnosidad conforme
descendía, desembocando en una incipiente papada en la parte delantera y
arrebujándose en la nuca, formando varios pliegues sebosos como ocultando lo
que algún día fuera un cuello. —, así como los escenarios sórdidos de sus
actividades —Dos de los tres lavamanos
estaban llenos de papel mojado, anegando el desagüe; el otro estaba cubierto
por una bolsa de basura negra, precintado con papel celo y con un folio escrito
a mano que decía “fuera de servicio”. La grifería, de pulsador, estaba corroída
y oxidada, perdiendo todo brillo, si es que algún día lo tuvo.
Hay violencia seca y muy real en los sanguinarios
ajustes de cuentas de la Camorra que tienen lugar en El caso Lolitas, quizá el tramo más interesante de su tríptico: Ricci se acercó a Greco, conectado a un vial
de sangre que evitaba que se desangrase y en el que reparó Francesco con
incredulidad y agradecido de no ser él el que estuviera en su lugar, y asió un
cuchillo que había sobre la mesa. De puntillas, en una imagen patética, le
rebanó el cuello de lado a lado, mientras espetaba su ya mítico: “Nadie da por
culo a Bruno Ricci”.
El libro forja una ecuación en la que entran con
fuerza las cloacas del estado —Sara, este
asunto atañe a un exministro del Interior, ¿te crees que sería tan fácil que
esto saliera la luz? No tienes ni idea de cómo funcionan las cocinas de este
país. Te asombrarías…—. ese
estado profundo que no debe dar cuentas a nadie y maneja fondos fuera de todo
control y del que nada sabe el ciudadano de a pie: El objetivo de aquellas reuniones era sentar las bases del futuro trato
entre la Camorra y los colombianos, una vez se eliminasen Asturias y ETA de la
ecuación. La idea original era entrar la droga por Lampedusa, aunque los
detalles aún no estaban claros.
La línea que separa al bien del mal es difusa y los
servicios secretos de todo el mundo la traspasan haciendo caso omiso a los
códigos deontológico y a los ideales democráticos de los que alardean con
cínica hipocresía. Lo supimos en España de primera mano con la creación de los
GAL por parte del aparato del estado porque fue una chapuza, pero la mayor
parte de las veces lo ignoramos porque reina el secretismo más absoluto. Por
este tríptico que es Furtivos contra
señores corre una figura siniestra llamada Copito de Nieve, el hombre más
peligroso para el Estado, un alias que esconde a una persona física o un rol
dentro de la organización policial, no llegamos a saberlo. Como en las buenas
novelas de espías de John Le Carré, hay pozos insondables.
Ya hacia el final, uno de sus protagonistas hace
toda una declaración de principios que justifica su modus operandi: Te sorprenderás gratamente de lo
tremendamente parecidos que somos tú y yo en el fondo. Ya te lo dije: estamos
en el mismo bando. Somos los que luchan contra la lacra: furtivos contra
señores. Por suerte, esta vez me la jugué todo a una carta, tú eres un
idealista que aún confía en la bondad
del sistema. Yo, por el contrario, soy un descreído que algún día pensó como
tú, pero que, a fuerza de toparme una y otra vez con la realidad, me he forjado
una suerte de sistema propio, en el que yo soy juez y parte, y hago todo lo que
está en mi mano para convertir esta sociedad en algo mejor.
Más
de cuatrocientas páginas de excelente literatura es lo que ofrece Carlos
Fernández-Villaverde a sus lectores en su ópera prima Furtivos contra señores, desembarco a lo grande en el género negro
en donde maridan a la perfección el espionaje, la novela negra y la denuncia
social.
"LOS AÑOS DE PLOMO" (más de 9000 reproducciones)
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