SOCIEDAD

UNA NOVELA NEGRA

Corrupción y poder son dos palabras que van casi siempre juntas. Las leyes de la naturaleza. Al poder se llega muchas veces corrompiendo, el poder corrompe a quienes lo detentan y los corruptos compran el poder infinidad de veces para, con facilidad pasmosa, hacerse con el dinero del ciudadano de a pie, un toco mocho político económico que ya todo el mundo da por hecho. Los delincuentes que roban, como sabemos todos, son amigos de lo ajeno, es decir, de lo nuestro que confiamos con una ingenuidad pasmosa en la hacienda pública. O no. Lo importante, como en cualquier delito—hablamos de las cloacas del estado asumiendo que un estado debe tenerlas para violar leyes que él mismo impone—, es que no les pillen, a los corruptos y a los corruptores, que muchas veces nos olvidamos de esos últimos que son los que mueven el flujo del dinero. En Francia han pillado nada más ni nada menos que al expresidente de la República. En Francia podrá haber corrupción, como en todo el mundo, pero no inmunidad.  

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