CINE / PASTORAL AMERICANA DE EWAN MCGREGOR
PASTORAL AMERICANA
Ewan McGregor
Casi nunca buenas
novelas dan lugar a buenas películas. Philip
Roth es el gran cronista del Estados Unidos de los últimos cincuenta años,
un maestro indiscutible de la narrativa norteamericana con un puñado de obras
importantes, pero la versión cinematográfica de Pastoral Americana deja mucho que desear aunque tenga, al menos
guión: ¡hay historia!
Ewan McGregor se pone delante y
detrás de la cámara para contar el melodrama del Sueco (Ewan McGregor), legendario deportista al que la vida le sonríe,
hereda una fábrica de guantes de su padre y se casa con una ex reina de la
belleza, la glamurosa Dawn (Jennifer
Connelly); de esa unión tiene una encantadora hija, Merry (Dakota Fanning), tartamuda, que, cuando
crezca, se convertirá en una radical antisistema que acabará con la placidez de
la familia, dinamitándola literalmente.
La película funciona
bien (excelente ambientación; buenas las escenas de la agitación pacifista
contra la guerra de Vietnam; bien insinuada especial relación padre/hija que
roza lo incestuoso por parte de ella; buen dibujo de los personajes) hasta que
se tuerce al final, precisamente en el tramo melodramático que Ewan McGregor no sabe resolver y
resulta bastante ridículo. Una pena.
Aribert Ferdinand Heim, conocido como el Carnicero
de Mauthausen o Doctor Muerte, fue uno de los mayores criminales de guerra
nazis, que, como su colega el doctor Mengele, burló la acción de la justicia.
Joachim Schoöck, un policía de Stuttgart, dedica casi toda su vida a seguir el
rastro de ese lobo solitario, implacable y de una crueldad extrema (la obsesión
de Heim era establecer los límites del dolor físico) que dejó falsas pistas por
medio mundo, murió muchas veces, y renació otras tantas, y tuvo una infinidad
de identidades ayudado por los miembros de Odessa.
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