CINE / TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS, DE MARTIN MCDONAGH
Tres anuncios en las afueras
Martin McDonagh
Película
de género negro, ésta, con un sentido paródico que le pesa en el alma porque
ser gracioso es mucho más difícil de lo que parece. La última película de Martin McDonagh (Londres, 1970), adalid
del teatro de la crueldad y que ya lleva incursionando en el cine desde hace
muchos años—Seis disparos, Siete
psicópatas, Escondidos en Brujas—es una clara impostura de principio a fin. Todo
chirria en este film, empezando por su banda sonora, que pretende provocar al espectador y hacerle
guiños constantemente. Una vez vale, pero hacerlo en cada secuencia cansa.
Mal
contada esa historia de venganza, mal interpretada, especialmente por la ganadora
al Oscar a la mejor actriz Francis
McDormand (con lo buena actriz que es con los Coen), Woody Harrelson como
el sheriff William Willoughby—su confesión de que tiene cáncer no se sostiene, y la escena (no voy a hacer spoiler) en la cuadra de caballos deja absolutamente indiferente— y unos secundarios como ese poli con cara de George
W. Bush y hábitos cerveceros (como el expresidente de EE.UU) que da palizas,
tira a tipos por la ventana y se quema como un idiota, o toda la panda de
policías estúpidos.
La
historia de Mildred Hayes (Frances
McDormand), la madre que pone tres anuncios en las afueras del pueblo de
Ebbing, Missouri, para denunciar la ineficacia de su policía, que no investigó
el asesinato y violación de su hija, podría ser una apología de una madre
coraje pero se queda en una comedia descacharrante en la que los gags no
funcionan y acaba siendo una torpe reivindicación de eso tan genuinamente
americano que es tomarse la justicia por su mano. Hay escenas que deberían
figurar en una enciclopedia de cómo no rodarlas: la entrada del nuevo sheriff
negro en la comisaría o el incendio y apagado de los carteles. ¿Pretende hacer
gracia con ellas el director? Lamentable sentido del humor el de Martin McDonagh o quizá es que uno no
estaba para bromas y la película le pareció insoportable. Iba para ver si este
año también había una Comanchería
perdida entre los Oscar de Hollywood y me encontré con esto. Martin McDonagh no es los Coen aunque haya secuestrado durante
112 minutos a su actriz fetiche.
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