SOCIEDAD / INAPROPIADO CON MARK ZUCKERBERG
Inapropiado con Mark Zuckerberg
Voy a ser
inapropiado y políticamente incorrecto. Hay que herir con la palabra para
reivindicar una libertad de expresión que se va laminando día a día sin que nos
demos cuenta de ello o quedaremos relegados a un silencio impuesto. Otros
hieren a porrazos o a bombazos. Y denunciar a personajes universalmente detestables.
El de la foto. Mark Zuckerberg. El inventor de Facebook. Ese niño de expresión
repelente que anda subido en el dólar y es una fábrica de generar ganancias para
su bolsillo.
Les confieso una cosa previamente relativa al
personaje. No he salido de una sala de cine más que en una ocasión, en el
biopic sobre este magnate que realizó el brillante David Fincher y se llamó La red social. Me fui a los quince minutos.
No por David Fincher sino por Mark Zuckerberg, No me interesaba nada la vida de
ese triunfador absolutamente plano. Debe de ser un tipo aburridísimo de esos
que no saben qué hacer con el dinero que ganan. Ni se le ocurre montar una
fundación ni habilitar una sala del Metropolitan neoyorquino como mecenas de
arte. ¿Qué arte?
Mark Zuckerberg representa exactamente todo lo que
detesto de Estados Unidos, es un icono de lo que me produce arcadas de un país
admirable por otras muchas razones con el que mantengo una relación compleja.
Reúne en su persona la voracidad por el dólar y la sacralización del éxito que
es la única religión que hay en Estados Unidos. Es el icono de joven
emprendedor exitoso aunque absolutamente vacío e insulso, lo que familiarmente
conocemos por un niñato.
Zuckerberg tiene un enorme mérito empresarial por haber
creado esa red social, Facebook, que en realidad es un enorme fichero en el que
los usuarios se retratan por sus aficiones, tendencias e ideologías y él vende
al mejor postor. Lo que George Orwell imaginaba en 1984 servido graciosamente
por sus propias víctimas que arman una ficha más completa que la policial que
podrá ser utilizada por el sistema a conveniencia. Los usuarios de Facebook
somos Gran Hermano.
Mark Zuckerberg, a pesar de su juventud, es un
reaccionario de tomo y lomo que gobierna su red social con unas reglas
estrictas que a los que sufrimos durante el franquismo un despiadado recorte de
libertades nos retrotraen a lo más rancio de ese periodo, así es que yo lo veo
anticuado y casposo, en blanco y negro a pesar de su perenne sonrisa. Como todo
puritano, abomina del cuerpo humano y de sus diversas manifestaciones
estéticas. En realidad su espíritu censor, que ejerce a través de un verdadero
ejército de vigías a sueldo que escudriña las fotos que cuelgan los usuarios en
la red, es fruto de una mente enfermiza muy similar a la de los que ejercían
semejante labor en tiempos del Generalísimo. Sexo igual a horror y pecado. La red
de redes lo mismo censura a una madre que amamanta a su hijo, la niña que corre
desnuda y despellejada después de haber sido alcanzada por el napalm en una
carretera de Vietnam por incitación a la pederastia, los glúteos de la Venus
del espejo de Velázquez o un pezón lejano que esos ávidos defensores de la
moral amplían e iluminan con linterna para, a continuación, vetar. Mark Zuckerberg, el moderno, recupera la
censura franquista del pasado siglo y va de moderno siendo anticuadísimo.
Pero Zuckerbeg no es anécdota sino síntoma. Lo
peligroso es que todo lo que viene del otro lado del Atlántico (comida basura,
trabajo basura, periodismo basura, redes basura, espíritu liberticida,
pacatismo moral, fondos buitre y un largo etcétera que bascula entre el
liberalismo económico y el recorte de libertades) se está exportando a Europa a
marchas forzadas en lo que es una nada sutil laminación de derechos y
libertades que está arrinconando al pensamiento progresista. Es una cuña que
lleva años incrustada y va moldeándonos sin darnos cuenta y el joven empresario
es una tuerca más del sistema. Mark Zuckerberg tiene derecho a establecer en su
red toda la normativa carca de la América profunda a la que representa, ese
país inculto fundado por pioneros que se abrían paso por las llanuras a base de
darle al gatillo de su colt y comentaban luego la Biblia, su único libro de
lectura, en establos; la que vota como presidente de la nación a un
descerebrado que usa más maquillaje que su esposa y no juzga a otro que ha
destrozado para siempre una zona y ha causado cuatrocientos mil muertos con
informes falseados. Zuckerberg, y los muchos Zuckerberg que aparecen como
esporas en el mundo globalizado, quieren taponar nuestros ojos y mentes con
hojas de parra y mucho me temo que acabarán consiguiéndolo. Pero me queda el derecho al pataleo hasta que
también éste me sea vetado.
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