SOCIEDAD / FEIJÓO ABDUCIDO POR AYUSO
No
sé quien confiaba (yo mismo, lo confieso) que el exlider del PP de Galicia
desembarcado en Madrid después del golpe de estado de Ayuso contra Pablo Casado
y sus adláteres, sería más dialogante y moderado que el delfín defenestrado de
Aznar, apuñalado por los suyos en uno de los linchamientos más crueles que se
recuerdan porque osó cuestionar la moralidad política de la lideresa madrileña.
Craso error el mío y el de muchos. Feijóo ha sido devorado por completo por esa
especie de mantis religiosa ojoplática que es el fenómeno Ayuso que cualquier
día de estos declarará la independencia de esa Madrid cervecera de terracitas
con la que se identifica.
La semana de ese icono popular lenguaraz e impertinente, aprovechando que su supuesto jefe estaba al otro lado del charco, a mil leguas de distancia, no ha podido ser más intensa, encadenando barbaridad tras barbaridad con cuatro objetivos básicos y asesorada por MAR, el siniestro Miguel Ángel Rodríguez, el ventrílocuo a la sombra de la lideresa: 1/ desviar la atención del sistema sanitario madrileño, sencillamente catastrófico y al borde del colapso que merecería un 155; 2/ cargar contra Pedro Sánchez, porque ella se cree así que le está doblando el pulso y es la única que le está haciendo una oposición verdadera; 3/ mover la silla a Feijóo, que debe de andar descolocado, maldiciendo la mala idea que tuvo de abandonar su tranquilo feudo gallego y espera que alguien de su entorno le compre un manual de cómo manejar a Ayuso (no lo hay); 4/ copar titulares en los medios, algo que viene haciendo desde que es presidenta de la Comunidad de Madrid, porque no hay día que no se hable de ella. Y yo caigo en su trampa y hablo de ella.
En
una entrevista con Ana Rosa Quintana, una de las más preclaras reinas de la
telebasura nacional, lo que ya tiene mérito porque la competencia es muy dura,
Isabel Díaz Ayuso, IDA, no tuvo empacho en afirmar que el gobierno
socialcomunista de España planeaba encarcelar a la oposición (fue moderada:
pudo haber dicho que los iba a fusilar), derogar la monarquía, proclamar la
república (ya quisiéramos) y que España era Nicaragua, y como estamos en Nicaragua podía hacer esas afirmaciones en un medio
televisivo sin que tuviera consecuencias: Ayuso sigue libre y diciendo barbaridades,
retorciendo el concepto de libertad de expresión que, para ella, consiste en
decir lo que le dé la gana aunque todo sea una burda mentira.
Al
día siguiente, puso en práctica ese extraordinario sistema de atención médica
mediante plasma (me recordó a las comparecencias por plasma de Mariano Rajoy),
que ella dice que es el colmo de la modernidad, contra el parecer de toda la
profesión médica que se ha echado las manos a la cabeza y también a la calle. No encuentro personal sanitario al que contratar,
se quejó, compungida. Claro, se fueron todos, después de haber sido despedidos
por usted, al extranjero o a otras comunidades. Echa pecho, eso si, de abrir
todas las urgencias, sin personal, a costa de cerrar centros de los alrededores
de Madrid. Y encima afirma, sin rubor, que es la izquierda bolchevique la que
está detrás de todas estas protestas y la que quiere laminar la sanidad
pública. Para ella las batas blancas deberían ser rojas.
Como
no hay dos sin tres, a la tercera negó el cambio climático, diciendo que
siempre los había habido en el mundo, se remontó a la época de los dinosaurios,
y que ese alarmismo injustificado estaba alimentado por los comunistas (que
habrían asesinado a esas más de cuatro mil personas que han muerto este año en
España por la ola de calor), porque la señora Ayuso ve comunistas por todas
partes, mira cada mañana debajo de su cama por si encuentra alguno. Aquí han
sido los científicos los que se han echado las manos a la cabeza por semejante
despropósito.
Está creando la presidente independentista de Madrid un género propio que podríamos bautizar como ayusadas, no confundir con payasadas, y lo cierto es que estoy esperando excitado que acabe el fin de semana y llegue el lunes para ver con qué nos regala esta mujer que es alumna aventajada de Esperanza Aguirre y de José María Aznar, que podría darse la mano perfectamente con Donald Trump y Bolsonaro, caballo de Troya de VOX en el PP que está preparando la caída de su jefe para postularse como presidenciable, y lo más triste es que saldría si se presentara porque a una gran parte de la población, como ocurre en Estados Unidos con Donald Trump, le gusta este estilo directo, bronco, simple, cínico, impertinente y totalmente amoral que esgrime con absoluto desparpajo Isabel Díaz Ayuso. ¿Qué dirá Ayuso la semana que viene? ¿Qué la tierra es plana?
Donald
Trump, en las últimas elecciones (ya saben, las que perdió por ese fraude
electoral e intentó revertir con ese asalto al Capitolio digno de una ópera bufa sino hubiera costado cuatro vidas), dijo un día una verdad incuestionable:
“Puedo bajar ahora a la Quinta Avenida y disparar contra alguien, y la gente me
seguirá votando”. Eso piensa Ayuso, que podría envenenar a su suegra, si la
tuviera, y los madrileños la seguirían votando y riéndole todas las
barbaridades. Este icono popular de
Madrid, que se pasea en olor de multitud como una chulapa, es un fenómeno
sociológico digno de estudio. Felicidades, MAR: Ayuso es tu obra maestra.
Un asesino en serie aterroriza la ciudad de San Francisco en los tiempos del SIDA y con los ecos de la guerra de Vietnam muy recientes. Mad Walker, un detective de la policía muy atípico, intentará detener la carrera de asesinatos de este psicópata del que sospecha estuvo en su misma trinchera en esa guerra vergonzosa de la que EE.UU salió con el rabo entre piernas y fue una escuela de psicópatas.
ENTREVISTA DE GINÉS J. VERA EN "MALETA DE LIBROS"
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