SOCIEDAD / LAS FAMILIAS MAFIOSAS
Hoy, más que nunca, el
mundo es un escenario de novela negra cuando los delincuentes, muchos de ellos
aupados por los votos de una ciudadanía enloquecida, están en el poder. Era esperado
el asesinato masivo que acaba de cometer el estado genocida de Israel, la vergüenza
para todos los judíos que murieron en el Holocausto que deben de abominar de él
desde sus tumbas, contra los gazatíes: 300 víctimas civiles de una tacada en un
bombardeo masivo por sorpresa en campamentos de refugiados con el que hace trizas
la tregua pactada con Hamás. Este nuevo crimen de lesa humanidad se produce con
la bendición entusiasta y expresa del nuevo inquilino de la Casa Blanca Donald
Trump que exhibe dos varas de medir bien diferenciadas, y racistas, con dos
conflictos vivos: parar esa guerra en Europa, a cualquier precio (Ucrania pierde
territorio, soberanía y recursos naturales) y asesinar a gazatíes y hutíes (el
día anterior la flota estadounidense del Mar Rojo mató a treinta personas en
Yemen). Parar una guerra, de acuerdo con el amigo y aliado Vladimir Putin, y
acelerar la masacre para poner en pie ese plan demencial de edificar un resort
de lujo sobre las arenas ensangrentadas de Gaza. Previamente el gobierno de
Israel había entrado en conversaciones con Sudán, inmerso desde hace años en
una guerra civil, y Somalia, un estado completamente fallido desde décadas,
para expulsar allí a los gazatíes. La destrucción de Gaza y la aniquilación de
su población era un plan muy anterior a la masacre del 7 de octubre sobre la
que empiezan a pivotar muchas dudas.
Como bien recordaba el
analista político y militar Jesús Núñez hoy en La hora en 24 horas, la llamada
Comunidad Internacional, que no existe, ni levanta la voz ante tal atrocidad
delictiva, ni implementa la batería de sanciones, inútiles, que puso en marcha
contra Vladimir Putin cuando invadió Ucrania, ni lo hizo cuando Estados Unidos
invadió Irak, causando unos cuatrocientos mil muertos, con la mentira de las
armas de destrucción masiva (que EE.UU. había vendido a Sadam Hussein pero este
ya había gastado eliminando a miles de kurdos), no va a decir nada que no sea
una lamentación hipócrita por las vidas de civiles perdidas, ni va a hacer algo
tan simbólico cómo romper relaciones con un estado sencillamente delincuente y
genocida como es Israel que viola todos los tratados internacionales y sus
leyes y comete a diario crímenes de lesa humanidad.
La llegada del elefante
Donald Trump a la cacharrería del mundo ha trastocado todo el mapa
internacional, ha dejado a Europa con el culo al aire y ha dado alas a todos
los autoritarismos y fascismos globales ahora más pujantes que nunca. Ante el
magnate norteamericano y su gobierno obsceno de multimillonarios todos agachan
la cerviz. Ya nadie duda de que, o por las buenas o por las malas, se hará con
Groenlandia. Con Canadá lo tiene más difícil. Panamá ya la controla sin
necesidad de invadirla. Trump representa lo peor del ser humano, lo más abyecto
e inmoral imaginable, un tipo que se contradice a sí mismo a cada minuto al
afirmar que no es soportable la muerte de miles de soldados ucranianos y rusos
en suelo europeo y en cambio aplaude el asesinato masivo de palestinos para
implementar su demencial proyecto de resort de lujo en Gaza.
Sinceramente pienso que no
hay esperanza para el mundo en muchas décadas porque nadie puede parar ni a
Trump, ni a Netanyahu, ni a Putin, y la ONU es sencillamente un convidado de
piedra que se ha demostrado inoperativo a lo largo de su historia. Ante la ley
de la selva, que ya lleva impuesta desde hace muchos años, ante la caída en
picado de los valores morales de los que alardeaba Occidente y el peligro de
que la democracia desaparezca como concepto útil (veremos si Trump no se perpetúa
en el gobierno de Estados Unidos), y la apatía de una ciudadanía que no es
capaz de levantarse y hacer frente a este aluvión de tropelías, ¿qué nos
queda?
En este mundo de matones,
que ya venía de lejos pero que un Donald Trump bocazas le ha puesto altavoz,
los países susceptibles de ser invadidos por unos o por otros urge que se
rearmen a marchas forzadas para ser respetados. La desnuclearización del mundo
es hoy más que nunca una utopía. Ante esta deriva autoritaria que pisotea los
derechos humanos y hace trizas las leyes internacionales, como si el mundo
estuviera en el salvaje Oeste, la fuerza de la razón me temo que pueda hacer
bien poco ante la razón de la fuerza. El mundo ha enloquecido y las familias
mafiosas se lo reparten. ¡Qué exista el infierno, por favor!
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