EL ACENTO


Mi buen amigo y escritor Gregorio Morales me ha cedido el texto de la presentación que hizo en Granada,en la librería Picasso, de LA CARAQUEÑA DEL MANÍ, y aquí se lo sirvo, para que disfruten del excelente texto literario escrito y leído para la ocasión, dando de nuevo las gracias a los amigos que hicieron posible esa presentación.


LA CARAQUEÑA DEL MANÍ
por Gregorio Morales

-¡Un tour por el Monte Ávila!
-Aquí tiene. Servido, señor.
-¿Por qué me ofrece un libro? ¡“La caraqueña del Maní”!
-Es el mejor tour por Caracas. Y, por supuesto, también por el Monte Ávila. ¡Y puede hacerlo tranquilamente sentado en su sillón!
-¡Si usted lo dice!
No muy convencido, me voy al hotel. Mañana veremos. Pero, al llegar, me asalta el deseo de estar con alguna chica. ¡Las noches solitarias, sin amor, son terribles! Le pregunto al conserje:
-¿Sabe usted de algún sitio donde... bueno, pueda conocer a alguna chica... de estas maravillosas que...?
-¡Claro que sí! –exclama-. ¡Tome! –y me tiende otra vez “La caraqueña del Maní”.
-Pero –protesto atónito-... ¡ya tengo un ejemplar!
-¡Pues entonces léalo, hombre! Y váyase al Maní. Está lleno de chicas.
-¿Todo en este libro?
-Pues claro, ¡es el mejor catálogo que tenemos!
Se han vuelto locos. Subo a mi habitación y, como no tengo otro remedio, comienzo a leer. Y, conforme avanzo, la perplejidad va dando paso al asombro y luego a la admiración. ¡En efecto, “La caraqueña del Maní” es un catálogo! ¡Un catálogo lleno de tentadoras ofertas!

¿Queréis aprender a escribir novela negra? ¿Daros un paseo por la Caracas profunda? ¿Saber cómo se ligan venezolanas? ¿Repasar los términos fundamentales del lenguaje caribeño? ¿Comprobar en propia carne cómo se vive bajo la omnipresente figura de Chávez? ¿Penetrar en las entrañas de ETA? ¿Aprender filosofía? Todas éstas y otras muchas cosas más están en “La caraqueña del Maní”. ¡Y encima las ofertas están pero que muy bien escritas! Hay oficio en este catálogo. Las escenas que despliega ante el cliente son rápidas y no aburren nunca. Siempre está pasando algo nuevo.
“La caraqueña de Maní” es un catálogo muy especial, porque se trata de una catálogo holográfico. El holograma capta la imagen desde dos puntos de modo que, cuando se reproduce, aparece en relieve, tridimensional. Pero el holograma tiene una característica aún más misteriosa. Si lo cortamos en dos y proyectamos cada parte, la imagen vuelve a aparecer completa. Lo mismo ocurre si lo cortamos en mil fragmentos. Cada fragmento vuelve a reproducir la imagen entera. En “La caraqueña” está todo el tiempo que nos ha tocado vivir. Está la aventura y la reflexión humana. Está el pasado y también el futuro. Parece increíble tratándose de una novela negra. Pero es así. Y es que con la literatura de género, cuando se sabe utilizar, puede hacerse literatura a secas. En este caso, buena literatura.
En “La caraqueña del Maní”, está la vida. El autor trasciende las apariencias e indaga, profundiza, va a los mecanismo subterráneos que mueven la existencia. Y lo hace a modo de reflexiones aquí y allá que son como bombas que abren las entrañas de la mina.
Aunque la obra se desarrolla en Venezuela, en realidad se está hablando de España. Casi todo cuanto acontece incide como una radiografía en nuestro país. Un editor venezolano le pone los cuernos a su mujer, y el protagonista reflexiona:

“Los españoles, y por ende los vascos, somos demasiado serios, hoscos, poco dúctiles y nada amantes de ese tipo de juegos que suelen acabar en tragedias cuando se descubren”.

Venezuela es, pues, un espejo donde se refleja España. O al revés. Esto es un holograma. En la parte está el todo. Y esta es la difícil cuadratura del círculo que logra José Luis Muñoz.
“La caraqueña del Maní” reflexiona fundamentalmente sobre el terrorismo. Macario/Iñaki, el protagonista, es un ex sicario de ETA que tiene una ex mujer en el país vasco y una hija a la que ni siquiera conoce. Fue echado de su casa el día en que su mujer le descubrió un arma y comprendió con quién se había casado.
La obra de José Luis Muñoz muestra la violencia, pero, a la par, hace una permanente crítica de ella. Una de las escenas mejores, más duras y fuertes de la novela transcurre en el Capítulo XIX, cuando Macario, secuestrado en el interior del Monte Ávila, intenta escaparse y le sale mal. El lector casi siente esa violencia en su propia carne. Las páginas se hacen angustiosas, terribles. Y, a pesar de ello, no se puede dejar de leerlas. José Luis Muñoz sabe crear belleza incluso en el horror.
La crítica se intensifica cuando la violencia se usa como arma política. “De ser mujer, de volver a nacer con un coño entre las piernas, sería puta. Lo que no volvería a ser era asesino”, piensa el protagonista. Se pone así en la picota tanto la violencia de ETA como la que ejerce Chávez en una Venezuela infestada de acólitos.
José Luis Muñoz ejerce una crítica demoledora contra Chávez, clave para entender la situación que está viviendo el país latinoamericano. Le dedica, entre otros muchos, estos calificativos:

“El Mesías que domingo a domingo les lanza el sermón semanal”.

“Es Fidel Castro sin barba y con un sucedáneo de democracia”.

“Escucho a Chávez Frías cada domingo, como hacen los de la oposición para así odiarle un poquito más, y no sé si me encuentro ante un hombre de derechas o izquierdas o bien se trata de un autócrata, eso seguro, seguro”.

La Venezuela chavista queda puesta en la picota. Como dice uno de los personajes: “Vivir en Venezuela, Macario, es un problema”. No es sólo la violencia, la amenaza constante, la falta de libertad. Es también la hiper política, es decir, la política colándose hasta en lo más anodino:

“La política empapaba el país. La política presidía los desayunos y las cenas de una nación polarizada en dos bandos irreconciliables, que cada vez se iban separando más”.

Si la violencia puede ser estéticamente bella, también entonces podemos encontrar en ella un resquicio para que, en medio de lo más trágico, aparezca el erotismo. Esta mezcla produce una magistral escena afrodisíaca, que yo no dudaría en incluir en mi “Antología de la Literatura Erótica”. El protagonista se halla desnudo y atado a una silla. Tras ser concienzudamente torturado, Gabriela, la caraqueña del Maní, entra a darle de comer. Para su pasmo, descubre una erección en Macario. El sexo en medio del dolor. La vida rampando sobre la muerte. El deseo alzándose sobre la impotencia. Aunque no fuera más que por estas páginas, merecería la pena leer la novela.
José Luis Muñoz realiza también una crítica de la sociedad venezolana. El narrador dice de las mujeres caribeñas:

“Que nadie les hable de feminismo y de que deben preocuparse de sí mismas en lugar de alegrar la vista del macho”.

Pero a pesar de todo lo anterior, la ciudad de Caracas se muestra como una ciudad enormemente atractiva. Sus descripciones son muy hermosas y, al mismo tiempo, inquietantes:

“Venezuela es una ciudad de puertas y verjas, una especie de fortaleza del miedo en la que sus habitantes se han acostumbrado a vivir sitiados”.

A la par, el autor nos da un paseo por el mundillo de la novela negra. Incluso los aficionados pueden encontrar aquí un taller literario impartido por quien, como José Luis Muñoz, conoce perfectamente el oficio. He aquí, en la misma novela, señalados los errores del primerizo:

“Quiere imponer en esa primera novela su sello personal, contar su vida, gritar sus opiniones y se olvida de lo fundamental, de la narrativa”.

Perfecto. José Luis Muñoz debe de haber leído muchos manuscritos. Y de haber vivido intensamente el cotarro editorial, al que no le ahorra críticas. Así, el editor le dice al protagonista:

“En realidad, siempre te consideré un personaje siniestro, y esa fue la razón de que te pusiera a manejar el departamento literario de la editorial”.

En definitiva, que la novela es completísima, que no se pierde el tiempo leyéndola, que, aparte de arrastrar al lector a devorar páginas, lo colma de regalos en el transcurso. Y lo comprendo cabalmente cuando, amaneciendo en mi hotel, doy fin a la lectura. ¡Qué gran catálogo han puesto en mis manos! Acabo de viajar por Caracas y hasta por España sin moverme del sillón. Ahora puedo tomar el avión de regreso. ¡Esto se llama viajar! Pero antes de hacer el equipaje, le escribo una nota al autor del catálogo:
“Gracias, sr. Muñoz, por semejante catálogo. Viajar así, con la imaginación, y regresar a pesar de todo lleno de marcas del viaje, es una gran experiencia. El poder de la literatura resulta formidable. ¡Y ud. ha sabido emplearlo a fondo!”.
Lo meto en un sobre y llamo a Consejería para que lo envíen al novelista, aunque sea a la otra parte del mundo, porque seguro que se ha perdido en cualquier otra jungla... para que otros puedan ir también a ella.
Comienzo a hacer el equipaje y dejo un sitio para agenciarme varios catálogos más. Quiero que mis amigos sepan lo que he vivido. Porque ahora, en el libro, está también mi experiencia. Ya lo he dicho, todo es holográfico en él. Seguro que ahora, cuando acabe el acto, la caraqueña nos está esperando en el Maní. ¿O está aquí? Seguro. Si hay ejemplares de la novela está aquí. ¡No dejen de conocerla!

Gregorio Morales nació en Granada. Es licenciado en Filología Románica. Durante los años ochenta dirigió la Tertulia de Creadores en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, exponente de lo que entonces se dio en llamar “movida madrileña” o Posmodernidad). En el mismo tiempo, colaboró en las revistas La luna de Madrid y en Ínsula. En 1994, cofundó y presidió el grupo Salón de Independientes, del que formaron parte sesenta escritores en reivindicación de la libertad del artista, tanto personal como estética. Sus ideas creativas se hallan contenidas en El cadáver de Balzac (De Cervantes Ediciones, Alicante, 1998), donde propugna un paradigma artístico en consonancia con los descubrimientos de la ciencia y de la psicología contemporáneas. Tanto en Principio de incertidumbre (Novatores, Diputación de Valencia, 2003) como en La isla del loco (Mirto Academia, Alhulia, 2005), amplía, profundiza y diversifica las ideas anteriores. Es miembro de número de la Academia de Buenas Letras de Granada y columnista habitual en el diario Ideal de Granada. Ha publicado las novelas Y Hesperia fue hecha (Swan, Madrid, 1982), Puntos de vista (Libertarias, Madrid,1985; edición revisada: 1992), La cuarta locura (Grijalbo-Mondadori, Barcelona,1989), El amor ausente (La General, Granada, 1990), El pecado del adivino (Grijalbo-Mondadori, Madrid, 1992), Ella. Él (Epígono Ediciones, Alicante, 1999), Puerta del Sol (Granada, Dauro Ediciones, 2003), La individuación (Granada, Alhulia, 2003), Nómadas del tiempo (Almuzara, Córdoba, 2005), los volúmenes de relatos Erótica sagrada (Siddharth Mehta Ediciones, Madrid, 1989), El devorador de sombras. Cuentos de suspense y terror, (Granada, Port-Royal Ediciones, 2000), Razón de amor (Universidad de Granada, 1987), Cuentos de terror (Grijalbo-Mondadori, Barcelona, 1989) y Granada 1936. Relatos de la Guerra Civil (Caja Granada, Granada 2006) -estos tres últimos, colectivos-, y el libro de artículos literarios sobre Granada El gigante de cristal (Caja Granada, Granada, 2005). Es también autor de El juego del viento y la luna. Antología de la literatura erótica (Espasa, Madrid, 1998), Don Quixote. El erotismo en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (Caja Granada, Granada, 2005) y Por amor al deseo. Historia del erotismo (Espasa, 2006). Está incluido en las antologías La novela española dentro de España (Antonio Fernández Heliodoro Ed, Burgos, 1987); Narradores andaluces contemporáneos (Manuel García Viñó Ed., Madrid, Ibérico Europea de Ediciones, 1988); Miscari nocturne. Proza spaniola actuala (Antologie si traducere de A. Vladescu si Coman Lupu, Calarasi, Romania, Alas, 1992); Literatura en Granada. 1898-1998 (Amelina Correa Ed., Granada, Diputación Provincial, 1999), Intermezzo granadino (Francisco Peralto Ed., Málaga, Corona del Sur, 2000), Cuento al Sur. 1980-2000 (Pedro M. Domene Ed., Málaga, Editorial Batarro, 2001) y Explorando el mundo. Poesía de la ciencia (Edición de Miguel García-Posada, Gadir, Madrid, 2006). Es autor del primer capítulo de la obra colectiva El mundo de la cultura cuántica (2002), que han lanzado simultáneamente la editorial norteamericana Greenwood (en inglés y en su sello Greenwood/Praeger) y la española Port-Royal Ediciones (en castellano). Por otra parte, la editorial virtual novalibro.com ha reeditado Erótica Sagrada (2001). En Canto cuántico (Granada, Dauro Ediciones, 2003), Gregorio Moraleslleva a cabo una celebración poética de las partículas elementales que conforman la materia, la vida y el pensamiento.

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