LAS ENTREVISTAS

Llegir en cas d'incendi
Entrevista a José Luis Muñoz autor de El Mal Absoluto y de El Corazón de Yacaré
martes, 31 de marzo del 2009 a las 17:04

- En El corazón de Yacaré, la denuncia es constante hacia todo el mal que se ha hecho a los países latinoamericanos por parte de las dictaduras ¿Lo haces en un país imaginario para poder generalizarlo más?
Los males de Latinoamérica arrancan con la conquista, del mismo modo que los males de África lo hacen con la colonización. No es casual que escribiera una novela histórica sobre el descubrimiento que era muy crítica con el proceso. De esa época viene el caciquismo. La mentalidad española era la de enriquecerse a toda costa, expoliar los territorios. Muchas de las grandes fortunas vienen de entonces. Pero, en efecto, la situación de Latinoamérica se hizo sangrante durante las dictaduras que asolaron buena parte del continente durante el pasado siglo, auspiciadas por Estados Unidos, su época más tenebrosa de dictaduras militares que masacraron a la izquierda. Ahora la situación ha mejorado, fundamentalmente porque Estados Unidos ha mirado hacia otra parte, Oriente Próximo, y estamos viendo gobiernos democráticos de izquierdas e indigenistas, por fin. El corazón de Yacaré está localizada en esa época y, como bien dices, Macladán es un país imaginario en donde están contenidos todos.
- La pasional historia de amor de sus protagonistas se puede dar en cualquier lugar del mundo, aunque en el Caribe se vive de una forma especial ¿Lo crees así?
Existen unas condiciones mágicas en el Caribe para que las historias de amor sean tan pasionales y sensuales. Lo da la misma naturaleza paradisiaca de muchos países y esa mezcla racial y cultural. El mundo de los sentimientos se exacerba, no tiene los límites que se imponen, por ejemplo, en Europa. El Caribe es clima, paisaje, una determinada forma de vivir el momento, y eso tiene su correlación en el amor.
- En cuanto a El mal Absoluto a la hora de enfrentarse a la narración de los hechos desde el punto de vista del nazi y del judío, ¿cuál de los dos fue el más difícil a la hora de ponerse en su piel, de meterse en su mente para contar su historia? ¿El metódico asesino en serie, el criminal de guerra nazi o el pobre judío, víctima de la barbarie, que se siente más culpable que su propio verdugo?
Lo más duro fue, sin duda, meterse en la piel del verdugo nazi y argumentar y justificar desde su punto de vista, pero al mismo tiempo fue estimulante por lo que tenía de desafío meterse en la piel de alguien diametralmente opuesto como es Gunter Meissner. Ser Yehuda Weiss fue descender a los infiernos, una experiencia horrorosa que he tratado que el lector comparta conmigo para que tome conciencia de lo que fue aquello, una planificada destrucción masiva de seres humanos efectuada con una crueldad retorcida e inimaginable. No intenté ser maniqueo sino objetivo, que fuera el lector el que juzgara.
- Al escuchar las explicaciones antagónicas de los dos protagonistas, la periodista está en el punto medio, sin saber hacia dónde dirigirse, indignándose con la situación vivida en su país en aquella época. ¿Son las tesis sostenidas por la periodista las más parecidas a lo que piensa el autor en realidad? ¿Crees que cualquier persona, en circunstancias análogas, podría conducirse como alguno de los personajes principales, ya que el mal absoluto es algo innato que tenemos oculto?
La periodista se plantea dudas, y siente cierto horror cuando, en un momento determinado, Gunter Meissner le dice que ella habría hecho lo mismo de vivir en aquella época. Una de las claves de la novela, pienso yo, es declarar que no somos inocentes de lo que hagan nuestros gobernantes porque, en unos casos, los elegimos y, en otros, los soportamos sin hacer nada por cambiarlos. Es muy fácil atribuir los errores y las barbaries a una clase dirigente y exonerarnos de ellas. En todos los grandes crímenes de la historia de la humanidad han colaborado, por activa o por pasiva, poblaciones enteras. Mientras Hitler barría media Europa era aclamado y muchos se apuntaban a la caza del judío o miraban hacia el otro lado. Hay en todos nosotros una especie de gen del mal que se activa en determinados momentos, cuando la sociedad nos da carta blanca y sabemos que nuestras maldades no sólo no tendrán castigo sino que serán recompensadas. Lo hemos visto en Ruanda y en Yugoslavia.
- En el conjunto de tu carrera hay novela policíaca, thriller histórico, novela romántica, novela erótica,. ¿Con cuál te sientes más identificado? ¿Prefieres alguno por encima de los otros?
La novela negra es una especie de cajón de sastre en donde cabe todo, es la novela social del siglo XX y XXI, la heredera de las novelas de Balzac y Zola, que permiten diseccionar la sociedad en la que vives, denunciar las injusticias, puede ser muy versátil, y tiene una gran ventaja sobre otro tipo de novelas: que entretienen. Hoy en día buena parte de las novelas que hay en los anaqueles de las librerías son género negro. La novela erótica es complicada, porque siempre estás al borde de la vulgaridad en la que no puedes caer. Aunque confieso que el que más satisfacción personal me ha dado ha sido la novela histórica, que me ha permitido viajar al pasado, vivir en una época apasionante y meterme en la piel de unos aventureros, los conquistadores, cuyas experiencias debieron ser de una intensidad extraordinaria y se enfrentaban a lo desconocido a miles de millas de su tierra.
Muchas Gracias Jose Luis, te deseamos mucha suerte con tus novelas.
Xavier Borrell y Armando Rodera
http://llegirencasdincendi.obolog.com/entrevista-jose-luis-munoz-autor-mal-absoluto-corazon-yacare-227530

La Biblioteca Imaginaria
Cristina Lucia Monteoliva
entrevista a José Luis Muñoz
Tenemos el placer hoy, en La Biblioteca Imaginaria, de ofreceros la entrevista que tan gentilmente nos respondiera José Luís Muñoz hace unos días. José Luís ha ganado recientemente el Premio Seseña de Novela Romántica 2009 con su novela El corazón de Yacaré (novela que más tarde revisaremos, como siempre).

Pero éste no es un premio en su haber. Efectivamente, el talento de este salmantino de nacimiento, actual residente en Granada, no podría pasar desapercibido de ninguna manera, de ahí su notable éxito.

Sin más dilación, aquí van las respuestas del autor. Espero que las disfrutéis tanto como yo:

¿Qué ha supuesto para ti ganar el Premio Seseña de Novela Romántica 2009 con El Corazón de Yacaré?
Un montón de cosas positivas. Cuando leí las bases, pensé que la novela, que la había terminado hacía unos meses, encajaba perfectamente en la filosofía del premio, porque era una novela romántica, y creo que lo es mucho, lo que no quiere decir, en absoluto, que sea cursi o rosa. Además el premio me ha puesto en contacto con una editorial pequeña, Imagine, pero que, como su propio nombre indica, tiene muchas ideas en perspectiva y proyectos en los que me gustaría colaborar.
Éste no es el primer premio que has recibido con una de tus novelas. ¿Te sientes un escritor de concurso?
Siempre digo que le debo mucho a los concursos literarios y, en ese aspecto, éste es un país privilegiado que da muchas oportunidades a los escritores. Si no hubiera ganado, el mismo año, en el 85, dos premios literarios de cierta envergadura como el Tigre Juan y el Azorín, seguramente habría tirado la toalla. Recibir premios estimula, sitúa el foco sobre tu obra literaria, le da más difusión.
¿Dónde buscas la inspiración?
La inspiración no tiene reglas y es imprevisible. Puede surgir de la página de un diario, de una frase que, misteriosamente, te llega a la cabeza, de un perfume que te transporta, de una película o un libro que estimula tu creatividad, de vivencias propias que disfrazas y conviertes en ficción. La de EL CORAZÓN DE YACARÉ vino a través de un relato muy antiguo, que tenía aparcado, volví a leer y me di cuenta que se había quedado corto, que daba muchísimo más, para una novela.
¿Has estado alguna vez en Macladán?
Sí, he estado muchas veces en Macladán. Es un territorio de ficción pero que está hecho de muchas realidades. Es un país que es la síntesis de toda Sudamérica explotada, sacudida, en el pasado, por feroces dictaduras, y que se restaña ahora sus heridas. Mi literatura, en buena parte, está ligada al continente americano que, realmente, me fascina en todos sus aspectos, como paisaje y paisanaje. Lo he visitado literariamente en 1492, con LA PÉRDIDA DEL PARAÍSO, y lo he seguido haciendo con ÚLTIMO CASO DEL INSPECTOR RODRÍGUEZ PACHÓN, ambientada en Cuba, LA CARAQUEÑA DEL MANÍ, en Venezuela o LLUVIA DE NÍQUEL, en USA.
¿Y te has cruzado con Yacaré alguna vez? ¿Qué le dirías, si eso fuera posible?
Yacaré es el paradigma de la mujer indígena, bella y salvaje, explotada y perseguida desde los tiempos de la conquista, cuando literalmente las cogían. Es un tipo de mujer sencilla y sensual, apasionada y leal, de la que uno se puede llegar a enamorar perdidamente a pesar de las diferencias culturales. Es, salvando las distancias, parecida a la caraqueña del Maní, muy mujer, en un sentido que en América tiene mucha vigencia y en Europa poca. Me he cruzado con la imaginación, con la vista, pero no le he dicho nada, por si acaso, como tampoco le dije nada a la caraqueña del Maní que vi bailando en una sala de fiesta de Caracas.
¿Cuál es tu personaje favorito de esta historia?
Pues es Nelson, el policía torturador, porque creo que es más rico en matices, está lleno de contradicciones, vive atormentado por lo que hace, ante lo que todavía no está del todo vacunado. Debe haber algo turbio en mí, bueno, en todos, para que sintamos una cierta empatía por los personajes poco claros. Ésta es una constante de todos los personajes de mis novelas, que no son modelos a imitar sino todo lo contrario, hasta los que quiero que aparezcan como héroes, como era el caso de Marín de Urtubia, el protagonista de las tres novelas de LA PÉRDIDA DEL PARAÍSO, que podía parecerlo pero en realidad era un traidor a los suyos, o el ex etarra de LA CARAQUEÑA DEL MANÍ, que busca la expiación de sus culpas.
La venganza está muy presente tanto en tu anterior novela, El mal absoluto, como en El corazón de Yacaré. ¿Se trata de una casualidad?
Pues sí, es casual. No lo había pensando. El tema de la venganza es algo muy complicado. Lo políticamente correcto es perdonar, pero hay atrocidades que no se pueden perdonar. La del nazismo, por ejemplo, es una de ellas. Una monstruosidad de ese estilo perdura, y cuando escribí EL MAL ABSOLUTO me puse en la piel del protagonista judío y me dije que no podría perdonar a su verdugo e idearía la fórmula de hacerle el mayor daño posible. En EL CORAZÓN DE YACARÉ hay algo más que venganza, hay una conducta irracional por parte de la protagonista femenina por recuperar algo que le pertenece.
También la política y la denuncia social son temas relevantes en ambas novelas. ¿Crees posible que el mundo cambie para bien?
Cuando escribo mis novelas nunca me planteo discursos políticos o moralizantes, sino que estos salen de forma automática. Tienes razón al decir que ambas novelas son muy políticas, denuncian hechos execrables y que tienen relación entre sí. Las prácticas de tortura y vejación que emplearon las dictaduras sudamericanas estaban inspiradas en el nazismo, y viejos nazis siguen emboscados en Argentina y en Chile, vinculados a esos años de plomo de sus dictaduras. El doctor Mengele vivió y murió en Paraguay. ¿Que el mundo cambie? Bueno, hemos iniciado una época de moderado optimismo después de cerrar el lamentable capítulo Bush y tener a Obama en la Casa Blanca. Con él seguramente las cosas irán a mejor, a pesar de la crisis que ha heredado, y Estados Unidos recuperará su sentido democrático y volverá a hacer política en vez de hacer la guerra. En ese sentido es muy significativa la política de acercamiento a Irán, por ejemplo, impensable en la anterior administración. Y sí, las cosas, sobre todo en Sudamérica, están ahora infinitamente mejor que hace veinte o treinta años, cuando era el patio trasero de Estados Unidos que organizaba golpes de estado contra todos los intentos de democratización.
¿Nos hacen libres los libros, la lectura?
Bueno, los buenos libros siempre te aportan algo, desde el punto de vista estético o en su fondo. Resulta clarificador que las dictaduras los consideren dañinos, a los libros, y los quemen. En los libros cabe de todo, desde un pensamiento conservador o reaccionario, a un pensamiento progresista y revolucionario. Pero también hay que saber digerirlos. Leía hace unos días que Hitler era un lector compulsivo, que leía mucho, y eso no le mejoró, creo. En España, durante cuarenta años, la libertad de expresión estaba atenazada, muchos libros no llegaban y recuerdo viajes a París para comprarlos clandestinamente. Los totalitarismos temen la cultura, los de derecha y los de izquierda, porque temen la crítica.

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