SOCIEDAD
POR LA CAÍDA DEL RÉGIMEN
Era
una de las frases repetidas, en tono irónico, como no podía ser de otra manera
tratándose de él, de Manuel Vázquez
Montalbán cuando alzaba su copa de vino y brindaba con los que habíamos
tenido la fortuna de compartir comida y luego sobremesa, que era lo mejor del
ágape, con él. Tuvimos la mala suerte de perderlo en Bangkok, en un mortuorio
homenaje a su propia novela Los pájaros
de Bangkok, y de no contar con él en estos momentos para disfrutar de sus
lúcidos análisis de todo esto que llamamos crisis y nos golpea a diario, a
nosotros o en nuestros círculos. El régimen, todos lo sabíamos, no iba a caer
nunca; la dictadura cayó por muerte del dictador en cama, tras una espantosa
agonía digna de una película de terror serie B, y la democracia resultante
resultó un cambalache del que disfrutamos de unas mayores libertades, que nos
quieren cercenar precisamente con esa ley de inseguridad ciudadana—antes nos daban
palizas por asistir a las manifestaciones; ahora, además, nos desloman
económicamente hablando con multas—, y un
retroceso, ahí es nada, en los derechos laborales—con
el franquismo el obrero y su puesto de trabajo eran intocables, porque el
estado ejercía un paternalismo protector hacia sus hijos—
y en la educación— en
mis tiempos los alumnos eran capaces de señalar en un mapa cualquier país del
mundo, saberse su capital y no mostrar perplejidad ante nombres como Dostoievski, Faulkner o Joyce—, y eso son dolorosas constataciones.siga leyendo en EL COTIDIANO
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