CINE
KINGSMAN: SERVICIO SECRETO
Matthew Vaughn
El género de coñas descacharrantes ha dado
algunas películas delirantes confeccionadas sin más ánimo que hacer pasar un
buen rato al espectador y sorprenderlo con sus gags. Si nos remontamos hacia
atrás allí están El mundo está loco,
loco, loco, de Stanley Kramer, Aquellos chalados en sus locos cacharros,
de Ken Annakin, Casino Royale, la antigua, dirigida al alimón por John
Huston, de nuevo Ken Annakin,
Joseph McGrath y Robert Parrish, la serie de Aterriza como puedas y otras muchas en
donde se mezcla humor con estropicio.
Matthew
Vaughn
(Kick Ass: listo para machacar, X-Men, primera generación) adapta el
comic del escocés Mark Millar para
perpetrar su última gamberrada visual. La principal virtud de esta burla de las
películas de espías, de las que el propio James Bond se reía (si nos ponemos
serios hay que recurrir a John Le Carré
y no a Ian Fleming), es que Matthew Vaughn, siguiendo el comic
inicial, no se pone límites a la hora de sorprender y hacer reír al espectador
con los gags más salvajes jamás imaginados y con guiños cinéfilos a una serie
de películas de género. El director británico, y actual marido de la modelo Claudia Schiffer, parodia al Stanley Kubrick de El resplandor (la madre que la emprende a hachazos contra la puerta
del cuarto de baño en el que se refugia su aterrorizado bebé), al M. Night Shyamalan de El incidente (la masacre en la iglesia
de cristianos integristas) y al David
Cronemberg de Scanners (el
estallido de las cabezas con fuegos artificiales).
Para su espectacular parodia, que no regatea
efectos especiales deslumbrantes, Matthew Vaughn cuenta con un reparto de
lujo. Al joven protagonista Taron
Egerton le acompañan Sofia Boutella,
en su papel de malvada Gazelle capaz de partir en dos a su oponente con sus
piernas metálicas que cortan como cuchillas; el veterano Michael Caine, como Arthur (de la parodia no se escapan ni los
caballeros de la Tabla Redonda, porque los kingsman
toman los nombres de los caballeros artúricos); un Samuel L. Jackson, que ya demostró sus dotes cómicas en Django de Quentin Tarantino, como el estrambótico villano Richmond Valentine
con dicción impostada que vomita ante la visión de la sangre; y, sobre todos
ellos, Colin Firth, en su papel de
superagente Harry Hart, capaz de exterminar a medio humanidad con un variopinto
arsenal de armas letales, incluidos sus propios puños, sin que se le arrugue su impecable traje de
diseño exclusivo ni perder un átomo de su elegancia british.
Kingsman:
servicio secreto es una película para disfrutar sin complejos de culpa.
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