CINE
CALVARY
John
Michael McDonagh
Calvary
se presentó en el último festival de cine de Gijón y tuvo una acogida
excelente. Tiene este film del inglés John
Michael McDonagh, responsable de El
irlandés, aires fordianos más que evidentes—a veces el espectador puede ver a John
Wayne con sotana en el personaje que interpreta Brendan Gleeson—
y de western, de Sólo ante el peligro,
y no sólo por los colts que salen a lo largo del film que pueden ser un
homenaje al género. El título, Calvary,
calvario, le va que ni pintado a la historia, porque el cura protagonista, un
personaje muy singular que abrazó los hábitos después de enviudar y tener una
hermosa hija, que se destroza las venas con harta frecuencia en una carrera de
intentos de suicidio, y haber abandonado la botella, sufre un verdadero
calvario y, como Jesucristo, será crucificado por el pecado que cometieron
otros. El inicio de la película es impactante: alguien que ha sufrido abusos
sexuales por parte de un cura amenaza en confesión al cachazudo padre James (Brendan Gleeson) con liquidarlo en el
plazo de una semana por los pecados que cometieron con él sus colegas de
sotana. En esos siete días el humano sacerdote convivirá con su extraviada
hija; dará consuelo a un multimillonario excéntrico que se mea en sus cuadros
pero ha sido abandonado por su mujer y su hija; consultará al policía del
pueblo, un gay adicto a experiencias fuertes con un macarra de todo y lomo,
sobre los visos de verisimilitud de la amenaza que recibe; hablará con la
distante jerarquía eclesiástica que siempre fue tibia con los casos de
pederastia dentro de la iglesia; bregará con un médico cocainómano que suele
apagar sus cigarrillos en hígados ajenos previamente extirpados; reprochará a
un afroamericano mecánico de coches cometer adulterio, y, finalmente caerá en
el alcohol y se liará a mamporros con el dueño del pub local que es budista
pero maneja hábilmente el bate cuando el páter se ensaña, revolver en mano, con
sus botellas. Y entre tanto, críticas a la conducta desalmada de los bancos
durante la crisis—el dueño del pub se lamenta del embargo de su
local— y presencia de la pederastia que sacude a la
iglesia católica, especialmente en Irlanda, en donde ha habido numerosos casos.
Se
le puede achacar a Calvary un exceso
de religiosidad—la redención y la
culpa está detrás de todas las conductas de los habitantes de ese aislado
pueblo irlandés convertido en microcosmos, y se subraya convenientemente—y lo hiperbólico de sus personajes que llegan a la
caricatura—el policía y su macarra; el carnicero cornudo y su
esposa infiel—, y hasta su final, pero es una
película que se ve bien—John Michael McDonagh saca partido
del paisaje salvaje y algo tenebroso de la isla irlandesa en donde está rodado
el film—y que funciona, sobre
todo, gracias a ese gran actor que es Brendan
Gleeson, el malvado templario de El
reino de los cielos, que devora todos los planos y para el que parece haber
sido realizada la película.
Título original: Calvary
País: Irlanda
Año de producción: 2014
Género: drama religioso
Duración: 100 minutos
Director: John
Michael McDonagh
Estreno en España: 06/03/2015
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