CINE / LAND 0F MINE, DE MARTÍN ZANDVLIET
LAND
OF MINE
Martín
Zandvliet
Minas.
El asesino invisible que acecha bajo tierra y sigue segando vidas una vez ha
terminado la guerra. Minas en el cine: la estupenda película bosnia En tierra de nadie de Danis Tanovic, escorada hacia el humor
negro. Minas de nuevo como telón de fondo de un film danés, Land of mine, que denuncia un oscuro
episodio revanchista acaecido en Dinamarca, poco conocido.
Cuando
terminó la Segunda Guerra Mundial, los aliados obligaron a los prisioneros
alemanes a desenterrar y desactivar las miles de minas que habían ocultado en
las playas danesas para evitar un supuesto desembarco. De los 2000 soldados
empleados en esta peligrosa tarea casi no sobrevivió nadie.
El
danés Martín Zandvliet (Fredericia,
1971), con experiencia como documentalista, nos muestra en Land of mine a un brutal sargento (Roland Moller) que tiene a su cargo a un equipo de prisioneros
alemanes que casi son niños. Poco a poco la dureza inhumana con que trata el
danés a los alemanes, a los que odia profundamente por haber invadido a su país
(en la secuencia inicial le vemos golpear con saña a los integrantes de una
columna de prisioneros a modo de presentación del personaje), se torna en
compasión y hasta se solidarizará con ellos cuando las minas empiecen a explotar
y diezmar su equipo de desactivadores.
Rodada
en el escenario de una soleada playa y con elementos escasos, Martin Zandvliet consigue mantener la
tensión (el espectador sabe que las minas van a explotar, pero no sabe cuándo
ni a quién se llevarán por delante) y dibuja con precisión el itinerario por el
que el déspota militar danés se humaniza. No es un film deslumbrante, pero sí
extraordinariamente correcto y bien interpretado por Roland Moller, un actor de físico duro que borda su papel. Una
playa, icono del relax, que se convierte en un cementerio aleatorio.
Ya está disponible en librerías mi última novela
EL RASTRO DEL LOBO (Ediciones Traspiés, 2017)
Aribert Ferdinand Heim, conocido como el Carnicero
de Mauthausen o Doctor Muerte, fue uno de los mayores criminales de guerra
nazis, que, como su colega el doctor Mengele, burló la acción de la justicia.
Joachim Schoöck, un policía de Stuttgart, dedica casi toda su vida a seguir el
rastro de ese lobo solitario, implacable y de una crueldad extrema (la obsesión
de Heim era establecer los límites del dolor físico) que dejó falsas pistas por
medio mundo, murió muchas veces, y renació otras tantas, y tuvo una infinidad
de identidades ayudado por los miembros de Odessa.
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