LITERATURA / LÁNGUIDOS SUEÑOS, DE CARLOS MANZANO
LÁNGUIDOS SUEÑOS
Carlos Manzano
Carlos Manzano (Zaragoza, 1965) es autor de
media docena de novelas (Fósforos en
manos de unos niños, Vivir para nada, Sombras de lo cotidiano, Lo que fue de
nosotros, El silencio resquebrajado y Paisajes
de la memoria) y del libro de relatos Estrategias
de supervivencia. Su pasión por la literatura le lleva a dirigir la revista
Narrativas, una de las más completas publicaciones digitales de este país, en
donde se alternan textos de ficción, ensayos literarios y reseñas de libros.
Fiel al precepto de que no hay peor fracaso que la indiferencia, sus textos, ya
sean breves o largos, no dejan indiferente al lector sino que lo sacuden
convenientemente sin que éste se dé cuenta de ello, llevado por la lógica de lo
relatado.
Lánguidos sueños, publicada por La fragua del trovador, es un muestrario
completo de las habilidades narrativas del escritor aragonés que utiliza todo
tipo de voces, incluidas las femeninas, para apuntalar sus narraciones
construidas con magistral precisión que llevan al lector a finales
sorprendentes sin forzar el hilo narrativo, una de sus características, porque Manzano huye de la trampa y el
artificio.
En Sangre
entre los dedos la centralidad del relato es la crueldad de esa madre
ejecutiva que mata al pájaro que tiene
su hijo para adiestrar a su vástago, según ella, en la dureza de la existencia
humana. Entonces aprieto los dedos con
fuerza, con determinación, y su frágil cabecita explota entre mis yemas…
Una anodina Entrevista laboral la convierte el autor en una escalada de tensión
en la que los malentendidos cobran protagonismo y en donde el final desesperanzador
justifica la aridez y agresividad de la protagonista femenina hacia el
entrevistador. Tú lo que pedías era una
niña, hijo de puta. Qué feliz si me hubiera atrevido a lanzarle esas palabras,
arrojárselas a la cara de imbécil que luce con todo el orgullo del mundo. Pero
no puedo abandonar tan pronto. No puedo dejar a Inés colgada allí tan lejos,
tan sola, sin dinero, sin ayuda, en esas cárceles colombianas.
Placer sibarita aborda una parafilia sexual: un tipo que acecha que una mujer deje su
silla para a ocupar su lugar y encontrar una especie de éxtasis perverso en ese
asiento compartido que todavía guarda el calor humano de su usuaria. Pero no miento lo más mínimo cuando digo que
puedo incluso sentir la huella de sus vulvas calientes y bien protegidas sobre
el frío cuero de los asientos. Y termina teorizando: Esa es la esencia del sibaritismo: cuanto más personal el placer,
cuanto más subjetivo, cuanto más al límite de lo admisible, más exclusivo y por
tanto más puro.
El micro El
fin del mundo tiene lugar a cada momento, a cada segundo, a cada instante.
Cuando uno se muere, el universo entero se extingue con él es un ejemplo de
síntesis y lucidez.
En Salvaguardar
las conciencias Carlos Manzano narra
un brutal linchamiento desde el punto de vista del linchado, armando un relato
escalofriante post mortem: toman a la víctima por un pederasta asesino y no son
conscientes de ello hasta pasados unos días, cuando se produzca una nueva
violación. Atroz. Cualquier objeto
contundente es bueno para ser arrojado sobre mí. Uno de los niños toma una
piedra de gran tamaño y la estrella sobre mi cráneo. Aunque quisiera, aunque en
el último instante me concediesen la oportunidad de defenderme, ya no podría
hacerlo. Para aquel entonces estoy definitivamente muerto.
En El
escritor y la memoria Carlos Manzano
se centra en la manipulación que el creador (autor) ejerce sobre sus personajes
(Dunia, por ejemplo, a la que hace follar con un músico de heavy metal). Alguna vez me masturbé pensando en la Dunia
real, para qué voy a negarlo, pero ya se sabe que la masturbación es uno de los
ejercicios predilectos de los adolescentes. Y ya que estamos, me digo que estaría
bien para el relato hacerla sufrir un poco, o un mucho, ya varemos. Con
maestría funde ficción y realidad en dos planos narrativos, la hace suya en la
ficción ya que se le escapó en la vida real. No sé dónde estarás ni con quién, ni siquiera si seguirás viva, no sé
nada de ti, por eso esta vez no voy a permitir que desaparezcas, esta vez te
tengo atrapada entre estas líneas, y ya nada de lo que hagas o digas podrá
separarte de mí.
En La
dignidad del fracaso el aragonés apela al ensayo breve para desmontar el
concepto de éxito tan apreciado en nuestra sociedad. En Cincuenta años de espera se sirve el autor de un amargo y duro
monólogo para vehicular el odio que un hijo ha acumulado contra su padre en ese
periodo de tiempo. En Egocentrismo reflexiona
sobre el hecho literario y enfrenta al creador con su texto, con las
dificultades insuperables que conlleva elegir la palabra precisa, el ritmo
adecuado, esa perfección a la que nunca se llega.
En Cita
en una noche calma el protagonista que tiene una cita con una mujer cuestiona el canon de belleza femenina, su
propia primera visión de esa mujer a la que finalmente rechaza para descargar
su deseo en una sesión de onanismo, prefiriendo el sexo solitario que el
compartido. Ella es guapa. No estamos
hablando de una belleza descomunal, de modelo de calendario o de actriz de
moda, claro que no, pero sin duda alguna es guapa. ¿Su mayor defecto? Las
caderas, sin duda. Es demasiado ancha de caderas, lo que le da aspecto de
peonza.
Difícil quedarse con uno de los 18 relatos
que integran esta antología perfecta, pero por mi deformación literaria quizá
me incline por El deber cumplido que
trata, precisamente de eso, o de lo contrario, de cómo un frustrado guardia
jurado no cumple con su papel de sicario que le encomiendan y las consecuencias
que esto tiene, una perfecta pieza de género negro en un volumen de relatos en
el que ninguno de ellos sobra.
Carlos Manzano tiene una extraordinaria virtud
en redondear los finales, adecua la prosa a lo narrado de modo que ninguna expresión
chirríe, domina el clímax siempre ascendente, retuerce el relato con
naturalidad y lleva al lector por vericuetos fascinantes a finales imprevistos.
El escritor es un maestro del tiempo narrativo, sabe fundir lo cotidiano con el
horror y explora literariamente la oscuridad del ser humano, esa que llevamos
todos dentro de nosotros. Dieciocho reflexiones sobre el fracaso, la
frustración y la dificultad de relacionarse con el mundo. Impecable y
absolutamente recomendable el último libro de este escritor apasionado de la
literatura.
EL RASTRO DEL LOBO (Traspiés, 2017)
Aribert Ferdinand Heim, conocido como el Carnicero
de Mauthausen o Doctor Muerte, fue uno de los mayores criminales de guerra
nazis, que, como su colega el doctor Mengele, burló la acción de la justicia.
Joachim Schoöck, un policía de Stuttgart, dedica casi toda su vida a seguir el
rastro de ese lobo solitario, implacable y de una crueldad extrema (la obsesión
de Heim era establecer los límites del dolor físico) que dejó falsas pistas por
medio mundo, murió muchas veces, y renació otras tantas, y tuvo una infinidad
de identidades ayudado por los miembros de Odessa.
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